El virus de chikungunya ha salido a la palestra en las últimas semanas, con la detección de algunos casos en Cataluña. Son casos importados: los afectados han contraído la enfermedad durante estancias en el extranjero, y los hemos diagnosticado aquí. Los afectados por el chikungunya presentan cuadros de fiebres altas y mucho dolor articular —un dolor que puede llegar a ser invalidante—, a menudo acompañados de dolor de cabeza, enrojecimiento de la piel y sangrado nasal y de las encías.

El chikungunya es una arbovirosis, una enfermedad transmitida por mosquitos que previamente tienen que haber picado a una persona infectada en fase virémica. Se dice que es una enfermedad emergente porque ha dejado de circunscribirse al territorio donde hasta ahora era endémica, en África, para encontrarse de manera frecuente en el Asia suroriental, en el subcontinente indio y en Pakistán. También se ha detectado algún foco en las islas Comoras, Mauricio y Reunión, y está en rápida expansión en la zona del Caribe. Esta situación provoca que las personas que viajan a los lugares afectados puedan volver infectadas con un virus que provoca síntomas molestos, ocasionalmente persistentes —en algunos casos la enfermedad se cronifica— y de manera infrecuente tiene complicaciones críticas.

La clave de la transmisión del chikungunya son los vectores. En este caso, como hemos explicado, son los mosquitos del género Aedes, los que transmiten el virus al ser humano. Se da la circunstancia que hace unos años se ha instalado en Cataluña una de estas especies, Aedes albopictus, conocido como mosquito tigre. Los ayuntamientos y consejos comarcales llevan años poniendo medidas para que la presencia de este indeseable nuevo vecino de algunas zonas urbanas del litoral catalán no conlleve más que alguna picadura -algunas muy dolorosas-. De hecho, en 2011 ya establecimos una estrategia interinstitucional para la prevención y el control del mosquito tigre en Cataluña, para minimizar su densidad y dispersión, las molestias provocadas por sus picaduras, y para prevenir el riesgo de que actúe como transmisor de enfermedades. Esto último es, de entrada, muy poco probable en Cataluña.

Para que esto se produjese debería darse una confluencia de factores, empezando por un aumento crítico de la densidad de los mosquitos y la presencia, también, de personas infectadas expuestas a las picaduras de estos insectos. En Europa esto ya pasó una vez: en concreto, en la provincia de Rávena, en el noreste de Italia, en el verano de 2007. Entonces un caso importado desencadenó más de 150 casos autóctonos.

La experiencia de Rávena nos demuestra que no podemos bajar la guardia, y también que con las medidas adecuadas de control de los vectores es posible frenar, controlar y eliminar un brote. Aquí, Salud Pública de Cataluña coordina el Programa de vigilancia y control de las enfermedades víricas transmitidas por artrópodos. Cuando el Servicio de Vigilancia Epidemiológica recibe la notificación de la enfermedad —de momento, todos los casos registrados han sido importados— se pone en marcha una búsqueda activa de casos secundarios potenciales en las zonas afectadas. También se trabaja desde Protección de la Salud, en colaboración con los ayuntamientos, para asegurar las actuaciones en control de vectores, reforzándolas especialmente durante el periodo virémico de la persona afectada. Además, investigadores del Centro de Investigación en Sanidad Animal vigilan poblaciones de mosquitos adultos para detectar posibles portadores del virus. Este mismo Centro también participa en un proyecto que estudia el papel potencial del mosquito tigre en la transmisión del chikungunya.

La vigilancia y la investigación son factores clave, pero es especialmente importante la coordinación desde Salud Pública. En Cataluña tenemos un protocolo actualizado que —esto es lo más importante— funciona. Cuando un centro médico u hospital detectan un caso sospechoso, lo comunican a Salud Pública y se activa su seguimiento. Así, identificamos dónde se han contraído las infecciones, y se activan todos los mecanismos de actuación. También resulta importante la labor de información a los viajeros que se despazan a lugares donde el virus está presente. Se trata de que al ir de viaje lo hagamos con toda la información y con las precauciones adecuadas.

Salud Pública trabaja constantememente en todos estos ámbitos. De hecho, la vigilancia, la prevención y el control de las infecciones es uno de los retos que tiene el Plan interdepartamental de salud pública, un conjunto de acciones pioneras que introducen la preocupación por la salud en todas las políticas del Gobierno de la Generalitat. En el caso del chikungunya, como en el de otras enfermedades emergentes a las que no podemos dar la espalda —los virus no respetan las fronteras, ahora más que nunca—, se trata de estar pendientes, de no bajar la guardia, y de que todos los implicados tengamos la información y los recursos para que no represente un problema para la salud pública de Cataluña. Hemos trabajado en ello todos estos años, y continuaremos haciéndolo, coordinando a la Generalitat, los entes locales y el ámbito sanitario.

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