Amparo Luzila Añón relata cómo es su día a día en el Hotel-Balneario de Manzanera, en Teruel

"Soy médico de hotel y recomiendo a todos mis colegas este trabajo"
Amparo Luzila Añón.


29 jun. 2019 10:00H
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POR BORJA NEGRETE
La vida de Amparo Luzila Añón da para una serie de la HBO. Esta médico de 63 años terminó la licenciatura en los 80, y su vida le ha llevado por los derroteros más diversos. Desde hacer las guardias en 'fiestas de toros', dedicarse a la agricultura en su pueblo de Valencia, formar parte del equipo médico del aeropuerto de Ibiza (donde vivió una amenaza bomba), sacarse el MIR a los 56 años hasta aterrizar en el mundo de la Medicina de los hoteles-balneario. En la actualidad lleva 10 años en el Hotel-Balneario de Manzanera, en Teruel, y no puede estar más satisfecha con su trabajo. "Se lo recomendaría a todos mis colegas médicos", afirma a Redacción Médica. 


Aparte del sueldo, el médico tiene la opción de que el centro cubra su alojamiento y manutención


Tal y como señala, ser médico en estos centros no requiere haber hecho especialidad médica alguna. De hecho, esta es una de las razones que le empujó a buscar una salida laboral en balnearios, ya que Añón, aun habiendo aprobado el examen MIR, no quiso hacer las prácticas. Esta profesional se muestra más que satisfecha con su elección: "Llegar aquí después de un trabajo tan estresante como el de médico de aeropuerto es lo más. Esto es vida. Esto es vivir. Aquí hay paz, salud integral, aire sano, agua sana, comida... estás en un lugar donde la gente viene para alejarse de los problemas cotidianos". 

Entre los puntos positivos que Añón menciona, cabe destacar que "el paciente es muy agradecido. En este tipo de centros vienen muchas personas mayores, que son muy educadas y agradecidas. Que se reconozca tu trabajo es reconfortante. Y además lo ves. En apenas cuatro días ves cambios impresionantes en las personas". Otro de los puntos que más valora Añón es "el tiempo. En cualquier consulta médica, el tiempo escasea. Sin embargo, aquí le puedes dedicar al paciente todo el tiempo que necesita. Y eso es algo fundamental. Se ha avanzado mucho en diagnóstico y la tecnología sanitaria se ha desarrollado en gran medida, pero lo más importante sigue siendo escuchar, y el paciente agradece que se le escuche". 

La formación es otro de los grandes alicientes de esta profesional. "Aquí aprendes todos los días. Es fabuloso". Además, en su caso, y en el de otros hoteles-balneario, el médico tiene opción de alojarse en el centro. "Aparte del sueldo, tienes el alojamiento y la manutención cubiertos. Eso sí, si eliges la opción de alojarte tienes que tener en cuenta que te pueden necesitar en cualquier momento". 

El día a día del médico de hotel


Por Amparo Añón pasan todas las personas que acudan al Balneario de Manzanera. "Vienen particulares, pero la mayoría son personas del Imserso. Se atiende a todos los clientes y se les elabora una historia clínica. Se les hace un reconocimiento respiratorio, circulatorio, digestivo y se recoge información sobre la medicación que toman. Una vez recopilada esta información se les asigna unas terapias concretas dentro del balneario: piscina, sauna, aerosoles, etc.". 

La facultativa reconoce que dedica gran parte de su tiempo a esta tarea, pero no es la única. "También organizamos charlas formativas con diversos especialistas y participamos en caminatas por la zona con los clientes. El ejercicio físico es fundamental para la salud, y esta zona es idílica para pasear". 

Añón recomienda a todo aquel médico que quiera trabajar en un puesto como el suyo que se forme lo posible en Hidrología y que cuide "mucho la historia clínica. Una buena historia clínica es un elemento clave para cualquier puesto médico, y para este también". 

Sustos en el balneario


Como médico, una de las tareas que no puede faltar en un balneario es el tratamiento de las Urgencias. Amparo Añón reconoce haberse llevado algún que otro "susto". "Ni siquiera en un balneario existe la tranquilidad absoluta", dice de forma jocosa. El caso que más recuerda es el de un "señor con angina de pecho. Casi se desmaya. Le vi muy mal. Tuvo que venir a llevárselo un helicóptero. Estamos a 50 kilómetros de Teruel". 

Aparte de este caso, Añón también recuerda el de un señor que acudió al balneario con una taquicardia. También es habitual "tratar golpes, una señora llegó a romperse el brazo, y los mareos en la sauna". No obstante, estas anécdotas no enturbian un oficio en el que Amparo Añón se siente de lo más a gusto. 
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