Pilar Calvo, coordinadora de la División de Psicología Educativa del COP y Natividad López, presidenta de Amece.
La trágica muerte de Sandra, la sevillana de 14 años que se ha suicidado tras no soportar el
continuo acoso que sufría en su colegio, ha reabierto el debate sobre la
falta de especialistas de salud mental en los centros. En este sentido, las
figuras del psicólogo y la enfermera escolar se vuelven imprescindibles para la prevención de cuestiones tan importantes como las disfunciones emocionales, los problemas conceptuales, el acoso e, incluso, el
riesgo de suicidio. Pero, lamentablemente, ambas profesiones son realistas y coinciden en su opinión: faltan más sanitarios en los colegios, y sus competencias actuales son insuficientes.
Pilar Calvo, coordinadora de la División de Psicología Educativa del Consejo General de la Psicología de España (COP), ha lamentado públicamente el trágico suceso de la menor en Sevilla y ha aseverado a
Redacción Médica que los psicólogos educativos, por lo general,
no tienen las suficientes competencias que permitan una intervención y coordinación clara con estudiantes, docentes e, incluso, familiares. "Necesitamos más recursos técnicos que nos ayuden en la prevención", ha subrayado.
"Pedimos la capacidad de detectar tempranamente factores de riesgo y protectores. Evaluar los
procesos cognitivos (atención, inteligencia, razonamiento....),
emocionales (autoestima, ansiedad, depresión...),
sociales (relación con los compañeros, sentido de pertenencia, asilamiento...) y conductuales. Asimismo, intervenir para promocionar
bienestar psicológico y afrontar los problemas de desarrollo integral que surgen en el ámbito educativo, como el fracaso escolar, la ansiedad, riesgo de suicidio o los trastornos negativistas desafiantes", ha indicado.
Por tanto, Calvo incide en poder evaluar "toda la dimensión psicológica" que compone al alumnado para poder diagnosticar sobre los trastornos de alud mental y, así, conseguir comprenderles. "Con esa información se puede, posteriormente, hacer una intervención psicoeducativa. Es decir, prevenir los problemas que puedan aparecer en el estudiante", ha aclarado.
Competencias de los psicólogos educativos
Otra de las competencias que Calvo ha resaltado está relacionada directamente con los docentes. Para ella, un punto "clave" es dotarles de información sobre sus estudiantes y, así, conocerles mejor. "Hay que
asesorarles porque toda esa información que pueden recibir no siempre la van a comprender y, como resultado, que no logren detectar lo que les ocurre. Eso sí, hay que apoyarles también psicológicamente, que las bajas entre los profesores son muy elevadas por factores como el estrés o la ansiedad, entre otros", ha indicado.
El asesoramiento a las familias es otra de las partes clave para una buena intervención psicológica. En este sentido, Calvo aboga por dotar a los psicólogos educativos de mayores competencias con las que trabajar con los parientes de los estudiantes que presentan problemas de salud mental. "Tenemos que poder
aportarles información de un proceso en el que ha estado su hijo para que comprendan, con más precisión, el desarrollo que está teniendo. En ocasiones, dentro de las familias hay una
desorientación tremenda y desconocen cómo intervenir. Por tanto, también hay que apoyar a la dinámica familiar y, en determinadas ocasiones, la coordinación con los agentes externos al centro educativo", ha detallado.
Orientadores educativos que no son psicólogos
Aun así, Calvo ha incidido en que hay lugares donde sí pueden desarrollar todas estas competencias, pero, lamentablemente, no en todos. Además, en una gran cantidad de ellos l
a figura relacionada con la salud mental en las aulas no es el psicólogo, sino
funcionarios que pueden pertenecer a cualquier tipo de formación. "Pedimos que, legislativamente, estas competencias las recoja el Ministerio de Educación y la apliquen las Consejerías de las regiones.
Queremos que sea una realidad y no un deseo", ha indicado.
Desde la
Enfermería escolar el panorama no es muy distinto.
Natividad López, presidenta de la Asociación Nacional e Internacional de Enfermería Escolar (Amece) ha reconocido que las competencias que tienen actualmente estas profesionales "no son suficientes".
Competencias de las enfermeras escolares
Además, ha subrayado que, las enfermeras que hay en los centros educativos -que son pocas- no se quedan durante toda la jornada.
"Si nos centramos en el mapa de la situación de la Enfermería en el curso 2023-2024, se puede apreciar que en muchas comunidades autónomas
no hay profesionales en los colegios. Se encuentran trabajando en los centros de salud y acuden a las escuelas en momentos puntuales”, ha aclarado.
Cuando la dirección de los centros educativos y los propios docentes aceptan las competencias que tienen las enfermeras educativas, por lo general, se convierten en
las “líderes” de los cuidados de la salud, incluidos todos los relacionados con la salud mental. "Hablo de acoso, adicciones o intentos autolíticos entre otros", ha escrito. Por tanto, para López, ese liderazgo debe traducirse en
formar al profesorado ante situaciones de emergencias vitales y, en el caso de los intentos de autolisis, actuar todos de manera sincronizada y bajo unos protocolos definidos y claros en los colegios", ha detallado.
Medidas ineficaces en los colegios
De hecho, esta enfermera jubilada ha añadido que hay ocasiones en donde los centros "no dejan" que las profesionales utilicen herramientas para las que están formadas, en cambio, a su juicio, se aplican medidas "ineficaces". "Y las posibles soluciones deben ser instantáneas y por las enfermeras de mismo colegio, aunque posteriormente haya que derivar al paciente a especialistas en salud mental", ha resaltado.
Según los datos del Colegio General de Enfermería (CGE), recogidos por Amece, actualmente la ratio media de enfermera-alumno en España es de
una por cada 6.300 estudiantes. En cuanto a la Psicología, la realidad no es muy distinta. Desde el COP afirman a este periódico que, de media, hay
un psicólogo educativo por cada 6.000 alumnos. Unos datos que arrojan una clara necesidad de que se incorporen a más profesionales sanitarios que puedan ayudar a los menores con sus trastornos de salud mental y evitar, en la medida de lo posible,
que se repitan casos como el de Sandra.
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