Los intentos de disuasión vienen normalmente de los padres por las dificultades en la vida laboral de los médicos

Un 60% de jóvenes recibe advertencias para que no estudie Medicina


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Estudiar Medicina conlleva unos sacrificios: mucha dedicación a la carrera y poco tiempo libre, acompañado de la presión que se siente tanto en la fase universitaria como en el desempeño de la profesión. Esta situación se alinea con la realidad de más de la mitad de los estudiantes de Medicina, pues, hasta en un 60 por ciento se les ha aconsejado que estudien otra cosa. Así lo muestran los datos del estudio "Perceptions, barriers, and career priorities among prospective medical school applicants in Scotland" ("Percepciones, barreras y prioridades profesionales entre los futuros solicitantes de escuelas de Medicina en Escocia"), publicado en BMC Medical Education.

Para llegar a estas conclusiones, se ha entrevistado a 416 estudiantes residentes en Escocia que solicitaron una plaza en el grado en Medicina durante el curso 2024-2025. El punto común es que a la mayoría les intentó disuadir al menos una persona de cursar estos estudios, con el motivo principal de las dificultades que afrontan los facultativos en su vida profesional.

Las condiciones laborales, un motivo de peso


Las personas que han intentado intervenir en la decisión de los estudiantes de dar un paso más allá y atreverse con Medicina son de su entorno. Concretamente, los padres de estos estudiantes son la figura clave de los intentos de disuasión: hasta un tercio de los solicitantes se han visto influenciados por la opinión de sus progenitores al respecto. Las advertencias principales, según el estudio, tienen que ver con “las dificultades en la vida laboral de los médicos, en lugar de las barreras en el proceso de solicitud”. De este modo, la preocupación no tiene tanto que ver con acceder a la profesión, sino con sobrevivir a ella.

Entre las principales razones que sustentan ese 60 por ciento de intentos de disuasión están los factores laborales y de bienestar. Concretamente, pesan más la preocupación por el mal equilibrio entre trabajo y vida personal, unido a las largas jornadas, y no tanto los desafíos que conlleva en sí el proceso de solicitud. Otro punto a subrayar es el miedo a la dificultad inherente del trabajo, y la percepción de que el servicio británico de salud “es un mal empleador”. Estos temores se consolidan en las conclusiones del estudio, que enfatiza que los futuros solicitantes tienen “preocupaciones sobre las condiciones de trabajo y las carreras después de la graduación que podrían estar afectando su decisión de solicitar plaza en Medicina”.

Por norma general, ambos sexos consideran que ser médico no es una buena elección laboral si quieren tener una familia. Aunque todos estos son motivos de peso, los encuestados también ponen el foco en aspectos positivos como “la posibilidad de aportar a la sociedad” y la variedad del trabajo.

La necesidad de acción institucional


La Medicina sigue siendo vista como una carrera con un gran factor vocacional, pero no todo vale. Los resultados del estudio apuntan a que los jóvenes que tienen ese ímpetu por acceder a la profesión encuentran un factor condicionante en el hecho de que las condiciones laborales no son las mejores.

Por este motivo, en el documento exponen que la solución requiere “esfuerzos coordinados de las facultades de Medicina, los servicios de salud y otras partes interesadas para mejorar las percepciones de los médicos y las carreras en el sistema de salud en general”. Poniendo de manifiesto que abordar el burnout y la inflexibilidad, más que las notas de acceso, es la única vía para garantizar que la próxima generación de médicos no abandone antes de empezar.
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