Recientemente se ha presentado el informe 'Humanización de la atención y el trato a personas con depresión', realizado por la Fundación Humans y la colaboración de Lundbeck, que pone de manifiesto la necesidad de un enfoque humanizado en depresión, que integre todas las dimensiones emocionales, sociales y culturales de una de las enfermedades más prevalentes y con mayor impacto en la calidad de vida.
Julio Zarco, director gerente del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús y presidente de la Fundación HUMANS, analiza en esta entrevista el presente y futuro de la humanización en la atención de las personas con depresión.
¿Qué significa realmente “humanizar” la atención en salud mental?
Humanizar la atención en salud mental es afianzar una aproximación humanista al mundo de la persona que padece una enfermedad mental. Resaltar los principios del Humanismo sociosanitario es su pilar básico y ello se apoya en unas adecuadas herramientas comunicacionales, una actitud comprensiva, empatía y compasiva y fundamentalmente en una visión sistémica e integradora.
¿Cuáles son las barreras que dificultan actualmente un trato humano y empático en la atención de las personas con depresión?
Existen muchas barreras que dificultan el trato empático en las personas que tienen depresión. Algunas son estructurales: la falta de tiempo, la gestión de las listas de espera, los inadecuados espacios, etc. son formativas: la excesiva tecnificación y súper especialización, el afán por el sobrediagnóstico o las inadecuadas habilidades relacionales y comunicacionales. Por último, la transculturalidad y las peculiaridades antropológicas que condicionan la expresividad de los síntomas, suelen ser las causas más frecuentes.
¿Cómo influye el estigma en la calidad del trato que reciben las personas con depresión?
El estigma genera una despersonalización en el trato a las personas con depresión y generan prejuicios que tienen un gran impacto negativo en las personas con depresión y sus familias. No hay que olvidar que existe un “estigma profesional”, que es el que se refiere a la percepción inadecuada que tienen muchos profesionales de la salud con las personas que tienen depresión. Un elevado volumen de personas con patologías crónicas y de alta prevalencia conllevan inherentemente una patología depresiva asociada y no se la valora y dimensiona de una manera adecuada. Infravalorar y no manejar de manera adecuada una depresión en el contexto de otras patologías orgánicas, puede tener un efecto devastador para el curso evolutivo de esta enfermedad mental.
Desde su experiencia, ¿cuáles son los errores más comunes en la atención y trato de las personas con depresión?
Siguen persistiendo muchos errores en el tratamiento y diagnóstico de las personas con depresión. Algunos de los más frecuentes son: La demora en el diagnóstico de la depresión, la dificultad en el manejo farmacológico, el manejo de la depresión en el contexto de otras patologías y muy especialmente en el paciente con patologías crónicas de alta complejidad, el manejo de la aparición durante el tratamiento del sobrepeso o problemas en el área sexual y el manejo del binomio dolor crónico y depresión.
En el informe se pone de manifiesto, entre otras cosas, la importancia de la escucha activa y el acompañamiento emocional. ¿Esto es posible en la actualidad con la gran prevalencia de casos por ejemplo en la AP?
La escucha activa, el acompañamiento y otras dimensiones de las competencias relacionales como la empatía, la compasión y la visión integral y multisistémica es fundamental para el manejo de cualquier paciente y muy especialmente de aquellos que padecen enfermedades mentales. Sin estos valores fundamentales no realizaremos un enfoque y un manejo adecuado, por ello debemos reivindicar la visión humanista y antropológica de la atención sanitaria. Estos valores están incardinados como el ADN de las profesiones médicas y muy especialmente en la psiquiatría y la medicina de familia. No puede darse la situación de un buen médico de familia que en su ejercicio profesional no haga gala de estas características. Por ello la atención primaria debe luchar y reivindicar más que nunca estas herramientas que constituyen su esencia y sin las cuales la atención generalista dejaría de tener sentido. Eso significa: tiempo, formación y sensibilidad.
¿Qué buenas prácticas pueden implementar los médicos para garantizar una atención más humana?
Las buenas prácticas humanistas que garantizan una atención más humana pasan todas ellas por tener interiorizada una buena entrevista clínica y un adecuado entrenamiento de competencias relacionales. También tenemos que hacer gala de unas adecuadas herramientas psicoterapéuticas. No todo es molécula, la molécula debe estar acompañada por humanismo y psicoterapia.
En el documento mencionan que la atención médica no solo debe centrarse en la farmacología, sino en un enfoque humanizado que integre las distintas dimensiones de la persona y de la patología. ¿Cómo cree que debería trasladarse esta humanización al tratamiento de las personas con depresión?
El principio básico es que cuando abordes al paciente nunca pienses en que es una depresión. Cuando uno contacta e interacciona con el paciente, antes que nada, está la persona, la persona en su total y global humanidad. Es una inadecuada praxis pensar en la patología y no ejercer una visión holista y sistémica de la persona y su entorno. Primero la persona, luego la patología.
¿Cómo ve el futuro? ¿Qué retos prioritarios existen para humanizar el trato de estos pacientes?
El futuro lo veo halagüeño pues poseemos un fantástico arsenal terapéutico que si somos capaces de enlazarlo con los principios humanísticos conseguirán no solo una mejor resolución de los problemas, sino una mejora en la percepción de los cuidados y de la atención. Para mí los grandes retos que tenemos son los que seguimos teniendo en los últimos 50 años, que son la tendencia a la fragmentación y la hipertecnificación, la cultura de la prisa y la inmediatez y la funcionarización del ejercicio médico. Ahora más que nunca se hace imprescindible reivindicar los principios del Humanismo médico a través de una visión generalista, empática y antropológica.
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