Diccionario de enfermedades

Sarna o escabiosis

Mujer rascándose el antebrazo
La sarna es una enfermedad contagiosa de la piel, que produce un picor intenso, con una prevalencia mundial estimada en unos 300 millones de casos cada año. La sarna humana es una infestación por un parásito, el ácaro Sarcoptes scabiei var. hominis.

¿Cómo se contagia la sarna?


La sarna se contagia a través del contacto directo y estrecho (piel con piel) y, con menos frecuencia, a través de enseres (sábanas, toallas, ropa). El contagio entre adultos suele ser durante las relaciones sexuales.

En algunas ocasiones, el contagio puede producirse a partir de animales infestados, sobre todo perros. Sin embargo, aunque pueda producirse una reacción cutánea temporal, es muy raro desarrollar una sarna a partir de un ácaro animal ya que cada especie tiene preferencia por un tipo de huésped específico.

También es difícil contagiarse a través de un contacto rápido, como puede ser un saludo. En general se precisa un contacto muy cercano con la persona infestada para que se produzca el contagio.

El periodo de incubación es de 2-4 semanas, aunque puede ser mucho más corto (1-4 días) en personas sensibilizadas por una exposición previa. Las hembras del parásito se entierran debajo de la piel y forman un túnel en donde depositan sus huevos. Son capaces de poner entre 10 y 40 huevos. Cuando los huevos maduran y se abren, las larvas avanzan excavando túneles hacia la superficie de la piel. Alcanzan el estado adulto en 3 semanas, pudiendo reiniciar el ciclo.

¿Cuáles son los síntomas de la sarna?


El síntoma más frecuente y precoz es el picor intenso, que suele empeorar por la noche y con el calor. Suele afectar simultáneamente a varios miembros de una familia o comunidad.

Las lesiones se producen en la piel; las más típicas son los surcos (líneas sinuosas, elevadas, de 1 a 15 mm de largo, que son el reflejo exterior de un túnel excavado por la hembra del ácaro con el fin de desovar) y las vesículas perladas (o pápulas acarinas), del grosor de una cabeza de alfiler, que es donde está el parásito. En casos más evolucionados se producen lesiones costrosas, eritematosas o vesiculares.

Las lesiones típicas suelen situarse entre los dedos, en los pliegues (muñeca, codo, rodilla), área genital, ombligo, muslos y parte inferior de las nalgas, omóplatos y cintura.

Las lesiones en niños y lactantes pueden ser atípicas, con afectación en cuero cabelludo, palmas y plantas, o generalizadas.

Los síntomas pueden aparecer y desaparecer, sin que la desaparición indique que la infestación haya desaparecido.

La sarna puede complicarse con infecciones bacterianas secundarias como el impétigo. El rascado continuo de la piel puede producir heridas que se infecten por bacterias como el estafilococo o el estreptococo.

Una forma grave de infestación masiva por sarna es la sarna noruega o costrosa. Afecta a determinados grupos de riesgo como personas inmunodeprimidas (pacientes con SIDA o tratados con corticoides de forma prolongada) y ancianos, y cursa con lesiones extensas hiperqueratinizadas de tipo psoriasiforme. Aunque lo habitual es que en un paciente infestado existan entre 10 y 20 hembras adultas, en la sarna noruega puede haber miles, por lo que es extremadamente contagiosa.

¿Cómo se diagnostica?


El diagnóstico debe sospecharse por la clínica: presencia de lesiones características que producen picor y su distribución (interdigital, nalgas, muñecas, pliegue inguinal y areola mamaria).

El diagnóstico de certeza debe confirmarse por la visualización microscópica del ácaro, de sus heces y/o de sus huevos, en una pequeña muestra cutánea que puede obtenerse mediante el raspado o afeitado de la porción más superficial de la piel.

Tratamiento para la sarna


La sarna se trata con una solución o crema que mata a los parásitos (permetrina al 5 %). La solución o la crema deben aplicarse en la piel seca cubriendo todo el cuerpo, desde el cuello hasta los pies y se debe permanecer así varias horas (8 a 14 horas). Se recomienda una segunda aplicación al cabo de una o dos semanas.

Debido a la elevada contagiosidad de la sarna, es necesario tratar simultáneamente a la pareja sexual y a todos los contactos domésticos, aunque no tengan síntomas. El picor puede persistir varias semanas después del tratamiento.

Otras opciones terapéuticas son el benzoato de bencilo, el crotamitón, el lindano, los compuestos de azufre y el malatión.

Aunque el tratamiento es eficaz, su cumplimiento puede interrumpirse debido a la irritación que produce en la piel y a las molestias de su aplicación. La principal causa del fracaso del tratamiento es la interrupción del mismo.

El tratamiento de la sarna noruega es difícil y suele cursar con recaídas que precisan aplicaciones repetidas de la medicación.

El único tratamiento efectivo disponible vía oral es la ivermectina. La ivermectina no tiene actividad ovicida, por lo tanto se recomienda una segunda dosis después de 7–14 días para matar nuevas crías. Ha sido aprobada para uso clínico para la sarna en varios países. No debe utilizarse en mujeres embarazadas ni en niños que pesen menos de 15 Kg.

¿Puede prevenirse la sarna?


Los pacientes con sarna deben evitar el contacto físico con otras personas y deben ser tratados tan pronto como sea posible para evitar la propagación de la enfermedad. Los preservativos no previenen el contagio.

Para evitar una nueva infestación por sarna, además de realizar correctamente el tratamiento, es necesario lavar toda la ropa de cama en agua caliente o limpiarla en seco. La ropa no lavable debe encerrarse en una bolsa bien cerrada durante al menos, tres días, para que mueran los ácaros y sus huevos. También es recomendable aspirar alfombras y sillones donde estuvieron las personas infestadas.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.