21 may. 2013 19:01H
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1. Las Consejerías de Sanidad deben integrar los servicios sociales por el bien del paciente

-Valentín Ballesteros: Integrar o no los servicios sociales en las Consejerías de Sanidad es una decisión de cada comunidad autónoma, pero con la salud no se debe hacer política. Vamos hacia una sociedad de personas mayores que necesitan una atención sociosanitaria. Las comunidades tienen muy pocos hospitales públicos de crónicos, el 70 por ciento de estos centros son de carácter privado. Habría que integrarlos de alguna manera en el sistema para que se pudiera ofrecer una atención continuada al paciente crónico.

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-Jorge Matías-Guiu: Desde hace algunos años algunas administraciones autonómicas han decidido unir los dos ámbitos, el sanitario y el social, pero nadie ha dado verdaderamente este salto de su conjunción, sus estructuras de competencias siguen separadas. El paciente es uno, no hay que verlo desde diferentes ámbitos. Pero también es conveniente que vayan unidos por optimizar los recursos. Hay que intentar que quien guíe el sistema sanitario sea el paciente, y no la Administración, antes que preocuparse de si sanidad y servicios sociales están o no están en una sola Consejería.

-Alberto de Rosa: La verdadera asignatura pendiente en la gestión de la salud de los ciudadanos es el correcto abordaje de la enfermedad crónica y del bienestar de las personas. Y no hay que olvidar que se debe ser muy eficiente en cómo se gestionan las recursos públicos, o si no se producirá un fracaso en la atención que se presta al paciente. Esto requiere un esfuerzo de comprensión y aceptación por parte de los políticos y de los profesionales. Y hay que hacer también una reflexión sobre los otros recursos que existen alrededor de la sanidad, como las mutuas de accidentes de trabajo. Es preciso pensar en organizar la asistencia sanitaria de forma global y de manera más eficiente.

2. La preocupación por los equivalentes terapéuticos llega a la OMC

-Jorge Matías-Guiu: En política se podrá hacer lo que se quiera, pero lo que no se debe hacer es no llamar las cosas por su nombre. Los equivalentes terapéuticos requieren unos ensayos clínicos sobre eficacia, con muchos casos y un elevado coste. Pero no se puede utilizar el término equivalente terapéutico para dos fármacos que tienen la misma indicación. Se podrá aplicar solo un fármaco, pero eso no es un equivalente. De seguir así, la indicación del médico no va a servir de nada, esto conlleva un riesgo tremendo. Se debe atender al paciente de la mejor manera posible, con los fármacos que necesite. Además, tampoco creo que los equivalentes terapéuticos supongan una reducción en el coste económico.

-Alberto de Rosa: Nos encontramos ante un asunto conflictivo, ante el que me gustaría destacar tres o cuatro conceptos: evidencia científica, coste-eficiencia, mismo efecto terapéutico y consenso entre profesionales. En un tema tan controvertido como éste, me parece esencial que se tenga en cuenta la evidencia científica existente y el máximo respeto a los profesionales sanitarios. No merece la pena abrir nuevos frentes con aspectos en los que no se ofrece mayor seguridad al paciente. Sí es cierto que el elevado gasto farmacéutico sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país.

-Valentín Ballesteros: Los equivalentes terapéuticos pueden dificultar la entrada de nuevos fármacos que se están investigando, lo que también puede tener su incidencia en el aumento de los precios de los medicamentos. Desde hace un tiempo todas las administraciones intentan ahorrar en el gasto farmacéutico, porque es lo que les resulta más sencillo. Pero hay otras maneras de ahorrar, como realizar pronto pruebas e intervenciones para reducir los días de baja laboral, reducir pruebas duplicadas o flexibilizar laboralmente al personal sanitario.

3. Sedisa reclama un gobierno sanitario de expertos para mejorar la eficacia del SNS

-Alberto de Rosa: Felicito a Sedisa por su iniciativa porque es verdad que en todo este debate sobre la gestión y la externalización faltaba la voz de los gestores (ya habíamos escuchado a políticos, organizaciones sociales y profesionales, diversas asociaciones…). Me preocupa que todavía no exista de hecho una profesionalización de la gestión; es preciso poner encima de la mesa este asunto. Los gestores vivimos tiempos difíciles, pero el valor del gestor y de los profesionales se debe ver ahora, hay que colaborar con la gestión y asumirla como propia. Tenemos gestores bien formados, con amplia experiencia; deberían ser escuchados por los políticos.

-Valentín Ballesteros: Hay que escuchar a los profesionales y a los gestores, tanto públicos como privados. Y me gustaría recalcar que aunque se tengan los conocimientos necesarios, a menudo se carece de las herramientas precisas para aplicarlos. El marco en el que se mueven los gestores públicos es muy estrecho. A ello se suma que la retribución del directivo en el sector público deja mucho que desear en ocasiones, con casos de sueldos hasta un 30 por ciento inferiores al de algunos profesionales.

-Jorge Matías-Guiu: Es evidente que vivimos tiempos difíciles, aunque hemos atravesado ya por otros similares también por la situación económica del país. El problema es que hay que confiar en el directivo, pero a la Administración le cuesta. El gerente debe tener autonomía, capacidad de organización, de generar recursos y de romper con estructuras rígidas. Desde las Consejerías se quiere tener a los hospitales controlados. El momento es propicio para que se emprendan las reformar oportunas, para que los hospitales públicos cuenten con gerentes que gestionen con autonomía sus centros. Y si no funcionan, que sean sustituidos.

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