La Revista

Las situaciones de tensión, las pérdidas de nervios o simplemente la violencia desatada a veces llegan a consulta

Cuando el médico es víctima en su propia consulta


20 mar. 2016 20:30H
SE LEE EN 7 minutos
POR CARLOS COROMINAS
Urgencias del Hospital de Jerez. Un médico de familia prepara el parte de alta voluntaria a un paciente que ha ingresado 18 horas antes con una intoxicación por consumo de hachís que ya está cansado del hospital. El joven, de entre 20 y 25 años, se encuentra consciente y los efectos de la droga ya se han pasado. A pesar de la recomendación del médico, que lo aconseja seguir en observación, el chico decide firmar.

Hasta aquí, todo normal: una situación de rutina que termina con el alta voluntaria de un paciente consciente y en pleno uso de sus facultades mentales. Sin embargo, el padre del chico no acepta la actuación del médico. Su forma de mostrar esta disconformidad: un puñetazo por la espalda al sanitario.

“Me encontraba en la sala de observación donde hay 20 camas y en la que trabajan auxiliares, enfermeras y más médicos. Estaba atendiendo a un paciente cuando noté un golpe por la espalda. Sin saber lo que me había pasado me di la vuelta y vi al padre del chico con la mano en alto mientras me gritaba: «¡Te voy a dar otro!». Fue entonces cuando fui consciente de que me habían dado un puñetazo”.

Fernando Paúl, médico de familia y víctima de una agresión en el desempeño de su labor

Este es el relato de la agresión que sufrió hace dos años Fernando Paúl, médico de familia del servicio de Urgencias del Hospital de Jerez. Tras producirse los hechos, que ocurrieron en torno a las 11 de la noche, el facultativo habló con el jefe de guardia porque no se encontraba con fuerzas de seguir trabajando. Además del golpe, se sentía nervioso y le había subido mucho la tensión. Le hicieron una hoja de asistencia como un paciente más, se tomó un tranquilizante y se fue del hospital a las 12:30 de la noche. Al día siguiente llamó al Colegio de Médicos de Cádiz para denunciar lo sucedido.

“No quiero mandar a nadie a la cárcel”

El servicio de asesoría jurídica del órgano de representación médica se puso inmediatamente con su caso. No se llegó a juicio porque las partes pactaron una sentencia de seis meses de prisión y una orden de alejamiento. Paúl habla claro sobre el objetivo de su denuncia: “Yo no quiero meter a nadie en la cárcel, mucho menos a un padre que se preocupa por su hijo, ni creo que ningún médico quiera eso, pero sí que sirva para que no se vuelva a repetir”.

“Te voy a pegar dos tiros”
El de Paúl no es el único caso de agresión que se ha producido en el Hospital de Jérez de Cádiz. Un suceso de hace más de tres años del que Paúl se enteró hace un mes revela el miedo de los médicos a denunciar y los efectos psicológicos que pueden llegar a padecer. El médico relata cómo una compañera suya fue amenazada por un paciente que le espetó: “Tengo licencia de armas, voy a salir a la calle y te voy a pegar dos tiros en la cabeza”. Después de aquello, la médica estuvo 15 días de baja y no denunció porque “un familiar le dijo que iría a juicio y que tendría que recordarlo todo”. Este hecho se produjo en la consulta 6 del Hospital de Jerez y “esa médica, a fecha de hoy, todavía no atiende en esa sala por el miedo a recordar los acontecimientos”, según afirma Paúl, que sentencia: “El daño psicológico existe y es muy importante”.
En opinión de Paúl, las denuncias sirven precisamente para eso, para que casos como este no acaben ocultos en la impunidad. “Es una forma de evitar que esa persona vaya al día siguiente al bar y diga que para que le hagan caso en Urgencias hay que gritar, amenazar, insultar o agredir”, explica el médico, que añade: “Si el personal sanitario no hace nada, no denuncia, esa persona tendrá la sensación de que ha hecho bien las cosas”.

Los recortes como causa de frustración

Nada justifica una agresión, pero sí hay situaciones que pueden provocar el estrés de los pacientes y llevarles a situaciones límites. Al menos eso es lo que piensa Paúl. “El deseo del bienestar del paciente o de su familiar se transforma en frustración porque no mejora o porque lleva cinco meses en lista de espera”, precisa. De hecho, el tiempo en ser atendido fue la tercera causa de las agresiones a médicos en 2015 y supusieron el 14 por ciento de las mismas, según datos del Observatorio de Agresiones de la Organización Médica Colegial. “Al final, lo que sucede es que esa frustración por el empeoramiento del servicio la pagan con quien tienen delante; y a quien tienen delante es siempre al médico”, considera Paúl.

Volver a la consulta

Para Paúl, más que el dolor físico de la agresión, “que en el fondo fue un moratón”, lo duro fue la recuperación psicológica. “Se tiene miedo de que se vuelva a presentar una situación similar, en la que empiezan a gritar y que temas que eso puede llevar a otra agresión”, explica.

Para saber cómo enfrentarse a casos como el que sufrió, decidió acudir a un curso del Colegio de Cádiz en el que muestran qué escenarios pueden ser susceptibles de convertirse en agresiones. “Te enseñan a ponerte en guardia, a identificar situaciones de riesgo y dar un paso para atrás o acercarte a la puerta de manera preventiva”, señala.

Cartel conmemorativo de la OMC con motivo del Día Nacional contra las Agresiones a Sanitarios

El problema surge cuando al menor atisbo de una posible agresión, Paúl cambia su percepción de la persona a la que trata: “Ya no la veo como un familiar o paciente, sino como alguien que me puede agredir; la veo como un enemigo potencial en lugar de como una persona a la que tengo que ayudar”.Desde la agresión, siempre que se encuentra con situaciones tensas de este tipo siente que “se rompe completamente la relación médico-paciente”.

Otro de los traumas que tiene que superar es el de no perder la confianza en sí mismo como profesional. “Te llegas a plantear por qué te sucede esto a ti y no a tus compañeros, si has dicho una palabra incorrecta, si te has retrasado mucho a la hora de atenderles”, explica, y continúa: “Al final piensas que no lo has hecho bien y denunciar se convierte más en un acto de valentía”.

Según su opinión, ese estigma con los compañeros también es una de las causas por las que un médico agredido puede tener miedo de denunciar. Sin embargo, tras la agresión y todo lo ocurrido se muestra totalmente convencido de que la solución pasa por llevar cualquier situación de este tipo a los tribunales. “Se trata de evitar que en el futuro puedas ser agredido por una de las personas cuya salud te has comprometido a proteger”, reconoce.
Las informaciones publicadas en Redacción Médica contienen afirmaciones, datos y declaraciones procedentes de instituciones oficiales y profesionales sanitarios. No obstante, ante cualquier duda relacionada con su salud, consulte con su especialista sanitario correspondiente.