La enfermedad, si no se confirma a tiempo, devalúa la calidad de vida de forma devastadora



8 may. 2015 20:34H
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Redacción. Badajoz
La demora en el diagnóstico de la espondiloartritis, enfermedad reumática con un elevado grado potencia de incapacitación, se vería reducida a menos de tres meses desde que el paciente acude a su centro de salud si se creasen unidades monográficas de la patología, de acuerdo con Juan José Aznar Sánchez, de la Sección de Reumatología del Hospital de Mérida (Badajoz), donde se han celebrado esta semana unas jornadas para abordar el problema.

 “Desde que las áreas de Atención Primaria, Atención Especializada y Urgencias derivan a un paciente, hasta que es visto en consulta, pasarían menos de tres meses, diagnosticándose así precozmente la enfermedad”, ha confirmado Aznar Sánchez respecto a esa clase de unidades.
Las espondiloartritis (SPAS) son un grupo de enfermedades reumáticas inflamatorias, entre las que se encuentra la espondilitis anquilosante (EA), que padecen cerca de 550.000 españoles. La EA, una de las espondiloartritis más conocidas, es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta principalmente a la columna. Se produce ligeramente más en los hombres sobre todo a partir de la adolescencia.

Bajo grado de popularidad

El conocimiento de estas enfermedades por parte de los ciudadanos es reducido debido, en parte, a su baja prevalencia. Además, según ha aclarado Aznar Sánchez, existen otras enfermedades que forman parte de la constelación de las espondiloartritis pero que se confunden “como ocurre con la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa, la uveítis o la psoriasis. En estos casos, no se piensa en la afectación reumática que causa y la población se limita a relacionarlas con otras especialidades”.

Esta semana en efecto ha tenido lugar en Extremadura la jornada Evidencias en Espondiloartropatías, coordinada por el propio especialista en colaboración con Pfizer. Un evento que coincide con la celebración hace unos días del Día Mundial de la Espondilitis Anquilosante. El objetivo ha consistido en reunir a reumatólogos de los hospitales de Extremadura para abordar el diagnóstico precoz de estas enfermedades, así como la eficacia y seguridad de las terapias biológicas para su tratamiento.

A veces pasan años sin diagnóstico radiológico

Un diagnóstico temprano de las espondiloartritis resulta determinante para la evolución de la enfermedad en los pacientes. Sin embargo, el retraso en el diagnóstico constituye una de las principales dificultades que presentan este tipo de enfermedades reumáticas, ya que se puede tardar varios años en identificar sus síntomas. “La evolución de la enfermedad es lenta y los daños radiológicos aparecen muy tarde: pueden pasar años sin tener un diagnostico radiológico”, ha apuntado el coordinador de este reunión. Además, en numerosas ocasiones la espondilitis anquilosante puede confundirse con otras dolencias mecánicas menores como la fibromialgia.

A pesar de ello, Aznar ha asegurado que “las espondiloartritis son más fáciles de diagnosticar hoy que ayer”. Hasta ahora se aplicaban los antiguos criterios de Nueva York para el diagnóstico de la espondilitis anquilosante, pero se ha demostrado que con estos criterios se retrasa demasiado el diagnóstico. “Ahora contamos con técnicas como la resonancia magnética, con la que podemos ver lesiones agudas de inflamación, y con los criterios clínicos de clasificación ASAS (Assessment of SpondyloArthritis International Society) que nos facilitan el diagnóstico de estos pacientes”, ha asegurado este especialista.

Tratamiento con terapias biológicas

La espondilitis anquilosante puede tener consecuencias devastadoras para la calidad de vida en caso de no iniciarse un tratamiento adecuado. En este sentido, las terapias biológicas han demostrado reducir la inflamación de las articulaciones, mejorar la movilidad espinal y reducir la discapacidad. Según el propio Aznar, “actualmente disponemos de tratamientos eficaces para el control de la actividad inflamatoria como son los Anti-TNF”.

Los objetivos del tratamiento incluyen el control del dolor y la rigidez, así como la reducción del daño articular, de la discapacidad y la pérdida funcional. La fisioterapia y el ejercicio pueden ser importantes para mejorar la postura, la movilidad de la columna vertebral y la capacidad pulmonar.
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