El presidente de la Associació Catalana d'Entitats de Salut (ACES), Lluis Monset.
El presidente de la Associació Catalana d'Entitats de Salut (ACES),
Lluis Monset,
reelegido en abril de este año, pasa revista a los temas candentes de la sanidad catalana y española. El portavoz de la
patronal más representativa de las empresas privadas proveedoras de servicios sanitarios y sociales en Cataluña evalúa la salud del sistema público y privado y las políticas impulsadas en la comunidad autónoma y en el Estado, pasando también por
Muface y la exclusividad de los jefes de Servicio. Sobre esta cuestión, aunque parezca impensable, según Monset, asegura en una entrevista a
Redacción Médica que de llevarse a cabo
"sería un favor al sector privado, pero no lo queremos".
¿Cuál es la salud en la actualidad de la sanidad privada en Cataluña?
Muy buena. Objetivamente hay diferentes parámetros y uno muy fácil de comprobar es la cantidad de personas que tienen una póliza de seguro privado, que es el indicador perfecto. Nuestra actividad crece, se están haciendo cinco hospitales nuevos y en Cataluña ya estamos cerca del 40 por ciento de gente que tiene una póliza privada.
Cómo valora el aumento del número de pólizas privadas en Cataluña y, especialmente, en Barcelona: ¿mérito de la sanidad privada o demérito de la sanidad pública?
Es mérito de la sanidad privada. La gente no compra una cosa porque otra no le gusta, la compra porque le gusta eso. Yo no veo una relación directa con quien opina que esto tiene que ver con que la sanidad pública va mal; veo una relación indirecta. La gente valora hacerse una póliza porque hay problemas de accesibilidad al sistema público. La accesibilidad es una de las condiciones por las cuales tenemos un sistema público, universal y gratuito. Ha empeorado y hay gente que ve más la necesidad de buscar alternativas. Si la sanidad privada no fuera capaz de darle una buena salida, no vendrían.
Es mérito de la sanidad privada, que está haciendo las cosas bien incorporando nuevas tecnologías, nuevos servicios, aproximar la prestación a los usuarios, tener poca espera y, sobre todo, esta se gestiona de otra forma. En la sanidad pública con quien interactúas no es con un profesional muchas veces, es con el sistema, que hace una lista. En la privada, interactúas con un profesional y si tienes relación, que es la mayoría de veces, esta es más cercana y por eso la gente quiere ir a la privada. Se ha alargado el tiempo de espera en la privada, pero se gestiona de otra forma.
¿Y hay semejanzas con la situación en España?
Sí, es un fenómeno de toda España. Las grandes corporaciones de centros que hay en Cataluña, muchas veces también están en España. Aquí están aterrizando todos los grandes grupos hospitalarios, que se suman a los grandes laboratorios o centros de diagnóstico por imagen. Y el resto de España tiene una situación parecida. Obviamente, en cuanto a la cantidad de gente que va a la privada, la proporción es muy alta en Madrid y Barcelona, pero en otros sitios como Baleares y Valencia también tienen una incidencia alta de asegurados.
¿Y cuál es la visión de ACES de la sanidad pública ahora mismo?
La sanidad pública tiene unos profesionales excelentes, que a veces compartimos entre la sanidad pública y la sanidad privada, unos equipamientos buenos, pero que en algunos casos comienzan a quedarse un poco obsoletos, y una organización en la que se pone muy buena fe, pero que tiende al colapso por la cantidad de gente que la demanda.
El déficit que se genera es un problema y ahora estamos hablando de miles de millones de euros cada año, y la deuda se va acumulando. Pienso que nuestro sistema, como prácticamente todos los sistemas tipos Beveridge, universales y gratuitos, están en un problema grave y previsible. La gestión la hacen directamente las administraciones, pero las administraciones no saben gestionar bien esto porque no se quieren poner límites, mientras que una empresa se tiene que poner límites. Si se gasta más, no se están haciendo bien las cosas. No se puede hacer déficit, no se debe crear deuda continuamente. Estamos traspasando la pelota a generaciones futuras y a esto no se le está dando la importancia que tiene.
¿Qué valoración hace ACES del primer año de Olga Pané como consellera de Salut?
Altamente positiva. Es una de las personas más bien preparadas para entender y conocer el mundo de la sanidad catalana. Es extraordinariamente trabajadora y operativa, no le da miedo afrontar ningún problema y plantea las cosas con sinceridad intentando ver cuáles son los pros y contras de cada cuestión para encontrar la solución. Así lo está haciendo.
Desde el primer momento ha reconocido que hay problemas en el sistema y que se tienen que solucionar. Por eso, ha nombrado al Cairos que hará propuestos tocando con los pies en el suelo. Nuestra visión es muy positiva desde el punto de vista de gestión de la pública y desde la privada, porque la relación que ha tenido con nosotros ha sido óptima. Ella apuesta claramente por colaborar y si la política la dejase, probablemente su colaboración sería total, porque es lo que debería ser. Tenemos que tener un sistema, no dos, porque todo el sistema trabaja por la salud de nuestros ciudadanos. La consellera Pané es consciente de que podemos ayudar y lo valoramos muy positivamente.
¿Y del acuerdo entre PSC, ERC y Comuns, que ponen el foco en la financiación y la republificación?
El Govern tiene apoyos parlamentarios, pero el Goven es de un solo color y el PSC ha tenido históricamente claro que se debe aprovechar la colaboración entre las diferentes instituciones, como órdenes religiosas, municipios o mutualidades. Cuando estuvo ERC en el poder, en sus momentos hubo diferencia. Los Comuns tienen una visión más contraria, con una idea que no tiene más sentido que una ideología muy trasnochada que es la animadversión al ánimo de lucro. El ánimo de lucro es uno de los incentivos, no siempre el más importante, que se ha utilizado y se seguirá utilizando y que mejor resultados da. Estigmatizarlo no tiene sentido.
Si pensáramos que porque hay ánimo de lucro, las personas lo anteponen, no podríamos hacer prácticamente nada. Los mismos profesionales tenemos ánimo de lucro. El sistema público no está privatizado, ni se privatizará nunca, tal y como ellos quieren hacer ver. El Estado siempre dará fórmulas para que todo el mundo pueda acceder al sistema sanitario de forma gratuita. Que detrás de esto haya ánimo de lucro o no, no tiene que ver con la privatización.
¿Cómo afecta a la sanidad concertada catalana la falta de presupuestos estatales y autonómicos?
Afecta de manera importante porque en algunos momentos ya ha habido tensiones de tesorería por parte de la Generalitat este año y se prevé que pueda haber más. Que no haya presupuestos estatales y autonómicos es grave y una anomalía. Se tendría que resolver porque no tiene ningún sentido. No hay ninguna organización seria, ni pública ni privada, que pueda ser eficiente si no sabe con qué dinero cuenta. Para el sector concertado, la situación puede ser problemática desde el punto de vista de que tengan una financiación muy ajustada y que haya problemas de tesorería.
ACES alertó que el acuerdo de gobierno PSOE-Sumar tendría "un alto coste en materia sanitaria" para el ciudadano". Casi dos años después, ¿está siendo así?
Cuando llegan al poder partidos que se autodenominan de izquierdas más o menos radicales, se acostumbran a moderarse. Acostumbran a hacer casi lo que hace todo el mundo. El concepto de progresismo tiene que ver con que las cosas cambien para adaptarse a las nuevas realidades. Pues aquí no, aquí resulta que lo progresista es que no cambie nada y hay un conservadurismo extraordinario. El sistema sanitario español y el sistema sanitario catalán tienen problemas que no tienen que ver con el ánimo de lucro, ni mucho menos. Ofrecer poder a terceros puede tentar a las personas, pero no tiene que hacerlo en la inmensa mayoría.
¿La Ley de Equidad está teniendo en cuenta la excepcionalidad de la colaboración público privada de Cataluña?
Por lo que nos dicen, sí. Junts está haciendo un planteamiento con la necesidad absoluta de incluir esta peculiaridad catalana y creo que no será problema en el sistema sanitario catalán público. Otra cosa es que se quieran incluir o no otras ideas como que una empresa que tenga ánimo de lucro no participe en esto o lo otro. Tendría un recorrido muy corto, porque los recursos no salen del día a la noche. Retribuir al capital no es un capricho, es una necesidad para que fluya. No creo que haya más de un 10 por ciento de la población que piense que el ánimo de lucro es malo.
¿Cómo puede afectar la reducción de la jornada semanal a las 37,5 horas?
Las relaciones laborales entre empresas y trabajadores han evolucionado y seguirán evolucionando muchos años. Estamos en una situación que será una disrupción total con la Inteligencia Artificial, porque el planteamiento será diferente. Todo el mundo desea tiempo libre, y si lo deseas para ti, lo deseas para los demás. Es lógico que se plantee, pero que se pueda hacer y no repercuta en la calidad o en los compañeros.
En el ámbito sanitario, que no se detiene nunca, una reducción sin más, sin ningún otro tipo de planteamiento que encaje que las plantillas están muy ajustadas y no hay profesionales,
tendría consecuencias muy negativas. La adaptación a las necesidades de las personas se tiene que hacer desde la proximidad, no con un real decreto. Todos deseamos trabajar menos horas con la misma productividad, pero debemos ver cómo lo podemos hacer.
Muface ha sido uno de los temas candentes de la sanidad a finales de 2024 y principios de 2025. Si las aseguradoras no mejoran las retribuciones de médicos y empresas, ¿Muface podría estar en peligro?
Muface está a priori en peligro porque es una situación heredada de hace muchos años y que es claramente diferencial entre los funcionarios del Estado. Los funcionarios del Estado tienen una situación muy diferencial en la cual pueden escoger entre ir al sector público convencional o estar cubiertos financieramente, pero escoger el sistema privado. Lo que deberíamos hacer es que todos pudiéramos acogernos a este modelo, no quitárselo a aquellos que están convencidos de que es lo mejor para ellos.
Hay gente que desde un punto de vista ramplón y no humanista dice que Muface debe desaparecer. Antes hay que mirar cómo funciona, qué ventajas tiene y si la gente lo quiere, porque puede que tengas que hacer lo contrario. La discriminación es un poco raro y seguramente no buena. No está bien visto políticamente y es fastidiado, aunque es un sistema para la Administración más barato y que da más satisfacción.
La Administración ha puesto más dinero porque llegó un momento que no era posible ofrecer la misma calidad sin más dinero. El principal problema es político, de entender que es bueno para la población. Cuando la discriminación es positiva lo que se tiene que hacer es que todo el mundo se pueda acoger.
¿Cómo puede afectar a la sanidad privada la exclusividad de los jefes de Servicio en la sanidad pública?
Le han hecho ver a la ministra que es un prejuicio que no tiene ningún sentido. Siempre decimos que los contratos se deben adaptar, siempre y cuando la persona dé un buen servicio. Si resulta que los jefes de Servicio son brillantes y quieren compaginarlo con la sanidad privada, esto se debe solucionar. Parece bastante imposible ahora, pero lo que dicen los profesionales es que será la sanidad pública la que perderá por la diferencia de honorarios entre trabajar en los dos sitios y solo uno. Esto sería un favor al sector privado, pero no lo queremos. Queremos que tanto el sector público como privado tengan profesionales de primer nivel.
Espero que no tenga trascendencia, porque será peor para la pública.
¿Qué otras cuestiones que se están planteando os preocupan del Estatuto Marco?
Básicamente estas. Una cuestión como está deberá tener consenso entre todas las partes. Probablemente la ministra de Sanidad quiere marcar diferencias. Las competencias de sanidad están transferidas y cada una de las comunidades autónomas tiene su forma de funcionar y sus propias legislaciones. Se tendrá que llegar inexorablemente a un acuerdo tanto desde el punto de vista de la propia estrategia política, de respecto a las autonomías, como desde la realidad de que no estamos ante un gobierno autócrata que puede decir lo que se hace sin tener en cuenta lo que piensan los demás.
En abril se renovó la presidencia de ACES y los objetivos del nuevo mandato se centran en la aplicación de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito sanitario y social. ¿Cómo puede ayudar la IA en el día a día de gestores y profesionales sanitarios?
Estamos ante la revolución más importante que ha vivido la humanidad. Hay mucha gente que tiene miedo a la IA porque los expertos dicen que llegará un momento en que la IA tendrá capacidad para decidir por ella misma, y esto es una novedad absoluta. Es una inteligencia parecida a la nuestra y la revolución es brutal. En un futuro podría pasar que la reducción de la jornada laboral sea más bien exigible por parte de los empresarios que no por parte de los trabajadores.
La situación en la que estamos es absolutamente única en la historia de la humanidad y todos debemos intentar ayudar. En el ámbito empresarial hay quien le cuesta asumir una innovación, por eso debemos ayudar a que se conozca y visualice, que tiene una utilidad extraordinaria. Lo que está por venir en Medicina en los próximos diez años es impensable. Con una tecnología tan potente, la Administración debe hacer industria de ello. Es un reto apasionante porque nos lleva a un mundo que no habíamos vivido antes y es una tecnología profundamente democrática.
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