EDITORIAL
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26 ene. 2023 13:10H
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Son tiempos convulsos en las consultas de Atención Primaria, pero también en las calles.

Paros, manifestaciones y huelgas son el lenguaje que manejan estos días miles de médicos de familia en diferentes Comunidades Autónomas. También los pacientes, que se encuentran dificultades añadidas para acceder al primer nivel asistencial del sistema sanitario español.

Comunidad de Madrid, Cataluña, Andalucía, Extremadura, Comunidad Valenciana, Cantabria, Navarra... Muchas regiones del país viven similar circunstancia, con el argumento profesional de que la realidad del médico en Atención Primaria no puede seguir así, y no solo por lo que refleja su nómina.

Burocracia añadida, cupos interminables, y sustituciones que nunca llegan y van haciendo más grande la bola de nieve asistencial diaria conforman un malestar que es una realidad innegable. Unas circunstancias que se han unido a las heredadas de la pandemia de covid-19 y a un hecho que ha terminado por crear la tormenta perfecta: las elecciones autonómicas y generales que hay en el horizonte de este 2023.

No cabe duda que el componente político, se quiera o no, es un elemento que siempre hay que tener en cuenta en la ecuación de la sanidad. Y es de manual sindical que son las fechas preelectorales las más propicias para intentar lograr algún cambio, porque el político es más vulnerable cuando debe pasar por el plebiscito de las urnas.


En Andalucía, Cantabria y Extremadura se ha llegado a acuerdos profesionales. ¿La política se está entrometiendo en Madrid y Cataluña?



Esta misma semana se han logrado resolver dos de los puntos calientes de estos hasta-aquí-hemos-llegado de los médicos de Primaria. Los Gobiernos de Cantabria, Extremadura y Andalucía han dado el paso de acercarse a las peticiones de los profesionales, que también han puesto de su parte para que la puerta de entrada del sistema no quedase taponada. 

Sin embargo en Cataluña y en Madrid no se logra lo que a los ojos de toda la ciudadanía tenía que resolverse con celeridad. En territorio catalán la situación política está muy enrarecida, con el enfrentamiento abierto entre las dos fuerzas políticas que han llevado la bandera del independentismo en el último lustro. En este embrollo los médicos se han visto manifestándose de la mano de colectivos tan dispares como taxistas y profesores, lo que puede debilitar su mensaje profesional en un marco de protestas generalizadas. 

¿Por qué en Madrid no acaba la huelga médica en Atención Primaria?


La situación de la Comunidad de Madrid es tal vez la más paradójica. Sobre la mesa la Administración puso soluciones que se pidieron al principio de la negociación (la huelga comenzó en noviembre), pero el escenario se ha ido enrareciendo, incluso con encierros sindicales en dependencias de la propia Consejería.

La solución parece cada vez más complicada, porque el componente político está rebasando al profesional. Madrid es desde hace tiempo el particular campo de batalla entre las sedes de Ferraz y Génova. La Moncloa sabe que cualquier erosión en el Gobierno de la Puerta del Sol puede interpretarse en clave nacional y repercutir en la intención de voto para las elecciones generales de este año.

Y este pulso político es el que entorpece en buena medida una resolución del conflicto, algo que desde luego pervierte el diálogo.

La política debe entender de una vez por todas que este tipo de medidas de presión tienen un recorrido muy corto, porque la ciudadanía madrileña (como la catalana, la andaluza o la extremeña) es en su conjunto lo suficientemente madura como para discernir qué sucede realmente. Además, instrumentalizar a los profesionales tampoco debe ser nunca el camino correcto a ningún objetivo.

A partir de estas premisas la situación ideal, tanto en Madrid como en Cataluña, sería que la política dejase respirar al sector sanitario; en todos los sentidos. Que se dote lo mejor posible a los profesionales en el ejercicio de su labor, y tengan un reconocimiento acorde con su completísima formación y su función estratégica en la sociedad (ahí la Administración no debe mirar hacia otro lado). Y que no haya interferencias electoralistas que solo persiguen un beneficio muy puntual.

Si se ha logrado en Andalucía, Cantabria o en Extremadura (gobernadas por diferentes colores) con propuestas similares a las de Madrid, seguro que también se puede alcanzar en Cataluña y la Comunidad de Madrid. Es cuestión de voluntad por ambas partes y quitarse de la mente que este año se vota.