Hans Henri P. Kluge, director regional de la Organización Mundial de la Salud para Europa.
Cerca de 100 participantes de 38 Estados Miembros y 12 organizaciones interesadas se reunieron en la decimoquinta sesión del Grupo de Trabajo Europeo sobre Medio Ambiente y Salud (EHTF). El informe
Aspectos destacados de la decimoquinta reunión del Grupo de Trabajo Europeo sobre Medio Ambiente y Salud, publicado por la
Organización Mundial de la Salud (OMS), recoge los principales resultados del encuentro. Así, como conclusión del debate, se señala que la coordinación entre Estados Miembros, asociaciones sectoriales y organismos internacionales establece un marco sólido para enfrentar los retos de salud del siglo XXI, garantizando sistemas resilientes, sostenibles y centrados en la prevención.
Salud y clima: avances clave en la innovación europea
La Organización Mundial de la Salud en Europa ha reafirmado que la salud ambiental es uno de los ejes principales de la estrategia hasta 2030. El S
egundo Programa de Trabajo Europeo (EPW2) establece el binomio
medio ambiente y salud como uno de sus pilares fundamentales, garantizando que las prioridades de salud ambiental guíen la agenda regional y fortalezcan la capacidad de respuesta frente a la
crisis climática.
En este contexto, se anunció la creación de la
Comisión Pan-Europea sobre Clima y Salud, un nuevo organismo de alto nivel que tendrá la tarea de elaborar recomendaciones concretas para que los sistemas de salud sean más resistentes y sostenibles. La iniciativa busca que la lucha contra el cambio climático forme parte de las políticas sanitarias. Para ello, se propone adaptar los
hospitales y centros de salud con bajas emisiones de carbón, reduciendo sus emisiones de carbono y preparándolos para enfrentar los efectos del clima extremo. La
Asociación de Acción Climática del Sector Sanitario lidera este esfuerzo, impulsando tanto la aadecuación de los servicios médicos como la reducción de su impacto ambiental.
Avances de la UE en salud ambiental
Varios Estados Miembros presentaron avances tangibles en la integración de la salud y el medio ambiente.
España, por ejemplo, midió la
huella de carbono de su sistema sanitario, mientras que Bélgica diseñó hojas de ruta para reducir las emisiones del sector. Austria ha reforzado su capacidad para responder a olas de calor extremo y ha creado herramientas que permiten evaluar de manera autónoma los riesgos climáticos. Alemania, por su parte, presentó un informe detallado sobre cómo el cambio climático afecta a la salud, ofreciendo datos clave para orientar las decisiones políticas.
La prevención y la promoción de la salud también tuvieron también un fuerte protagonismo. La
Asociación de Biomonitorización Humana utiliza evidencia científica para guiar la regulación de sustancias químicas, reduciendo la exposición de la población a tóxicos y fortaleciendo la salud pública. Además, el nuevo marco ofrecerá una visión más completa de la salud ambiental, gracias a la incorporación de
indicadores sobre salud urbana y enfermedades no transmisibles.
El refuerzo de la infraestructura sanitaria completa esta estrategia. La Asociación de Centros de Toxicología trabaja para consolidar la capacidad de los laboratorios regionales, mientras que el Protocolo sobre Agua y Salud busca garantizar
sistemas de agua, saneamiento e higiene (WASH) más resilientes frente al cambio climático. Con todo, el objetivo de estas iniciativas es claro y común: crear entornos saludables y sostenibles, reducir riesgos y preparar a la región europea para futuras
emergencias sanitarias.
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