La Revista

Un grupo de sanitarios de emergencia españoles cuentan a Redacción Médica la situación en las fronteras con Ucrania

Enfermeros españoles en Ucrania: "Hay grandes patologías psicológicas"
Un sanitario del SAMU en un puesto fronterizo de Rumanía


9 abr. 2022 10:00H
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POR ANA P. ECHAVARRÍA
En cuanto hubo noticias del comienzo de la guerra en Ucrania, un grupo de sanitarios del Servicio de Asistencia Médica de Urgencias (SAMU) preparó un gabinete de crisis y decidieron mandar un contingente de 8 sanitarios de emergencias para ayudar a los refugiados. Actualmente, ya prestan servicio desde tres países diferentes.

"Empezamos a organizarlo un jueves y nos fuimos un martes", ha explicado a Redacción Médica Clara Ávila, enfermera estudiante del máster en Urgencias, Emergencias, Catástrofes y Acción Humanitaria. Ella no dudó en unirse al primer equipo formado por profesionales con experiencia en misiones internacionales de ayuda humanitaria y estudiantes. En su caso, ha pasado tres semanas en Rumanía, atendiendo un puesto fronterizo.

"Nos dieron dos tiendas, decidimos que una fuera el puesto de mando y almacenaje y la otra era donde podíamos asistir tanto emergencias como cosas más de Comunitaria", ha explicado la joven. Este fue el primer puesto al que llegaron los voluntarios del SAMU, pero, según ha explicado a este medio el jefe de la misión, Borja González de Escalada, han diversificado sus apoyos.

"En Rumanía estamos en un puesto fronterizo, donde están las casetas de la Policía que comprueba la documentación, justo al otro lado de un río que separa Ucrania de Rumanía. En la capital de Moldavia, Chisináu, damos apoyo médico en uno de los albergues más grandes, donde hay unas 200 personas. Por último, en Polonia estamos organizando la creación de un albergue para refugiados", ha detallado González de Escalada.

Atención a los refugiados ucranianos en Rumanía


Clara pasó las tres semanas de misión en Rumanía, donde los refugiados llegan en barcazas desde su país y no presentan grandes patologías médicas, aunque sí psicológicas. "Sobre todo es la carga emocional. La gente está bien físicamente, pero emocionalmente es muy complicado", ha narrado.

El jefe de misión detalla que, de las 1.500 personas que llegan diariamente, en el puesto médico atienden a unas 5 o 10: "No nos hemos tenido que enfrentar a nada que no hayamos podido atender".

Aún así, han tenido que hacer frente a algunas emergencias, como un infarto de miocardio o un niño de 3 años inconsciente a causa de una hipoglucemia e hipotermia. Otro de los casos que más impactó a la enfermera fue el de una madre primeriza que acudió en estado de shock con una cesárea hecha cuatro días antes y un niño recién nacido: "El bebé estaba perfectamente sano, fue más una asistencia social, de decirles que estuvieran tranquilos, que todo estaba bien".

Los mayores retos de los sanitarios: Idioma, medios y funcionamiento


De hecho, para Clara uno de los mayores retos fue acostumbrarse a la situación, además del idioma: "A veces teníamos que hacer la consulta con dos traductores". "Siempre queda esa pérdida de información que puedes tener en la traducción", agrega González de Escalada.

Otra de las dificultades es la gestión de las horas muertas y de los medios disponibles: "Tienes que contar con lo que puedas hacer en ese momento: no hay laboratorio, ni pruebas de ningún tipo de especialidad". Además, los sanitarios tienen que adaptar su manera de actuar a la de los equipos locales.

"La sanidad funciona diferente, está todo organizado por los bomberos y dentro tienen una rama de paramédicos. Nosotros estamos entrenados para asistir en el momento y hacer lo que haga falta. Sin embargo, allí los paramédicos tienen el sistema de 'cargar y correr'", detalla la enfermera.

"La organización de los refugiados ucranianos en Rumanía es maravillosa"


El jefe de misión explica que lo más gratificante es: "Ayudar a esa gente que viene con frío, con preocupaciones, pero que, al menos, cualquier necesidad médica la tengan resuelta. Poderles facilitar ese tránsito hacia una nueva situación sabiendo que tienen sus necesidades cubiertas".

Por su parte, Clara califica de "maravillosa" la organización del puesto de recepción de refugiados en Rumanía: "Tenían agua y comida caliente, mantas, disponibilidad de quedarse, un autobús gratuito..."

Finalmente, la joven reconoce que se encuentra dividida entre la felicidad de todo el aprendizaje y la experiencia que ha obtenido y la tristeza de la situación, pero no duda: "Yo volvería".

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