Practicar con la guitarra o cantar aumenta la conectividad funcional de la ínsula con otras regiones cerebrales

Tocar un instrumento cambia la conexión de las redes neuronales
Practicar con la guitarra conlleva una serie de estímulos sensoriales.


7 ago. 2017 14:30H
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POR REDACCIÓN
Tocar música aumenta la conectividad funcional de la ínsula con otras regiones cerebrales, generando así cambios en la organización de las redes neuronales, según un estudio de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) publicado en la revista Human Brain Mapping.

Practicar con un instrumento musical, como el piano o la guitarra, así como cantar a nivel profesional, conlleva una serie de estímulos sensoriales y motores que generan un incremento de la actividad cerebral en áreas como la corteza auditiva, la corteza somatosensorial y la motora, todas ellas fundamentales para la percepción musical y la ejecución instrumental.

Los investigadores de la UIB, en colaboración con investigadores de la Universidad Ramon Llull y de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), han explorado la organización de las redes neuronales de la ínsula, una de las regiones más importantes en la integración y la percepción sensorial.

Para ello, han estudiado la conectividad de esta región con otras áreas del cerebro mediante el uso de la resonancia magnética funcional, una técnica de imagen que permite medir los cambios metabólicos que ocurren en el cerebro.

Mayor procesamiento de estímulos e información

Además, han comparado el cerebro de los músicos y de los no músicos, observando que los primeros tenían un incremento de la conectividad funcional de la ínsula con regiones relacionadas con la detección y el procesamiento de estímulos (corteza cingulada anterior), procesamiento de información y el control (cortex prefrontal), así como con el sistema de recompensa y procesamiento emocionales (corteza orbitofrontal).

Del mismo modo, los científicos han descubierto que los músicos con más experiencia tenían una mayor conectividad con regiones del cerebro básicas para la práctica musical como, por ejemplo, las regiones del procesamiento sensitivo-motor (corteza motora y somatosensorial primaria), así como las del procesamiento auditivo y visual (corteza auditiva primaria y occipital).
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