La impresión 3D puede mejorar la calidad de vida de niños con diversidad funcional.
Cinco entidades especializadas en la
atención a personas con discapacidad —Fundación Ana Carolina Díez Mahou, Adempa, Clínica EMME, Colegio de Educación Especial Hospital Universitario San Rafael y Fundación Instituto San José— se han unido a la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia San Juan de Dios – Comillas (EUEF) en un
proyecto innovador que demuestra cómo la
impresión 3D puede mejorar la calidad de vida de niños con diversidad funcional.
El programa, enmarcado en la metodología de Aprendizaje-Servicio (ApS), ha permitido a los
estudiantes de 3º de Fisioterapia diseñar y fabricar productos de apoyo personalizados con un alto impacto terapéutico, emocional y social. El objetivo: mejorar su autonomía y calidad de vida. El resultado:
un aprendizaje transformador para los alumnos y un impacto real en la vida de las familias. “No se trata solo de que el alumno aprenda a diseñar e imprimir en 3D, sino de que entienda cómo la fisioterapia puede mejorar vidas desde la escucha activa,
el diseño individualizado y la acción directa”, explica Manuel Lara, profesor de la EUEF y coordinador del proyecto.
Obstáculos diarios
Acompañar a niños con discapacidad en su día a día, como fisioterapeutas, permite observar de primera mano cómo el entorno les impone barreras constantes. Acciones cotidianas como comer, vestirse, asearse o utilizar una tablet —en muchos casos su principal herramienta de comunicación— se vuelven con frecuencia inalcanzables.
Esta acumulación de pequeñas limitaciones aleja cada vez más la posibilidad de independencia y autonomía personal.
Además, la mayoría de los productos de apoyo disponibles en el mercado presentan dos grandes problemas: su alto coste y la escasa personalización.
“Muchos dispositivos no están al alcance económico de las familias, y aquellos que sí lo están no siempre se ajustan a las necesidades específicas de cada menor” explica Marta Martín, profesora de la EUEF y fisioterapeuta en la Clínica EMME. “De ahí la importancia de explorar alternativas como la impresión 3D, que permite crear soluciones individualizadas, accesibles y ajustadas a la realidad de cada niño”, asegura.
Soluciones reales para necesidades reales
En el proyecto, cada estudiante de Fisioterapia trabaja en un caso concreto, en colaboración con terapeutas y profesionales de los centros. Así, Marcela Marcial, por ejemplo, ha diseñado una férula personalizada para mejorar la extensión de muñeca y el agarre de Anny, una niña usuaria de la Fundación Ana Carolina Díez Mahou. Su objetivo era ayudarla a usar su silla de ruedas con mayor autonomía.
“Ver a Anny progresar me hizo comprender el impacto profundo que puede tener algo tan sencillo como una férula. Me cambió la forma de entender mi profesión”, ha afirmado esta estudiante.
Estas soluciones son "accesibes y reales", además de un proceso formativo "muy enriquecedor".
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La mejora funcional ha sido evidente, pero el cambio emocional también. Elena Jiménez, fisioterapeuta de la Fundación, destaca cómo la experiencia ha involucrado a toda la familia:
“La férula mejora la apertura de los dedos y el movimiento de la muñeca, pero también le ha dado a Anny y a sus padres la sensación de ser escuchados y valorados”.
Desde la dirección de la entidad, Javier Pérez-Mínguez lo resume así: “Esta colaboración ha sido enormemente positiva. Nos ha permitido acceder a
soluciones accesibles y reales y ser parte de un proceso formativo muy enriquecedor”.
Diseños que devuelven autonomía
La Fundación Instituto San José también ha sido escenario de esta colaboración. Allí, el trabajo conjunto entre estudiantes y profesionales ha dado lugar a soluciones adaptadas para tareas básicas del día a día.
“Una de nuestras pacientes apenas podía usar las manos. Gracias al soporte diseñado por los estudiantes ha podido volver a beber sola. Ese gesto, aparentemente pequeño, ha significado para ella un gran paso en su independencia”, cuenta Melania García, responsable de digitalización del hospital.
“Cuando se diseña desde la empatía, se logra mucho más que una mejora funcional: se refuerza la dignidad”, añade.
En Adempa, la estudiante Laura Fernández ha desarrollado un dispositivo para facilitar la apertura del dedo pulgar de una niña con afectación motora. Un diseño simple, pero profundamente útil en sus sesiones de fisioterapia. “Crear algo desde cero, pensado para una persona concreta, me ha hecho salir del aula y conectar con lo esencial de nuestra labor: ayudar”, explica esta estudiante.
Marta Ferreiro, fisioterapeuta de la entidad, destaca el impacto funcional y motivacional: “Nuestra usuaria ha mejorado en movilidad y en actitud durante la terapia. Además, al ser una
solución accesible y sin coste para la familia, ha supuesto un alivio importante tanto económico como emocional”.
En el Colegio de Educación Especial San Rafael, el alumno Diego Ruiz identificó una necesidad común en las terapias: la falta de dispositivos personalizados que permitieran a los niños mantenerse de pie. Para dar respuesta, ha diseñado un sistema de agarres intercambiables para un bipedestador, lo que permite adaptar el dispositivo a distintos usuarios con distintas necesidades. “No ha sido sólo un reto técnico.
He colaborado estrechamente con los terapeutas para ajustar cada detalle y asegurar que el dispositivo fuera funcional, cómodo y seguro”, explica.
Este trabajo colaborativo resume bien el espíritu del proyecto: diseñar desde la escucha, la empatía y el conocimiento técnico. Marta Martín lo expresa con claridad:
“Es prioritario apoyar este tipo de iniciativas, donde el alumno aprende a pensar diferente, en base a necesidades reales, empatizando con la situación de los pacientes y generando soluciones tangibles que mejoren su día a día”.
La combinación entre innovación y compromiso se refuerza, además, con una mirada hacia el futuro de la fisioterapia. En una disciplina cada vez más vinculada a la tecnología, la impresión 3D se perfila como una herramienta clave. Así lo expresa la alumna Marcela Marcial:
“Manejar estas herramientas te pone un paso adelante. Te permite innovar, adaptarte y ofrecer más soluciones a tus pacientes”.
Una red de colaboración transformadora
Más allá de los dispositivos diseñados —prótesis, férulas, soportes y adaptadores—, lo que ha surgido es
una red colaborativa entre universidad, entidades sociosanitarias, familias y pacientes. Un proyecto con un impacto tangible que une innovación tecnológica y compromiso ético. “Este proyecto demuestra que la universidad puede ser un motor de cambio real cuando pone la innovación al servicio de la comunidad”, afirma Manuel Lara.
Este programa de Aprendizaje-Servicio no solo forma fisioterapeutas con habilidades tecnológicas, sino profesionales comprometidos, conscientes de que el verdadero valor del conocimiento está en ponerlo al servicio de los demás.
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