“Cuando se innova, se corre el riesgo de cometer errores. Es mejor admitirlo rápidamente y continuar con otra innovación”. Steve Jobs.

Hace mucho tiempo que escuchamos y leemos sobre la necesidad de introducir modificaciones en el Sistema Nacional de Salud, en sus estructuras directivas, sus organizaciones, sus arraigados principios, el inmovilismo de sus trabajadores, etc. Y es cierto que los responsables muy pocas veces se han atrevido a dar pasos en busca del cambio. Es difícil y arriesgado intentarlo, y las ocasiones en las que se ha hecho, han generado mucha resistencia y grandes problemas.

Desde el año 1997, cuando se aprobó la Ley 15/1997 de 25 de abril, sobre habilitación de nuevas formas de gestión del Sistema Nacional de Salud, han sido varios los intentos de introducir nuevas fórmulas de gestión en las Instituciones Sanitarias, y básicamente se hicieron a base de crear algunas Empresas Públicas, Fundaciones, Concesiones Administrativas, o Conciertos. Todas ellas fueron más bien testimoniales y no se implementaron con decisión, imagino que por constatar que el modelo no era lo que se esperaba, que sus bondades apenas se demostraron, y que las diferencias con el modelo tradicional eran mínimas. Además esta Ley que posibilita nuevas formas de gestión, ha sido denostada por muchos motivos e incluso criticada por algún partido político que la refrendó con su voto en el Parlamento.

Lo último que hemos vivido ha sido el intento de cambio drástico que intentó la Comunidad de Madrid con la peregrina idea del entonces Consejero Fernández Lasquetty  de “privatizar” la gestión íntegra de 6 Hospitales que ya estaban funcionando con un modelo P.F.I. Aquello ya sabemos cómo terminó, y tengo que decir que afortunadamente, pues supuso el final de este nefasto Consejero y su idea. Por tanto, hemos pasado de experimentos tipo Empresa Pública o Fundaciones, a privatizaciones fracasadas, sin hacer algo que me parece más interesante, como es dejar a los profesionales de la gestión y sanitarios desarrollar experiencias de gestión moderna, participativa, innovadora, en las que se entienda de forma clara que el éxito de las organizaciones depende de sus trabajadores y dirigentes, que deben formar un binomio inseparable e íntimamente relacionado. Pretender innovar solo desde las gerencias es imposible, así como lo es hacerlo desde los profesionales si no cuentan con las primeras.

La Asamblea de Madrid aprobó por unanimidad la puesta en marcha de una Moción sobre profesionalización de la gestión, que contiene las bases que permitirán introducir los cambios necesarios en las estructuras de gobierno y gestión de los centros sanitarios. Ahora se está en fase de elaboración de la Ley que haga realidad esta iniciativa, siendo el momento de participar todos en ello. No solo es el Gobierno quién debe estar tras ello, pues toda la oposición se hace copartícipe de la misma. Y si se quiere una verdadera Ley innovadora, deben dar participación a gestores y profesionales, pues lo contrario sería elaborar una nueva Ley condenada al fracaso.

Y todo esto lo relaciono con el título de este artículo. ¿Qué tienen que ver los gerentes con la innovación? Pues a mi juicio, mucho. Hay gerentes “clásicos”, cercanos a la docilidad ante quien le nombra y que es un clásico Administrador, un tipo de gerente muy habitual, y los hay que tienen cierta autonomía, posiblemente debido a que su “enchufe” sobrepasa al político cercano de turno, e intenta desde esa fortaleza algunas cosas novedosas, que hay que decirlo también, no siempre son buenas. Pero como decía Steve Jobs, “Cuando se innova, se corre el riesgo de cometer errores. Es mejor admitirlo rápidamente y continuar con otra innovación”. Es el momento de innovar, saber rectificar a tiempo, no tener miedo al cambio, “parar, pensar y actuar” frase que usaba ante los residentes para que entendieran que en situaciones de urgencia no se deben precipitar. Y ahora el Sistema está en una situación de urgencia, que necesita acciones meditadas y certeras. Los gestores y sus asociaciones deben dar un paso al frente y convencernos de que sus aportaciones, dentro del modelo de Sanidad Pública Universal, son capaces de preservarlo y hacerlo más eficiente, sostenible, ágil, participativo, no dependiente de vaivenes políticos y con planificación a corto, medio y largo plazo. Y también los profesionales, los que hemos dicho alto y claro que la gestión pasa por la implicación de los mismos, por la gestión clínica, por la corresponsabilidad, por la demostración de que no somos el problema, sino la solución. Es hora de demostrarlo, dar un paso al frente e implicarse. Necesitamos gerentes “conseguidores”, auténticos líderes en la innovación que sean capaces de ilusionar a los profesionales e implicarles en la gestión.

  • TAGS