Decía el gran músico Miles Davis que “el silencio es el ruido más fuerte, quizás el más fuerte de los ruidos”. Nos encontramos este mes de agosto en un estruendoso silencio en lo que se refiere a la Sanidad y sus muchos problemas. Es como si todo dejase de importar, como si las enfermedades y las necesidades asistenciales hicieran un parón. Hay temas más importantes de los que hablar, por ejemplo, el drama de los incendios, las olas de calor, las vacaciones, las polémicas que hacen a los políticos mantenerse en el candelero. Pero este silencio es un ruido que algunos si escuchamos.

Es un silencio que no nos hace olvidar la realidad, la cruda realidad. El verano, las vacaciones, hacen que los pacientes y profesionales relativicen sus problemas. Ahí siguen las listas de espera, la falta crónica de profesionales, también la falta de camas, la paulatina desaparición de la atención primaria, la cronificación de los problemas con las urgencias hospitalarias, la necesidad de replantearse el modelo de urgencia extrahospitalaria, la obsolescencia de los hospitales y centros de salud, etc. Y, por supuesto, la imperiosa necesidad de abordar la reforma de un modelo que ha quebrado y necesita de financiación suficiente y mucho valor para acometerlo.

Pero este silencio tiene los días contados, el verano se termina, septiembre volverá de forma rápida a ponernos frente a los problemas de siempre. Miedo me da la previsión de grandes tormentas y sus consecuencias habituales en los hospitales, esas goteras y caídas de techos, las inundaciones…, vamos lo que vivimos cada año y se califican siempre por nuestros políticos/gestores como asuntos puntuales, en este caso entendido como que llegan puntualmente a su cita de cada año. La realidad de la precaria situación de la Sanidad Pública se hará patente de nuevo.

Los veraneantes volverán, las necesidades de atención por parte de sus médicos de familia y pediatras reaparecerán, la falta de profesionales se notará, las citas con días y semanas de espera se denunciarán, los servicios de urgencias seguirán al límite, los hospitales abrirán plantas cerradas, quirófanos a pleno rendimiento, consultas externas y pruebas complementarias a plena demanda, y, con ello, volveremos a darnos de frente con los problemas habituales. Profesionales desbordados y pacientes molestos. Políticos y gestores saliendo con las escusas habituales, todo igual un año más.

Bueno, espera, lo mismo hay algo diferente este último trimestre de 2022. Las CCAA deben elaborar y aprobar sus presupuestos, tienen que cumplir con la Ley 20/2021, de 28 de diciembre, de medidas urgentes para la reducción de la temporalidad en el empleo público, y lo más importante, ¡hay elecciones en muchas CCAA en mayo de 2023! Tienen que ganar votos y Sanidad es tema delicado y posible granero donde buscarlos.


"Exigiría a todos los partidos con posibilidad de acceder a los diferentes Gobiernos de las CCAA un 'contrato social' que haga posible que las necesidades de reforma y financiación sean consensuadas"



Se acumula el trabajo, la situación es cada día más delicada, los presupuestos de 2023 son una oportunidad, no escatimarán ahora en “gastar” en aquello que les proporcione rédito político. Los que actualmente gobiernan echaran el resto para su beneficio, la oposición anunciará grandes medidas si llegan a gobernar, lo de siempre y la poca o nula credibilidad de siempre. No nos extrañe ver anuncios de incorporación de nueva tecnología, mucho robot Da Vinci, aceleradores, resonancias…etc., todo ello anunciado a bombo y platillo por el consejero de turno. Pero no veremos anuncios de incorporación de profesionales en Atención primaria o en urgencias, no veremos una clara apuesta por la Salud Mental o por la Salud Pública, eso no da buena “foto electoral”.

Todos, absolutamente todos, debemos empujar en la misma dirección en estos momentos. Pacientes y ciudadanos en general, profesionales y las instituciones que los representan, políticos, entidades de la Sanidad, todos debemos hacer frente común con el fin de lograr que se atiendan las necesidades de una Sanidad que necesita el apoyo de todos. No nos dejemos engañar ahora por las promesas electorales que escucharemos, la experiencia nos demuestra que son palabras vacías, que lo que se propone desde la oposición no se cumple cuando se es Gobierno, que los problemas son comunes al Sistema y no distinguen de color político.

Exigiría a todos los partidos con posibilidad de acceder a los diferentes Gobiernos de las CCAA un “contrato social”, un acuerdo entre los diferentes partidos que haga posible que las necesidades de reforma y financiación sean consensuadas y llevadas a cabo por quién tenga el respaldo ciudadano para gobernar. Dejemos que la política quede al margen de la Sanidad, que el modelo sea refrendado y respaldado por todos y la Sanidad quede fuera de la política, lo que no quiere decir que no sea necesaria una “política sanitaria”. ¿Escucháis el ruido del silencio?