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Nuria Martín, enfermera, explica las ventajas y desventajas de formarse en pueblos con 300 habitantes

Nuria Martín está haciendo el EIR en una zona rural y ha explicado cuáles son las ventajas y desventajas.
Nuria Martín, enfermera.


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Desde las ventanas del consultorio del municipio de Cortelazor, en Huelva, Nuria Martín divisa un extenso campo plagado de arboles y montañas que hacen que todos sus problemas se ‘esfumen’ en cuestión de segundos. "Es algo que en la ciudad no aprecias", ha reconocido. Y es que esta EIR nunca pensó que acabaría especializándose en un pueblo con cerca de 300 habitantes, pero el vínculo que ha creado con los distintos pacientes, la calidad en la formación y las relaciones con los compañeros han hecho que esta enfermera sienta de este pueblo su verdadero hogar. De hecho, sino fuese porque su familia, amigos y pareja se encuentran en Málaga, sopesaría muy seriamente desarrollar su carrera laboral aquí, aunque no descarta continuar como especialista en alguna otra zona rural cerca de su ciudad natal. 

La idea de especializarse en una zona rural no entraba en los planes de Martín en un primer momento, aunque tampoco lo había descartado; simplemente no lo tuvo en cuenta. "Creo que no se te pasa por la cabeza a no ser que hayas vivido previamente aquí", ha resaltado. Aun así, comenzó su aventura con todas las ganas e interés posibles, pero rápidamente pudo comprobar que hacer el EIR en este ámbito no es tarea fácil. "Vengo de una ciudad grande y, al principio, te choca todo un montón", se ha sincerado.

Además, en el consultorio no tenían las herramientas suficientes para formar a más de un residente, y esa ausencia de compañeros en horario laboral también le afectó negativamente al principio. "Solo estoy con mi tutora y con el médico", ha afirmado.

Asimismo, la necesidad de tener coche propio es indispensable para poder desplazarse a consultorios vecinos. Esto es algo que no le habían comentado previamente y que, seguramente, sea la mayor desventaja de formarse en una zona rural. "Es chocante darte cuenta de que las poblaciones son muy pequeñas. Las distancias entre los municipios son de 15 o 20 minutos y, para ir al hospital, se tarda 30 minutos. Por tanto, tienes que aprender otra dinámica en la que hay que tratar más al paciente y estabilizarlo antes de ir al centro hospitalario", ha explicado esta futura especialista de Enfermería Familiar y Comunitaria. 

Ventajas de hacer el EIR en una zona rural


Pero estos aspectos negativos, por llamarlos de alguna manera, se diluyen ante todas las ventajas que ofrece este tipo de formación. "Aunque esté sola con mi tutora, he creado un vínculo muy grande con ella. Cuando hacemos un descanso nos contamos todo, pero siempre con los límites que existen entre residente y supervisora", ha subrayado.

Además, al ser pocos residentes -se refiere a otro MIR que se está especializando allí- , ha notado que los responsables se implican muchísimo en la formación. "Antes de entrar ya sabían quiénes éramos y nos han arropado mucho desde el principio, porque saben que algunos de nosotros no hemos estado nunca trabajando en el ámbito rural. Están muy pendientes de nuestras necesidades. No nos tratan como si fuésemos estudiantes de prácticas, como sí ocurre en otros sitios, sino que son conscientes de que somos enfermeras que queremos ampliar nuestra formación”, ha indicado.

La relación enfermera-paciente en el mundo rural


Otro de los aspectos que han hecho que se enamore del ámbito rural y de su sanidad es la relación con los pacientes. "Es algo increíble. Probablemente lo que más me gusta de trabajar aquí. No ves solo sus patologías, sino su contexto completo: dónde viven, su entorno familiar y las condiciones en las que se encuentran. Al final, nuestro cupo es bastante reducido y los acabamos conociendo muy bien", ha detallado.

Una de las cosas que más la siguen sorprendiendo de pueblos con tan pocos habitantes es que sus habitantes dejen las puertas abiertas. Entonces, cuando ella tiene que hacer una asistencia a un domicilio, llama a la puerta por educación y, al entrar, todos la reciben con los brazos abiertos. "Son super agradecidos y siempre se acuerdan de ti. De hecho, la mayoría de mis pacientes tienen más de 70 años, trabajan en sus huertos, y me traen algún tomate u otra verdura como detalle. Todo este ambiente, en una ciudad muy grande, se pierde completamente”, ha narrado.

Formación EIR en una zona rural


Sobre si cree que por estar en una zona rural vaya perder calidad en el aprendizaje, esta futura especialista lo descarta por completo. "Estoy en un sitio donde atiendo a pacientes y siempre aprendo cosas nuevas. Quizá en el hospital veas cosas más complejas, como una cirugía cardiaca o personas en la UCI, pero es como todo, los de allí no verán cosas que yo sí trato aquí", ha afirmado.

Y aunque su experiencia en la zona de básica de Aracena, que acoge los consultorios de Los Marines y Cortelazor, está siendo muy enriquecedora, su idea cuando termine el EIR es volverse a Málaga con su familia, pareja y amigos. “Si no dependiese de que la gente a la que quiero está en mi ciudad natal, me plantearía quedarme. Se trabaja muy bien, creas muchos vínculos y la carga de trabajo es aceptable. Pero, en el futuro, sí que me gustaría trabajar en una zona rural, solo que más cerca de mi localidad”, ha concluido.
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