La Revista

Pueden ser honrados a través del culto.

Los 4 sanitarios beatificados tras la persecución religiosa en los años 30
Basílica de San Pedro en el Vaticano.


11 oct. 2019 13:50H
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POR JESÚS MEDIAVILLA
Los últimos años de la década de los años 30 fueron violentos, oscuros y turbulentos. La Guerra Civil abrió abrió una brecha en la sociedad española y en la contienda perdieron su vida miles de personas. El conflicto tuvo múltiples facetas: lucha de clases, enfrentamiento de nacionalismos modernos, lucha entre dictadura militar y democracia republicana, combate ideológico entre fascismo y comunismo y, además, una colisión entre el laicismo y la religión.

Durante los años de la guerra, la geografía del país se fragmentó en función de los territorios que controlaba cada uno de los bandos. En las demarcaciones republicanas, se produjo una persecución religiosa contra creyentes, el clero secular y sus diferentes congregaciones, así como contra el propio patrimonio eclesiástico.

Profesionales sanitarios beatificados


En consecuencia, miles de religiosos perdieron la vida, y en entre ellos, cuatro sanitarios. Por ello, en los últimos años, la Iglesia católica ha considerando que muchas de estas víctimas lo fueron como consecuencia de su fe, y por ello las definió como mártires. Algunas, incluso, fueron beatificadas, es decir, que pueden ser honradas en culto. Es el caso de cuatro sanitarios que fueron declarados beatos por el mismo Papa.

Uno de estos mártires beatificados fue el médico Marià Mullerat i Soldevila, de la diócesis de Tarragona. Actualmente se encuentra en proceso de canonización, de modo que, de recibir el visto bueno de la Iglesia sería declarado como santo. En 1936 fue conducido en un camión a fusilar, el cual, durante el trayecto, se detuvo para que pudiera ayudar al hijo de una mujer que le pidió ayuda.Se dirigió a la madre angustiada y le dijo: “No llores. Tu hijo no morirá”. Tras sacar una libreta, le escribió una receta. “Dale este medicamento a tu hijo –le dijo- y reza, que Dios te ayudará". Momentos más tarde, perdía la vida.


Dos farmacéuticos


Entre los beatificados también se encuentran dos farmacéuticos. Juan José Vivas-Pérez Bustos, de la diócesis de Valencia, y Elvira Morgas Cantarero, de los Carmelitas descalzos. El primero de ellos, Vivas-Pérez, se licenció en Farmacia por la Universidad de Granada en 1873 y poco después tuvo una farmacia en Almería capital.

Se hizo famoso como inventor del “salicilato”, de gran eficacia en procesos gastrointestinales que elaboraba junto a otras especialidades farmacéuticas en el laboratorio anexo a su farmacia. El Salicilato tuvo, además, gran popularidad en Europa y en América. Los milicianos quemaron su botica y lo fusilaron en 1936 en la playa de la Garrofa.

Por su parte, Morgas Cantarero fue una de las primeras mujeres farmaceúticas que hubo en España. Con el estallido de la guerra se vio obligada a escapar, pero resultó fatalmente capturada. Fue asesinada a tiros en mitad de la noche cuando la milicia se enfureció con su silencio durante los interrogatorios.

Por último está el veterinario Salvador Damián Enguix Garés, de la diócesis de Valencia, quien, además de tratar a los animales, era un asiduo en los hospitales. Su vida corrió la misma suerte que sus otros tres compañeros de fe.
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