El Servicio de Radiología del Sant Pau de Barcelona lo instala en los próximos meses



11 nov. 2012 23:41H
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Javier Barbado / Imagen: Jordi Bardajil. Barcelona
La resonancia magnética nuclear combinada con la tomografía de emisión de positrones (PET-MR, por sus siglas anglosajonas) llega a los hospitales españoles tan solo dos años después de que se fabricaran los primeros equipos en Ginebra (Suiza) y Munich (Alemania).

Pablo Ross, de Cleveland.

A lo largo de 2013, el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona instala una de estas modalidades híbridas (de las que, en España, solo existe una por el momento en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares que dirige Valentín Fuster en Madrid) que permite ahorrar en número de pruebas (al hacer lo que antes requerían dos) y disponer de información anatómica y funcional superpuestas en tiempo real, según han explicado a Redacción Médica el director del Servicio de Medicina Nuclear del centro hospitalario catalán, Ignasi Carrió, y el también radiólogo Pablo R. Ros, de la Facultad de Medicina de la Universidad Case Western Reserve (en Cleveland, Estados Unidos), durante una conversación mantenida con ambos en la ciudad condal con motivo del 5th Annual Barcelona PET-CT and MRI-PET Practial Course y en el que ha estado presente la compañía Philips.

Ambas técnicas de imagen existen desde hace entre diez y quince años y, de hecho, se han aplicado de forma sistemática en muchas especialidades médicas. Pero el equipo que aúna las dos técnicas, resonancia y PET, abre nuevas expectativas en diferentes campos de la Medicina como la cardiología, la neurología, y, sobre todo, la oncología.

Tal como ha señalado a este periódico el profesor Ross, en el ámbito del cáncer el PET se revela desde hace tiempo como un extraordinario aliado en la diagnosis y el tratamiento de la enfermedad, ya que se sirve de biomarcadores como, por ejemplo, la fluorodesoxiglucosa, que, marcada con un isótopo radiactivo, revela al clínico la presencia del tumor en el organismo.

“Pero nos falta entonces su localización anatómica”, para lo que se practican otras pruebas de imagen como la resonancia magnética (MR) o incluso la tomografía computerizada (CT). “A finales de los 90, a uno de los colegas presentes en este foro se le ocurrió unir la CT con el PET para disponer de la información metabólica de éste y de la anatómica de aquélla, y ha funcionado muy bien”, ha revelado. “En el mundo –continúa– hay instalados unos 5.000 PET-CT, que son aparatos relativamente caros que tienen un CT ensamblado a un PET, y el 97 por ciento se aplica en oncología en este momento”.

Una “convivencia difícil”

Según aclara el propio Russ, sucede que el CT “no llega a tanto” como la RM, y, por lo tanto, la unión ideal que se propuso entonces fue la del PET-RM, solo que este ensamblaje no resultaba en absoluto sencillo debido al enorme campo magnético de la RM, que la hace muy poco afín a la convivencia con el PET. “Sin embargo, ha habido laboratorios que se han esforzado por construir el equipo, lo han conseguido… y funciona”, apunta.

Ignasi Carrió, del Hospital Sant Pau.

De este modo, en peticiones de la práctica clínica que nunca incluirían la tomografía (como, por ejemplo, las destinadas a la exploración de la mama) también se practicaría la RM y eso aportaría información complementaria.

Además, como se ha advertido, el coste para el centro sería menor y para el paciente resultaría más cómodo desplazarse una sola vez al hospital: “Los resultados son todavía muy escasos: estamos viendo qué aplicaciones pueden tener; pero, como poco, se sabe que la radiación es muchísimo menor que la de una TAC, y que en localizaciones donde uno optaría por una resonancia vale la pena hacer también la tomografía”.

Una de las expectativas que abre el PET-RM se centra en el estudio de las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer, la demencia o la esclerosis múltiple. “Ahora ha aparecido una nueva modalidad de imagen PET que permite visualizar la carga mieloide en el cerebro, es decir, el depósito de proteína mieloide, que es un fenómeno que se produce de manera específica en esta patología”, precisa Carrió. “Desde hace pocos años se utiliza para ello el PET, y esto, combinado con la resonancia, puede tener un gran valor en el seguimiento de los pacientes”, concluye.

Juan Sanabria.

Asimismo, en el área de la cardiología, Ross revela que la combinación de la resonancia con el PET permite que la información del clínico no se reduzca, por ejemplo, a la visualización de una placa de ateroma en la arteria, sino que, además, se sepa su grado de vulnerabilidad al observar su actividad metabólica con el isótopo radiactivo, de modo que se predice el riesgo de que se desprenda y dé lugar a un tromboembolismo, o, por el contrario, permanezca estable.

Hospitales versus centros de investigación

Por el momento, tan solo existen en el mundo en funcionamiento alrededor de 60 equipos de PET-RM “entre pedidos e instalados”; en Estados Unidos, no pasan de cuatro los que están operativos, y, entre ellos, el del hospital universitario de Cleveland (donde trabaja este especialista) fue el primero en fabricarse y en ubicarse fuera del espacio propio de un centro de investigación: “Tuvimos la suerte de que se estaba construyendo un centro de cáncer adyacente: no es fácil introducir este aparato en mitad de un hospital”.

Ignacio Ayerdi.

Para Carrió, sin embargo, éste es el hábitat natural del equipo, ya que “centraliza el trabajo clínico más especializado y de mayor nivel tecnollógico”.

Los horizontes de la industria

En el foro, pronunció una conferencia el presidente de Imagen Médica de Philips, Gene Saragnese, sobre “nuevos horizontes en imagen médica y la perspectiva de la industria” en esta parcela de la Medicina en la que Philips invierte buena parte de sus recursos. Entre los asistentes al evento pudo verse a la cúpula directiva presente y pasada de la compañía en España, representada por Juan Sanabria, quien relevó a Ignacio Ayerdi como presidente y director general de Cuidado de la Salud.

 

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