Ainhoa Álvarez, presidenta de la Sociedad Española del Sueño (SES).
El
sueño se ha convertido en una de las nuevas fronteras de la Medicina. La
evidencia científica sobre su impacto en la salud cardiovascular, metabólica y mental crece con rapidez, pero su abordaje sigue siendo desigual dentro del sistema sanitario. La demanda asistencial no deja de aumentar (con un auge de unidades específicas del sueño, mayor derivación a especialistas y una explosión de consultas relacionadas con el insomnio crónico), mientras los expertos señalan
importantes lagunas en la formación médica.
Ainhoa Álvarez, presidenta de la Sociedad Española del Sueño (SES), lo resume con claridad en una entrevista para
Redacción Médica. "La mayoría de las especialidades médicas no abordan de forma completa todos los trastornos del sueño". Una afirmación que evidencia un
vacío formativo que impacta directamente en la práctica clínica y en la
capacidad de detectar precozmente alteraciones del descanso.
Una visión multidisciplinar todavía insuficiente
La SES, que agrupa a
profesionales dedicados al estudio del sueño desde distintas especialidades, trabaja para suplir estas carencias. Álvarez explica que contar con grupos de trabajo especializados (insomnio, cronobiología, trastornos respiratorios del sueño o sueño pediátrico) permite mantener
una visión integral, pero advierte que aún no es suficiente.
Según detalla, estos grupos elaboran guías y documentos técnicos orientados a "unificar criterios diagnósticos, promover prácticas clínicas de calidad y fortalecer la formación de equipos multidisciplinares". La idea central es que
el sueño no puede tratarse de forma aislada, ya que abarca desde patologías neurológicas y respiratorias hasta problemas cardiovasculares, psiquiátricos y metabólicos.
Precisamente, hay iniciativas desde el sector que apuntan hacia este paradigma. La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ),
acaba de lanzar la 'Estrategia de Salud del Sueño' que aspira a "mejorar la higiene del sueño de la población,
aumentar el cribado, diagnóstico y tratamiento temprano de los trastornos del sueño más prevalentes y reducir la medicalización… favoreciendo tratamientos no farmacológicos".
La propia Separ estima que, con esta estrategia, podría
reducirse hasta un 50 por ciento el insomnio en ciertos colectivos, lo que pone de relieve el enorme margen de mejora en prevención y difusión de hábitos saludables en este sentido.
La formación sanitaria, un reto estructural
Para la SES, uno de los principales puntos críticos es la
falta de formación reglada. Álvarez recuerda que la sociedad celebra una reunión anual que reúne a los principales expertos en Medicina del sueño y que, además, en los últimos años han impulsado cursos de actualización como el programa 15x15 o el curso para técnicos de sueño.
Sin embargo, insiste en que las necesidades formativas superan ampliamente la oferta actual. "Somos conscientes de que la mayoría de las especialidades médicas no abordan de forma completa todos los trastornos del sueño", insiste, dejando claro que
la formación de grado y la especializada todavía están lejos de reflejar la relevancia clínica del sueño.
Másteres, formación continuada y programas específicos ayudan a reducir la brecha, pero desde la SES advierten que
la Medicina del sueño requiere una presencia más sólida tanto en la universidad como en la formación MIR.
El termómetro del sueño en la farmacia
La incidencia creciente de problemas de sueño no solo se percibe en la consulta médica; también se refleja cada día en las farmacias. Javier Palacios, farmacéutico comunitario, confirma que
el cambio se disparó tras la pandemia. "A partir del Covid el incremento fue tremendo", señala. La falta de actividad y el aumento del estrés generaron un repunte de insomnio que todavía hoy se deja notar.
Ante esta situación, explica Palacios,
los consejos farmacéuticos se orientaron inicialmente hacia productos naturales como valerianas, pasiflora o espino blanco, además de adaptógenos. "La melatonina fue un magnífico aliado en ese momento", apunta. Y recalca que intentan "evitar en todo momento el uso de benzodiacepinas y otros fármacos ansiolíticos o sedantes".
Las farmacias, afirma, reciben cada día numerosas consultas. "
El problema del sueño es quizás la mayor patología que llega a nuestro mostrador y una de las más difíciles de solucionar". La oferta es amplia, pero el reto va más allá del producto.
Palacios alerta de que
el abuso de benzodiacepinas se ha convertido en un problema social. "La población hace abuso de estos fármacos y debemos tomar medidas". Cita programas como Benzostop, en Andalucía, donde farmacéuticos, médicos y psicólogos trabajan juntos para reducir su consumo mediante
educación en hábitos de vida y medidas de higiene del sueño.
Desde Farmacia defienden que las boticas deben desempeñar un papel clave en la detección temprana, de cara a "seguir siendo uno de los principales eslabones para
educar a la población y desligar al paciente del abuso de ansiolíticos".
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