Ramón Hernández Rastrollo, presidente Secip y Gema Arriola, presidenta de la Comisión Nacional de Pediatría
Igual que ocurre con las fichas de dominó, el hecho de no contar con un reconocimiento oficial en
Medicina Intensiva Pediátrica a través de un
Área de Capacitación Específica (ACE) desencadena una serie de consecuencias que afectarían tanto a profesionales -a la hora de cubrir plazas especializadas- como a pacientes - al ser atendidos por perfiles sin la suficiente capacitación-. De momento, la titulación cuenta con el
respaldo de dos comunidades autónomas mientras que otras dos se encuentran a la espera de recibir la documentación adicional solicitada al Ministerio de Sanidad en relación a la
financiación y regulación de dicha formación.
En concreto, la nueva ACE habría recibido el informe favorable de
Aragón y Castilla-La Mancha. Por su lado,
Navarra y País Vasco prefieren esperar y estudiarán su creación en el Grupo de especialización "en Ciencias de la Salud en el que están todas las autonomías". "Insisten en que tiene que ser Sanidad el organismo que defina previamente cómo se va a regular, sobre todo desde el punto de vista económico", explica Ramón Hernández Rastrollo, presidente de la Sociedad Española de Cuidados Intensivos Pediátricos (Secip).
Aunque su voto, finalmente, fuera a favor, la titulación seguiría necesitando el apoyo de otros tres territorios adicionales, aunque, de momento, el resto de autonomías "no han contestado", según revela a
Redacción Médica Gema Arriola, presidenta de la Comisión Nacional de Pediatría.
Pese a iniciar su tramitación al mismo tiempo, la
ACE de Neonatología llevaría mucho más terreno recorrido dentro de la Administración, a falta ya de las últimas aprobaciones para su materialización por parte de los órganos parlamentarios y la
Comisión Nacional de la especialidad. "Lo que ocurre es que las trabas que se han ido poniendo en el camino de
Medicina Intensiva Pediátrica han sido cada vez mayores y todavía no hemos conseguido que siete comunidades autónomas apoyen nuestra solicitud", lamenta Hernández Rastrollo.
Falta de reemplazo de intensivistas pediátricos
La pelota, afirma, está ahora en el tejado de Sanidad, tras enviar toda la documentación solicitada en relación a "las Unidades en marcha y toda laa formación e investigación que se está haciendo en Medicina Intensiva Pediátrica" y cumpliendo con los "muchos requisitos exigidos". El departamento liderado por Mónica García, de momento, pide calma. Al parecer, su intención es ir paso a paso, "ver qué pasa" con Neonatología antes de seguir con el resto de procesos en torno al resto de formaciones.
Con todo, la consecuencia más inmediata de esta demora se manifiesta
cada vez que un intensivista pediátrico se jubila y "la plaza sale a concurso para cualquier pediatra que la solicite", al no existir unos requisitos específicos de formación. Es decir, "al no haber un reconocimiento oficial,
no se asegura el reemplazo de los profesionales que van a cesar con su actividad", reduciendo, por tanto, la cifra de personal especializado en los centros y, con ello, la calidad en la asistencia a los menores en Unidades de Cuidados Intensivos, tal y como denuncian desde la sociedad científica.
Diploma de acreditación a los 5 años
De hecho, tienen constancia de que, en hasta tres hospitales del Sistema Nacional de Salud (SNS), situados en Santander, Alicante y Las Palmas,
los cuidados intensivos de los menores son proporcionados por intensivistas de adultos debido a esos problemas de mantenimiento de plantillas de pediatras especializados en esta área. Una "pequeña anomalía" entre las 52 unidades atendidas por intensivistas especializados en población infantojuvenil.
"Son excelentes profesionales de la Medicina Intensiva, pero pensamos que no son los más adecuados para atender pacientes" menores, declara el especialista, teniendo en cuenta el periodo de "crecimiento y desarrollo" en el que se encuentran "con cambios en la composición corporal y una
fisiología muy peculiar". Por tanto, cuando presentan una enfermedad crítica, deben ser atendidos por "pediatras con un recorrido y una formación" específica.
De momento, la única forma de validar la experiencia disponible es un diploma de acreditación que se concede a aquellos pediatras que
llevan cinco años trabajando en cuidados intensivos y "cumplen unos exigentes requisitos de formación" a ojos de la Secip y la Aep. No obstante, dicho documento acreditativo, creado por las sociedades científicas, no tendría una validez oficial "a la hora de optar a una plaza pública en una Unidad de Cuidados Intensivos pediátricos tras la jubilación el cese de un intensivista pediátrico" y ganar preferencia frente al resto de profesionales de Pediatría procedentes de otras áreas.
Un reconocimiento lógico, a ojos del experto, teniendo en cuenta los 50 años de historia que acumula la Medicina Intensiva Pediátrica en nuestro país, con "más de cincuenta UCI abiertas, 15.000 pacientes atendidos cada año, una revista científica y un máster propio en cuidados intensivos pediátricos. "La realidad es que, cuando un niño, de la edad que sea, ingresa en un hospital en estado crítico, lo atendemos nosotros. Y para que salgan adelante en condiciones,
tienen que atenderles pediatras formados".
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.