Un estudio lo demuestra en adultos jóvenes seguidos en el tiempo

La conmoción cerebral acelera el alzhéimer si se portan sus genes
El traumatismo craneoencefálico desencadena, en cierta medida, algunas enfermedades neurodegenerativas.


13 ene. 2017 11:00H
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POR REDACCIÓN
Los traumatismos craneoencefálicos aceleran el alzhéimer en portadores de los genes predisponentes a padecerlo.

Al menos ésa es la hipótesis que defienden investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston (Estados Unidos), quienes han observado que, en efecto, las conmociones cerebrales aceleran la aparición de la patología en aquellas personas con antecedentes genéticos (y, por lo tanto, con elevado riesgo de haber heredado la predisposición).

El hallazgo, publicado en la revista Brain, resulta prometedor para detectar la influencia de los traumatismos craneoencefálicos en la actividad neurodegenerativa.

Las lesiones cerebrales constituyen uno de los factores de riesgo ambientales más potentes para el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer de inicio tardío, pero no está claro si un traumatismo cerebral leve o una contusión  elevan, a su vez, el riesgo.

Muestra de veteranos de guerra

Para comprobarlo, los autores estudiaron los casos de 160 veteranos de guerra de Irak y Afganistán, entre los que había algunos que habían sufrido más de una conmoción cerebral y otros no.
Mediante el uso de resonancias magnéticas midieron el espesor de su corteza cerebral en siete regiones que son las primeras en mostrar atrofia en la Enfermedad de Alzheimer.

“Hemos encontrado que tener una conmoción se asoció con un menor espesor cortical en las regiones cerebrales que son las primeras en verse afectadas”, ha explicado Jasmeet Hayes, quien ha liderado la investigación, lo que “unido a factores genéticos podría favorecer una disminución de la memoria en algunos sujetos”.

Hayes y su equipo han subrayado la importancia de haber detectado estas anomalías cerebrales en un grupo relativamente joven, con una edad media de 32 años, lo que resulta prometedor “para detectar la influencia de la conmoción cerebral en la neurodegeneración precoz”.
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