A pesar de que la Comisión reitera que la sanidad no corre peligro, el escepticismo sigue siendo la nota común en el Europarlamento



13 abr. 2015 17:00H
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Eduardo Ortega Socorro. Madrid
El calado e influencia que puede tener, y previsiblemente tendrá, el  Acuerdo Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP) en las vidas de los europeos, sumado al secretismo con el que la Comisión está negociando este tratado con Estados Unidos, ha generado un corriente de críticas que cristalizado en el Parlamento Europeo.

Vídeo de la campaña  a favor del 'no' al TTIP.

De hecho, el ala más progresista de la cámara ha puesto en marcha una campaña viral con el motivo de promover las movilizaciones convocadas contra el tratado el próximo 18 de abril. El primer paso de esta campaña es un vídeo de Youtube, iniciativa de los europarlamentarios de Podemos y EQUO Lola Sánchez y Florent Marcellesi, en el que varios portavoces de las fuerzas políticas continentales advierten de los peligros del TTIP, incluyendo perjuicios sobre la sanidad europea.

En este aspecto es en el que ha incidido Malin Bjork, del Vänsterpartiet sueco, quien deja caer que el TTIP puede poner fin al acceso público a los medicamentos. De hecho, anima a decir no al TTIP porque “queremos que el acceso a los medicamentos sea un derecho y no un privilegio. Porque las vidas no tienen precio”, indica.

Por su parte, Sánchez advierte de que el tratado tendrá “un profundo calado político” y de que proporcionará a “las multinacionales influencia sobre nuestras políticas internas”. Mientras, Manolis Glezos, de Syriza, se pregunta las razones de por qué Estados Unidos y Europa necesitan un acuerdo de las características del TTIP, cuando ya existen estos tratados con los estados miembro por parte del país que preside Barack Obama.

Mientras, Tiziana Beghin, de la formación italiana Movemento, avisa de que “es un tratado oscuro negociado sin la ciudadanía con la complicidad de los grandes lobbies”. Al 'no' también se suman la portuguesa Marisa Matías, del Bloco de Esquerda (“para que los servicios públicos sigan siendo públicos para todos y para todas) y Philippe Lamberts, de los Verdes de Bélgica ( “para que nuestros derechos estén siempre por encima de las ansias de beneficios de las corporaciones”.

Fruto de polémica

A pesar de que las autoridades europeas han reiterado una y otra vez que no se van a ver afectados ámbitos de la soberanía de los estados, lo cierto es que amplios sectores de la sociedad no terminan de fiarse de estas promesas, al menos en el espectro sanitario.

De hecho, las más de 150.000 reacciones recopiladas por la Comisión Europea tras poner a consulta pública el borrador del tratado confirman este extremo, destacando la preocupación social sobre la protección de los sistemas nacionales de salud.

De esta inquietud también han sido portavoces órganos como la Organización Médical Colegial (OMC), que ha advertido de los riesgos de privatización sanitaria que se esconden detrás del TTIP.

Sin embargo, por lo pronto solo se van a ver afectados ámbitos de la comercialización de los medicamentos, destacando el impulso que se quiere dar en ambas orillas al desarrollo de genéricos y biosimilares. Con todo, las partes negociadoras del TTIP aseguran que no van a interferir en la política de precios de los países soberanos.

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