Diccionario de enfermedades

Pie de atleta

Pie de atleta

¿Qué es el pie de atleta?


El pie de atleta o tinea pedis es una infección micótica producida por hongos dermatofitos o por levaduras. Por lo general, comienza entre los dedos de los pies y suele ocurrir en personas a las que les transpiran mucho los pies cuando usan zapatos ajustados. El pie de atleta es la dermatofitosis más frecuente y representa un 70 por ciento de las tiñas. Además, el 20 por ciento de los individuos son portadores asintomáticos de una tiña contagiosa.

Síntomas del pie de atleta


El pie de atleta puede afectar a uno o ambos pies.

- Piel escamosa, agrietada o que se desprende entre los dedos de los pies o en los lados del pie.
- Piel roja y con picazón, especialmente justo después de quitarse los zapatos y los calcetines.
- Ardor o escozor.
- Ampollas que supuran o forman costra.
- Piel seca en la parte de abajo del pie que se extiende hasta el costado del mismo.

Pruebas y diagnóstico del pie de atleta


El pie de atleta puede iniciarse con un sarpullido en la piel y que, tras acudir al médico, no mejora en las dos semanas siguientes con un tratamiento de un producto antimicótico. No obstante, se puede diagnosticar con una observación de la zona afectada. Se pueden realizar una prueba de hidróxido de potasio para buscar hongos, un análisis de cultivo de piel o una biopsia de piel con un tinte especial para identificar el hongo.

El pie de atleta es contagioso y puede propagarse mediante el contacto con una persona infectada o con superficies contaminadas. También se puede propagar del pie a otras partes del cuerpo.

¿Cómo prevenir el pie de atleta?


- Deja que los pies se aireen, utilizando sandalias o chanclas.
- Lávate los pies cada día. Enjuaga y seca bien entre los dedos.
- Cámbiate los calcetines regularmente
- Usa un calzado diferente cada día.
- Protégete los pies en lugares como piscinas públicas, duchas y vestuarios

Tratamiento del pie de atleta


Una vez diagnosticado, el tratamiento del pie de atleta puede realizarse con cremas o polvos antimicóticos para controlar la infección. Estos productos contienen medicamentos como miconazol, clotrimazol, terbinafina o tolnaftato. El medicamento debe seguir usándose durante una o dos semanas después de que la infección haya desaparecido para evitar su reaparición.
Aunque esta información ha sido redactada por un especialista médico, su edición ha sido llevada a cabo por periodistas, por lo que es un contenido meramente orientativo y sin valor de indicación terapéutica ni diagnóstica. Recomendamos al lector/a que cualquier duda relacionada con la salud la consulte directamente con el profesional del ámbito sanitario correspondiente.