Paradójicamente, el presidente Máximo González Jurado ha encontrado en la auxiliar Teresa Romero la mayor competencia para acaparar hoy en solitario la atención sobre la evolución del ébola en España. Su documentado informe, la cuidada puesta en escena de su comparecencia y sus preocupantes conclusiones sobre vulneración de leyes y escasez formativa han terminado cediendo el protagonismo a la noticia ante la que no cabe controversia ni polémica alguna: la curación definitiva de Teresa. Este bien podría ser un buen final para una crisis de salud pública que, hace solo unos días, llegó a parecer imprevisible y de alcance inusitado. Pero no. El ébola seguirá latente en las acciones y declaraciones de muchos agentes y portavoces del sector, empezando por González Jurado que, con un indudable olfato político, ha puesto el dedo en una de las llagas que tiene el caso. Aunque hoy apenas haya más sitio que para el alivio generalizado porque Teresa ha vencido.
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