“Es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas” (Mariano José de Larra)

Hace años que se habla de la especialidad de urgencias, su existencia, si es necesaria o no, si realmente tiene sentido, “cuerpo de doctrina” propio, si es mejor un área de capacitación específica o una especialidad más, etc. Es cierto que ha generado “cuerpo”, que hay “sentimiento de especialidad”, “orgullo de pertenencia”, y por supuesto su propia sociedad científica, sus publicaciones específicas, sus rotaciones en todas las especialidades y, en definitiva, todo lo que justificaría cualquier especialidad.

Entonces, ¿por qué esta polémica en torno a las urgencias? ¿Qué sentido tiene discutir lo obvio? Veamos el problema desde la distancia y desde la óptica de quien no se siente miembro de una sociedad científica de otra especialidad. Me traiciona el subconsciente, ya hablo de otra especialidad, lo que de alguna forma deja ver mi opinión para quien quiera verla.

Las urgencias se dan en cualquier ámbito asistencial. Eso tenemos que tenerlo claro. Por tanto, si hablamos de especialidad de urgencias, no debemos caer en el error de pensar solo en las de hospital. Hay urgencias en atención primaria, hay urgencias en domicilios, en la calle, etc. Por tanto, lo primero es entender que sería una especialidad sin ámbito exclusivo para su ejercicio y además es importante que entandamos que es “transversal”, que abarca todas las materias, que es médica, pero también quirúrgica, ginecológica o pediátrica. Creo que esto último no será compartido por todos, pero es mi opinión. Hacer frente a cualquier urgencia es necesario, y su atención inicial sería lo característico de esta especialidad.

El volumen de trabajo de las urgencias (hablamos posiblemente del mayor número de atenciones, tras la de los médicos de familia y pediatras de atención primaria), por si solo ya podría justificar su existencia. A modo de ejemplo, las urgencias hospitalarias atendidas en los hospitales son aproximadamente un tercio del total las atendidas por las áreas médicas, quirúrgicas, ginecológicas y pediátricas juntas. Por tanto, por volumen está más que justificado que se reconozca como una especialidad y, además, de las de más actividad.

¿Cómo se llega al ejercicio de la profesión de “urgenciólogo”? No hay una sola vía de acceso. Hace años eran los internistas lo que con más frecuencia estaban como “médicos de puerta”, pero luego comenzó a ser asiduo y muy numeroso el médico de familia, hasta que en la actualidad, si no me equivoco, son mayoría. Pero no son los únicos. Hay reumatólogos, alergólogos, cirujanos, intensivistas, etc., cualquier médico de otra especialidad puede estar trabajando como médico de urgencias. Pero también es cierto que las condiciones de los servicios de urgencias no son iguales. La actividad que se realiza por el urgenciólogo no es siempre la misma. Por ejemplo, ¿en todos los servicios de urgencias suturan o hacen una punción articular, o ponen una férula de yeso, reducen una luxación, hacen una ecografía, etc. todos los urgenciólogos? ¿O unos si lo hacen y otros no, y además esto depende mucho de la especialidad que tengan?

Una especialidad, un MIR propio, unificarían de forma clara los conocimientos, las habilidades, las técnicas necesarias para atender las urgencias. Actualmente se llega a este trabajo por diferentes motivos. Están los que lo hacen por ser lo que más les gusta, quiero creer que los más,  pero también los que ven en estas plazas una puerta abierta por la que estar vinculado a un hospital: en unos casos pensando que es un paso obligado hasta llegar al servicio correspondiente, y en otros son la precariedad y la necesidad las que les obligan a estar en urgencias. No parece la mejor de las motivaciones.

No quiero entrar en los motivos por los que diferentes sociedades científicas reniegan de la creación de la especialidad, pues sería pisar un terreno encharcado y algunos callos. Pero tendremos que hacerlo alguna vez. Me gustaría un debate aséptico, un debate basado en necesidades asistenciales, un debate libre de “ataduras de intereses”, un debate basado tan solo en contenidos, habilidades, capacitaciones, etc., más allá de las posibles salidas laborales o defensa de intereses particulares.

Lo cierto es que la polémica sobre especialidad de urgencias no debería tener mucho mas recorrido. La tendencia mayoritaria en nuestro entorno, la realidad, la evidencia, nos llevara al final a un punto que parece claro, si es que lo quieres ver. Pero por el momento no se vislumbra la solución pactada, no se apean las diferentes partes de sus posiciones de partida, y así no llegaremos nunca a un consenso que dé satisfacción a todos los  implicados. Por ello me atrevo a concluir que es necesario y urgente que alguien organice este debate, un “círculo sanitario” que permita hablar y explicarse a todos los afectados.

Yo no me pronuncio, solo digo que: especialidad de urgencias,  ¿sí o no? Qué hablen los expertos.

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