En España disfrutamos de uno de los mejores sistemas sanitarios a nivel mundial, por resultados en salud y por eficiencia, pero con la crisis y los drásticos recortes que las Administraciones de todos los colores políticos han aplicado se están poniendo en peligro.

Los recortes hasta ahora, apenas han supuesto disminuciones en la calidad asistencial que reciben los pacientes, pero eso es por el tremendo esfuerzo que están haciendo los profesionales y muy especialmente los facultativos. Estos esfuerzos titánicos, no se pueden mantener indefinidamente.

La inversión sanitaria pública realizada en España ha retrocedido desde el 6,7 por ciento del PIB en el año 2009 hasta el 6 por ciento en 2016 y hay un compromiso del anterior gobierno con la Unión Europea de bajar hasta el 5,3 por ciento.

Los médicos se marchan buscando estabilidad y buenas condiciones profesionales, laborales y retributivas



Se ha pasado de una media de 1.510 euros/habitante en 2009, pasando por un mínimo de 1.321 euros/habitante en 2013 y hasta llegar en 2016 a 1.436 euros/habitante.

Entre los años 2010 y 2014, la inversión sanitaria pública total se ha recortado el 10,7 por ciento (7.453 millones de euros). En el caso de Atención Primaria el recorte ha sido muy superior, en concreto el 14,7 por ciento (1.551 millones de euros), cuando desde AP se debe dar solución a la mayor parte de los problemas de salud de la población y si por falta de financiación no lo consigue pone en peligro la sostenibilidad de todo el SNS. 

La precariedad en es un problema bien conocido y que se ha incrementado año tras año. Contratos por horas, días, semanas, de lunes a viernes, meses… eventuales cubriendo plazas vacantes, donde correspondería una interinidad, eventuales cubriendo bajas, vacaciones y otro tipo de ausencia reglamentaria donde corresponde legalmente un contrato de sustitución han sido demasiado frecuentes y aunque últimamente se han corregido en muchas ocasiones aún se dan por desgracia. Estas contrataciones son un fraude de Ley propiciado por las propias Administraciones.

Los médicos firman muchos contratos al año, en demasiados casos incluso más de 30 contratos al año y en muchos centros distintos, esto es un grave problema para el propio médico y lo que es más importante para los pacientes, pues la continuidad y longitudinalidad asistencial es muy importante para recibir una atención de calidad.

Con estas pésimas condiciones laborales y las bajas retribuciones que en general perciben los médicos en España y especialmente en algunos servicios de salud, no es extraño que un año más se hayan incrementado el número de médicos, que magníficamente formados en nuestro SNS, solicitan a la OMC el certificado de idoneidad para marchar a países de nuestro entorno, donde les ofrecen condiciones laborales muchos mejores y retribuciones que pueden doblar e incluso triplicar las que pueden conseguir en España.

Se marchan buscando estabilidad y buenas condiciones profesionales, laborales y retributivas. En 2018 fueron más de 3.500 solicitudes, de ellas más del 63 por ciento son por motivos laborales, aunque no todos finalmente se marchan y algunos hacen varias solicitudes.

Nuestros jóvenes médicos necesitan que se les oferte trabajo estable y la mejor forma de hacerlo es realizando periódicamente concursos oposición. La prueba es que para las plazas que se ofertan en estos procesos sí que hay médicos, en concreto en el mes de junio del año pasado, en la OPE de Atención Primaria de Andalucía se presentaron al examen más de siete médicos de Familia y más de cuatro pediatras para cada plaza convocada.

Estos procesos además, deben ser lo más rápidos posible en su resolución, por desgracia tenemos experiencias en las que pasan años y años desde la convocatoria hasta que se adjudican las plazas, cuando en otras administraciones –por ejemplo Educación- en menos de un año se solucionan tanto las oposiciones como los traslados.

Mientras los médicos sufren está precariedad, las desmesuradas cargas de trabajo y la masificación de las consultas los pacientes soportan las listas de espera, según las estadísticas del Ministerio de Sanidad en junio de 2018 casi 600.000 pacientes estaban en lista de espera quirúrgica, con un tiempo medio de espera de más de tres meses, a los que habría que sumar sin duda, los que están en esperando entrar en lista de espera o simplemente en un cajón, como al parecer sucede por desgracia en algunos centros. 
En lista de espera para consulta están 43,06 por 1.000 habitantes (unos dos millones en números redondos) y de media casi dos meses de espera.

En Atención Primaria cada vez hay más demoras, según el barómetro sanitario el 51,3 por ciento de los pacientes no fueron atendidos el mismo día o al día siguiente y tuvieron que esperar, de ellos el 24 por ciento más de siete días y la espera media fue de 4,77 días.

En definitiva necesitamos recuperar e incrementar el presupuesto sanitario, contratos atractivos y estabilidad para que nuestros jóvenes médicos, magníficamente formados, no se marchen y ampliar las plantillas en determinadas especialidades para que los pacientes no tengan listas de espera tan prolongadas que ponen en peligro su salud.

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