Hermenegildo Marcos analiza en Redacción Médica los grandes retos del desarrollo tecnológico en su aplicación en la AP rural.
Existen aproximadamente 30.300 médicos de Familia trabajando en
Atención Primaria (AP), según datos del Ministerio de Sanidad. Con estas cifras, el
Informe de necesidad de médicos especialistas en España 2023-2035 estima que faltan casi 4.000 especialistas en Medicina de Familia y Comunitaria. Y esta situación solo se agravará durante los próximos años, llegando a su cénit en 2028. Para paliar los efectos, el Ministerio liderado por Mónica García ha aprobado recientemente una inversión de
172 millones de euros para el refuerzo de la AP. Así, entre las medidas previstas, se contempla la apuesta por la tecnología y la Inteligencia Artificial en la asistencia sanitaria. Una iniciativa que desde el mundo rural, donde la falta de profesionales preocupa aún más, entienden como una oportunidad. Eso sí, siempre y cuando se tengan en cuenta las particularidades de unas regiones cada vez más envejecidas y se garantice la igualdad en la asistencia sanitaria.
Hermenegildo Marcos, representante nacional de la sección colegial de Médicos de Atención Primaria Rural de la
Organización Médica Colegial de España (OMC), lo explica en una entrevista con
Redacción Médica.
La situación de la AP en el mundo rural
“Los problemas que tenemos son la escasez de personal, las dispersiones, el mal equipamiento y que no nos sentimos apoyados por la administración”, afirma Hermenegildo Marcos. Sobre esto último, señala que las principales carencias de la
AP en el mundo rural tienen que ver con la tecnología y el equipamiento médico. “La telemedicina no es simplemente una llamada telefónica”, advierte. Por contra, explica que para que este modelo funcione correctamente, es necesario contar con un
sistema tecnológico robusto y con dispositivos médicos básicos, como electrocardiógrafos, espirómetros, equipos para exploraciones generales o ecógrafos. Sin ellos, no se puede atender adecuadamente a los pacientes.
Con todo ello, Hermenegildo Marcos reconoce que, a la hora de lidiar con la coyuntura actual, la tecnología se ha convertido en un gran apoyo. “Las comunicaciones han mejorado”, asegura. Precisamente por esto, él defiende que es importante seguir apostando por su desarrollo. “Es una ayuda y ahí debemos trabajar porque es el futuro. No nos podemos cerrar porque es algo que bien usado nos puede ayudar mucho”, defiende. Es aquí cuando cita el ejemplo de las
aplicaciones de salud. “Bien usadas en las personas mayores con patologías crónicas, o con polimedicación,
ayudan al control de los síntomas de alarma”, argumenta. “Es algo que está ahí y que hay que aprovechar. Pero se necesita formar a la gente, sobre todo a la gente mayor, y vencer un poco las reticencias a usarlas”, agrega.
Educación en tecnología sanitaria
Así, en cuanto a la educación tecnológica, el especialista tiene claro que la formación pasa por “no obligar, porque todo lo que se obliga crea una resistencia”. Por contra, él defiende que es necesario ir haciendo ver a la población
las bondades que tiene la tecnología. “Si el problema es burocrático, como renovar una receta, no hace falta ir a consulta. Si se trata de una baja y solo es una conversación sobre cómo estás, tampoco. Pero si hay que hacer una exploración o una analítica, por supuesto que hay que acudir presencialmente”, matiza. Para él, la tecnología ayuda a gestionar mejor el tiempo del profesional y de los pacientes, evitando desplazamientos innecesarios. “Es muy importante no imponerla, sino aplicarla de forma progresiva, respetando siempre las fortalezas que ya tenemos: la Atención Primaria, la
longitudinalidad, la sensibilidad. La tecnología incluso puede mejorar esa sensibilidad, así como la continuidad del tratamiento”, defiende.
Pero Marcos va un paso más allá: “ Hay que garantizar la igualdad: que todos los pacientes tengan acceso. A veces ocurre que, paradójicamente, quienes más necesitan cuidados médicos son los que tienen menos acceso a la tecnología y pueden terminar más
excluidos del sistema”. Es aquí cuando vuelve a remarcar la importancia de la formación. “Este cambio es inevitable y puede aportar mucho. Por eso, son fundamentales la formación, la concienciación, una buena comunicación, y contar con infraestructuras tecnológicas que agilicen los procesos”, concluye.
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