Javier Leo / Redacción. Madrid La Comisión Europea (CE) ha propuesto este miércoles dos nuevos reglamentos para el “refuerzo radical” de los controles sobre los mercados de productos médicos y los equipos de diagnóstico in vitro. El objetivo es dar respuesta al “agujero de seguridad” que destapó la crisis por los implantes mamarios PIP y asegurar que cualquier producto médico (que no medicamento) que entre el mercado europeo cumpla con los máximos estándares de calidad y seguridad. Para ello, la Comisión ha aprobado el establecimiento de una escala con cuatro niveles de riesgo: clase I, bajo riesgo, para productos como los apósitos o las gafas correctoras; clase II, riesgo medio-bajo, para lentillas, empastes o tubos traqueales; clase III, riesgo medio-alto, para aparatos de rayos X o stents uretrales; y clase IV, riesgo alto, para catéteres cardiovasculares, prótesis de cadera, hombro y rodilla o marcapasos. También se aplicarán cuatro escalas para los productos de diagnóstico in vitro: clase I para, por ejemplo, los test de medición del colesterol en sangre; clase II para los test de embarazo; clase III para reactivos para la evaluación de riesgo de anomalías genéticas; y clase IV para los reactivos utilizados en las pruebas del VIH. Estos reglamentos, que vienen a actualizar una directiva de 1990, implican un ámbito de aplicación de la legislación de la UE más amplio (quedan incluidos los implantes con fines estéticos) y más claro (en lo relativo, por ejemplo, al software médico). Con esta necesaria actualización, explican desde la CE, se garantiza que se hayan evaluado correctamente la seguridad y el rendimiento de estos productos antes de introducirlos en el mercado europeo. Además, una vez dentro, las autoridades de control tendrán la potestad de someter a pruebas “concienzudas, periódicas y sin previo aviso” a los fabricantes. El sector mueve, solo en Europa, más de 95.000 millones de euros al año John Dalli, Comisario de Salud y Consumo, ha señalado que “hace unos meses hubo consternación general por el escándalo de los implantes PIP, que afectaron a decenas de miles de mujeres en todo el mundo. Como responsables políticos, tenemos que hacer todo lo que esté en nuestra mano para que esto nunca vuelva a suceder. Pacientes, profesionales de la salud y consumidores perdieron la confianza en la seguridad de los productos que necesitan a diario. Las propuestas adoptadas aquí refuerzan significativamente los controles para garantizar que al mercado de la Unión Europea solo lleguen productos sanitarios seguros, al tiempo que se fomenta la innovación y se contribuye a mantener la competitividad del sector”, que se calcula mueve cada año más de 95.000 millones de euros solo en Europa. |