Pocas veces en la historia de la medicina se han unido tantos esfuerzos internacionales, científicos y económicos, con el fin de desarrollar en muy pocos meses una serie de vacunas para combatir eficazmente una pandemia que sin ellas amenaza con muchos millones de muertos y una depresión económica de proporciones desconocidas. La aprobación de las primeras tras verificar su eficacia y seguridad fue saludada por todos de manera entusiasta y la llegada a nuestro país de la primera remesa, envuelta con banderas y grandes carteles de “GOBIERNO DE ESPAÑA” fue motivo de grandes anuncios y ruedas de prensa gubernamentales.

Las cosas en teoría estaban muy claras: la única manera de atajar la pandemia en nuestro país y por tanto de intentar recuperar cuanto antes parte de los destrozos económicos, es inmunizar en el menor tiempo posible una porción significativa de la población. No hay otra salida en el horizonte y por tanto la vacunación debería convertirse en una prioridad nacional que se antepusiera a disputas partidistas, territoriales o de cualquier otra índole.


"El primer envío de vacunas se distribuyó entre las comunidades, no sin protestas porque algunos pensaban que les habían tocado menos de las que les correspondían (como se ve, discusiones de alto nivel)"


Pero tras la lírica vino la épica. El primer envío de vacunas se distribuyó entre las comunidades, no sin protestas porque algunos pensaban que les habían tocado menos de las que les correspondían (como se ve, discusiones de alto nivel). Pronto se vio que el plan de vacunación era un acuerdo más bien teórico salvo por el hecho de comenzar por las residencias de ancianos y los profesionales sanitarios, y que como siempre, cada comunidad hizo lo que le pareció oportuno. Algunas decidieron guardar la mitad de las unidades recibidas para garantizar la segunda dosis, como muestra inequívoca de poca fe en el proceso de distribución articulado por Pfizer y el gobierno central, otras optaron por utilizarlas en su totalidad y en general se imprimieron ritmos muy distintos de vacunación, en ocasiones con una lentitud exasperante en franco contraste con las expectativas puestas en el proceso. 

Entre las excusas que se han oído estos días figuran los días de fiesta, el periodo vacacional, la nieve, la espera a ver si se producen efectos secundarios y hasta hubo algún cese de responsable sanitario motivado por la lentitud del proceso. También hay que decir que algunas comunidades como Asturias, Galicia o la Comunidad Valenciana se tomaron muy en serio el tema y han administrado las vacunas recibidas al ritmo adecuado sin que los problemas aducidos por otras aparentemente les hayan afectado.

¿Terminará España de vacunar de Covid antes de 2025?



"Ha cundido una cierta euforia al conocerse que en el último día se habían vacunado ya 94.000 personas y que el ritmo alcanzado superaba al de países como Francia, aunque es inferior al del Reino Unido, USA"


Desde luego aún es pronto para evaluar con perspectiva temporal el proceso de vacunación, y saber cuál será su velocidad de crucero, pero los comienzos no son nada tranquilizadores. En el momento de escribir estas líneas y según datos oficiales, se habían administrado 676.000 dosis en 17 días, unas 40.000/día, si bien ha cundido una cierta euforia al conocerse que en el último día se habían vacunado ya 94.000 personas y que el ritmo alcanzado superaba al de países como Francia, aunque es inferior al del Reino Unido, USA, Dinamarca o Italia y por supuesto Israel. Con la media de estos primeros 17 días, para los 34 millones de españoles que representarían el 70% de la población, a dos dosis por persona, tardaríamos unos 56 meses, es decir nos iríamos a bien entrado el 2025 y eso contando con que no haya que revacunar anualmente como ocurre con la gripe. Con el ritmo del último día (94.000) tardaríamos más de dos años (trabajando domingos y festivos), cifras que se extenderían aún más para las más rezagadas hasta llegar a plazos absurdos. Si queremos alcanzar el objetivo de vacunación a finales de junio, tendríamos que vacunar a razón de 400.000 dosis al día, mas de 4 veces la cifra máxima alcanzada hasta ahora.

En plena tercera ola, con los contagios disparados, hay que tener muy presente que las matemáticas son inexorables: cuantos más sean los infectados más acabarán en el hospital, más de ellos en una UCI y más finalmente morirán. Y cuanto más tiempo dure esta situación mayor será el número de víctimas: cada día de retraso cuesta cientos de vidas y este hecho no admite muchas frivolidades.

¿Quién debe vacunar de Covid?



"Cualquier tipo de personal sanitario que pueda ayudar, con un entrenamiento adecuado y siempre bajo la supervisión de médicos y enfermeras, debería poder contribuir a este proceso"


En una situación como ésta la vacunación debe ser una prioridad absoluta y en consecuencia hay que dedicar a ella todos los recursos posibles, tanto públicos como privados. No se discute que el proceso debe pivotar sobre la red de atención primaria, pero ésta se encuentra claramente sobrepasada por la pandemia, con la actividad habitual ya muy deteriorada y con todas las carencias secundarias a los años de recortes, que en absoluto han sido solucionadas pese a las muchas recomendaciones al efecto, en las que todos parecen estar de acuerdo salvo los responsables de llevarlas a cabo. Por ello es necesaria una reacción rápida que pueda proporcionar todos los recursos adicionales precisos para acelerar la vacunación.

Para conseguirlo urge recurrir a cuantas estructuras sean precisas. Desde luego a la medicina privada, como ya ocurrió en la parte mas dura de la primera ola, con todo su enorme potencial, especialmente en algunas comunidades, pero también a las fuerzas armadas con gran experiencia en este campo, mutuas, oficinas de farmacia etc. Cualquier tipo de personal sanitario que pueda ayudar, con un entrenamiento adecuado y siempre bajo la supervisión y el control de médicos y enfermeras debería poder contribuir a este proceso. Es hora de unir esfuerzos ante una emergencia nacional y no de sumirse en disputas competenciales para las que ya habrá tiempo cuando todo esto pase.

¿Dónde poner las vacunas Covid?


De igual manera como estamos viendo en otros países, la utilización de grandes superficies como polideportivos, cadenas de supermercados, aparcamientos donde vacunar dentro del coche…todo debería considerarse a la hora de acelerar la vacunación. Hacen falta soluciones imaginativas y desde luego políticos y gestores convencidos y capaces de llevarlas a cabo.

No ayuda demasiado para estas soluciones imaginativas tener un ministro “part time” dedicado como está a su papel de mero comentarista de la actualidad sanitaria y de candidato en sus ratos libres. También es más que probable que de seguir por estas vías escucháramos a responsables autonómicos decir que no necesitan ayuda de nadie, como si fueran ellos los que van a vacunar a toda la población. Pese a todo hay que romper la inercia actual.

Porque mientras tanto, cada día que pasa son cientos de muertos que se suman a los más de 80.000 contabilizados por el INE desde el comienzo de la pandemia, junto con una economía cada vez más deteriorada. ¿Alguien cogerá el toro por los cuernos?