Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Medicina.
Miguel Ángel Martínez-González, catedrático de Salud Pública en la Universidad de Navarra y profesor visitante en Harvard, ha liderado algunos de los mayores estudios epidemiológicos sobre dieta y salud en Europa. Más allá de la investigación, también ha
revolucionado la docencia médica con un enfoque radical:
aulas sin móviles, portátiles ni tabletas. De hecho, su compromiso para proteger de la peor parte de las 'pantallas' es mucho más amplio, y acaba de publicar: '12 soluciones para superar los retos de las pantallas' (Planeta).
En esta entrevista con
Redacción Médica, detalla cómo ha implantado este modelo analógico para
estudiar Medicina que ningún colega de profesión le ha criticado, qué resultados ha observado y por qué considera que
recuperar el lápiz y el papel puede ser clave para formar médicos más atentos, empáticos y rigurosos.
¿Qué impacto concreto ha observado en el rendimiento académico de sus alumnos desde que implantó la enseñanza sin pantallas?
Claramente, mi impresión es que el impacto ha sido positivo para su aprendizaje. El porcentaje de suspensos ha sido pequeño, habitualmente inferior al 20% en primera convocatoria y al 3% en la convocatoria extraordinaria, lo que supone solo 1 ó 2 repetidores. Y el nivel es alto. Además, a título anecdótico, cada año suele haber uno o dos que me comentan que nunca habían tomado apuntes en papel y que descubren que ahora les va mucho mejor.
¿Qué argumentos utiliza para convencer a los estudiantes de firmar el pacto que prohíbe móviles, portátiles y tabletas en sus clases?
Primero les ofrezco un "producto" que les gusta y luego les cobro su "precio". Lo explico así en el reciente libro "12 soluciones para superar los retos de las pantallas" (Planeta, 2025): Felizmente puedo decir (y mis alumnos son testigos de ello) que he logrado que se olviden de sus artilugios digitales en clase. Ahora siempre escriben a mano, ¿cómo lo he conseguido? Al principio del semestre, en mi primera clase, les explico que vamos a codiseñar juntos la asignatura. Se sorprenden cuando les digo que son ellos quienes decidirán si les doy las clases en la pizarra o con diapositivas.
Les pido que me indiquen cuántos exámenes parciales quieren tener, que así se hará. Les pregunto si quieren que ponga a su disposición cada día un resumen de un solo folio de cada clase. Les ofrezco montar una academia gratuita con sesiones extra de problemas en las que les resolveré sus dudas. Les pregunto si quieren hacer un breve test cada lunes para saber cómo van, pero nunca para bajarles la nota, sino solo para subirla (si les sale bien). Y algunas otras opciones, como darles simulacros antes de los exámenes, que sé que les van a gustar. Y les pido que contesten a un cuestionario (en papel, por supuesto) donde seleccionarán todas sus preferencias sobre el rumbo que va a tomar la asignatura y los modos de evaluación que seguiremos. Que ellos son quienes deciden. Se quedan sorprendidos de que un profesor les deje elegir entre todas estas opciones. Pero a continuación les digo que todos estos productos tienen su precio. El precio es que en mis clases quedará absolutamente prohibido el uso de ordenadores portátiles, tabletas o teléfonos móviles. Pero que ellos también aquí deciden si quieren o no pagar el precio. Y siempre deciden que pagarán este precio y luego no hay ninguna queja.
¿Cree que el modelo de enseñanza sin pantallas es aplicable a toda la carrera de Medicina o solo a determinadas asignaturas como Salud Pública?
Esto lo hago para las muchas clases que doy de metodología de la investigación (en las de salud pública que doy, que son menos, he buscado otro método similar). Pero pienso que se puede aplicar a todas las asignaturas. Otra cosa, es que luego se vaya a una sesión práctica (que debe ser con muy pocos alumnos) y se les haga trabajar con orden y concierto siguiendo el sistema "hands on" (ir haciendo uno mismo las tareas que el profesor va dirigiendo). Esto también es necesario en algunas asignaturas. Pero eso va aparte de las clases convencionales. Eso son prácticas.
¿Qué papel le asigna al libro de texto en la enseñanza médica actual, frente a los recursos digitales y bases de datos científicas?
Los libros de texto siguen siendo el pilar irrenunciable de la enseñanza. Yo soy incapaz de dar una asignatura si no tengo un manual. Por eso, he acabado escribiendo -junto con muchos colegas como coautores- los manuales de salud pública y de bioestadística de Elsevier. Pronto saldrá la 5ª edición de "Bioestadística amigable", que no solo es bioestadística, sino metodología de la investigación. Es natural también que desde esos libros de texto se remita a recursos electrónicos, que son complementarios y también útiles. Pero la base debe ser el libro. Los recursos son el apéndice.
"Los libros de texto siguen siendo el pilar irrenunciable de la enseñanza; soy incapaz de dar una asignatura si no tengo un manual"
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¿Qué riesgos identifica en la formación médica basada en dispositivos electrónicos desde los primeros cursos?
La dispersión y distracción masiva. Cada recurso electrónico está inmerso en un entorno que ofrece un amplísimo abanico de opciiones para abrir otras ventanas que nos distraen. Hay muchos libros que han tratado a fondo de este efecto peligroso de distracción masiva: falta de flow, pérdida de tiempo en las transiciones de una ventana a otra, incapacidad de concentrarse, desestructuración de la mente, etc. Algunos son: La fábrica de cretinos digitales (Desmurguet), Demencia digital (Spitzer), Recupera tu mente, reconquista tu vida (Rojas Estapé), Cómo recuperar la capacidad de atención (Mark), Superficiales (Carr), Generación dopamina (Lembke), Céntrate ["Deep work"](Newport), Educar en la realidad (L'Ecuyer).
¿Qué consejo daría a otros profesores de Medicina que quieren limitar el uso de pantallas en clase, pero temen la reacción del alumnado?
Que sus miedos son infundados. Cuando no se trata de prohibir sino que se hace por cariño sincero a los alumnos y con generosa dedicación (mostrada con hechos) del profesor, esos problemas y malas reacciones solo existen en la imaginación de los profesores, pero no son reales.
¿Cómo valora la relación entre la sobreexposición digital y la pérdida de competencias clínicas interpersonales, como la escucha activa o la empatía?
Este es un tema en el que trabajamos mucho, uno a uno, con los alumnos en nuestra facultad de la Universidad de Navarra. Fomentamos la identidad médica. Es una asignatura real que se denomina así. Siempre les insisto en lo mal que se siente un paciente cuando el médico (o el alumno de medicina en prácticas) en vez de mirarle a la cara cuando está hablando, mira a la pantalla del ordenador y no le expresa empatía con sus ojos y su lenguaje corporal porque se ha acostumbrado a mirar la pantalla del ordenador e ir con prisa en vez de escuchar con atención al paciente mirándole a los ojos. Hay que parafrasear, explorar sus síntomas y sentimientos con más detalle e implicarse más en resolver la situación emocional de esa persona que busca la ayuda del profesional de la medicina. La profesionalidad no está solo en saber diagnosticar y tratar como un "máquina", sino también en diagnosticar humanamente y en tratar compasivamente.
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