La Revista

El periodista y escritor presenta 'La verdad', una reivindicación de la objetividad posible para mirar la realidad

Arcadi Espada: "Una pandemia no puede ser dirigida por médicos"
Arcadi Espada posa tras la entrevista con Redacción Médica.


28 oct. 2021 15:00H
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Arcadi Espada acaba de hacer otra aproximación a la batalla por ver el mundo de una forma honesta, acaso la única forma de trasladar la objetividad a una escenificación efectiva. Este periodista y escritor presenta ‘La verdad’, un libro que va más allá del periodismo y que reflexiona sobre la información y la deformación de cómo se cuenta el mundo.

La cita con Redacción Médica es en un céntrico hotel de Madrid, su preferido en la ciudad y que, según dice antes de comenzar la entrevista, tiene un restaurante “muy agradable”. Un prefacio hedonista para, como él se definirá durante la charla, “un apestado moral”, que ha decidido serlo por su defensa personal de las ideas y la política.

Entrevista completa a Arcadi Espada.


El libro habla sobre la verdad y uno de los primeros capítulos aborda la importancia de la fotografía para mostrar la realidad. Una de las críticas que se hicieron al principio de la pandemia era que en los momentos más crudos, el retrato periodístico o social de la pandemia eran los aplausos a los sanitarios más que los muertos. ¿Cómo deformaba eso la realidad y qué papel cree que jugó ahí la sociedad para quizá no demandar esas fotografías u ofenderse cuando las recibía?

Es un ejemplo muy adecuado del proceso de puerilización de esta sociedad de la cual hace tiempo que venimos notando signos. Estoy trabajando estos tiempos en un libro sobre la Transición y una de las cosas que estoy haciendo es mirar prensa de esa época; y es espeluznante ver el tratamiento que se daba en aquellos años a la muerte en los periódicos: a la muerte política, por ejemplo a las víctimas del terrorismo, o a la muerte accidental, véase el accidente de Los Rodeos o el incendio terrorífico que hubo en un camping de Los Alfaques en Tarragona. Y cómo la prensa, que además era una prensa efervescente, muy motivada por la libertad recién conquistada o recién donada, vaya a saber, trataba esas imágenes.

Nada tiene que ver, desde luego, con lo que ha venido sucediendo en los últimos años. No solo en España, el caso de los cadáveres del Wall Street del World Trade Center es ejemplar también, a pesar de que efectivamente allí hubo muchos cadáveres que simplemente fueron cenizas y, por lo tanto, no se podían mostrar.

Y en España no somos inmunes a esto, todo lo contrario. Tras la pandemia, España ha tenido la desgracia de convertirse en el país que en estos momentos, según las estadísticas muy recientes que consulté del EuroMomo, es el país que ha tenido un exceso de muertes mayor entre los países de nuestro entorno, el Estado que ha tenido mayores muertos.

Yo supongo que detrás de la no exhibición de cadáveres o de los ataúdes o de la muerte en sí, hubo una operación también política. Pero en cualquier caso es lo menos importante. Lo más importante es que la sociedad hoy no está para esas exhibiciones. La sociedad está hoy, vive hoy, y especialmente la sociedad española, en un cierto estado de letargia, véase por ejemplo lo que está pasando con las mascarillas. España es un país que las mascarillas las tiene como fetiches. Usted ahora mismo va por cualquier ciudad europea o americana, y no ve al 60 % de la gente en la calle con mascarilla. Es que en Madrid, en Barcelona, en Valencia, en Sevilla… el 60 % las personas van con mascarilla por la calle, cuando se sabe absolutamente que es escasamente útil en interiores y desde luego absurdamente inútil en exteriores. ¿Por qué pasa eso? Las sociedades tienen misterios.

Arcadi Espada, durante la entrevista con Redacción Médica.


Tecnificar lo que ha pasado con la pandemia a través de, por ejemplo, un rostro conocido como Fernando Simón como técnico, pero también a través de otros médicos que acudían incesantemente a los medios de comunicación generalistas, ¿cómo cree que ha deformado la realidad? Es decir, ¿tecnificar la pandemia deshumanizó la pandemia y eso puede que tenga un fin político? ¿O es lo que hay que hacer para contar las cosas?

Una pandemia, como otras muchas cosas, no se puede contar en directo. Es decir, usted no puede dar cada media hora si el índice de contagios ha bajado o no sé qué, el índice de la enfermedad, el número de muertos o el número de ingresados, el número de personas que han contraído el Covid-19 por segunda vez, el número de Covid-19 prolongado... Es una cosa que no tiene ningún sentido, pero no tiene ningún sentido nada más que el ruido: "La pandemia sube dos puntos, y baja dos puntos al día siguiente o los mantiene...” Hay cosas que no se pueden contar en directo, es que es así de simple; simplemente porque una de las graves cuestiones del periodismo es que no se acostumbra al manejo de las series estadísticas o manejo racional de las estadísticas.

Usted no puede decir "la violencia de género", que es una de las cosas que les encanta, "ha aumentado este año un 50%", porque hemos pasado de 48 a lo mejor a 48 más 24. ¿Y eso qué?, o sea, ¿eso es revelador? O los accidentes de tráfico... Hay cuestiones que necesitan series largas porque sin ellas, no se puede saber nada real y cierto sobre lo que estamos hablando. Pues con la pandemia ha pasado exactamente lo mismo: la gente se cree que la sobreinformación es más información y no, es menos información.


"La discriminación salarial del médico no me parece tan escandalosa como la de las enfermeras"



¿A usted le parece que los médicos y las enfermeras, que históricamente se sienten depreciados por la sociedad, igual que los educadores, por ejemplo, también han podido aprovechar esta pandemia para ponerse en valor y eso quizás llevarles al exceso mediático?

Sin duda. Una cuestión previa sobre las enfermeras: a mí por ejemplo el trabajo de las enfermeras me parece uno de los trabajos más importantes de nuestra sociedad, crecientemente importante además dado el envejecimiento de la población, y desde luego el peor pagado. O sea, para mí el sueldo que cobra una enfermera es un escándalo social. Creo que las enfermeras deberían cobrar muchísimo más de lo que cobran porque su trabajo es realmente clave y tiene un porcentaje de dureza humana que hay que compensar. Siempre aprovecho para decirlo cada vez que sale el tema de las enfermeras porque me parece una de las clamorosas injusticias salariales que hay en el planeta, ya que es una cosa general.

Los médicos españoles también se quejan bastante de eso. Dicen que ganan, según las estadísticas que manejan, tres o cuatro veces menos que sus colegas europeos.

Es posible. Si es así, también me parece mal. Pero en cualquier caso, la discriminación respecto a lo que hacen no me parece tan escandalosa como la de las enfermeras. También ganan poco los maestros y tienen un trabajo excesivamente duro y eso son profesiones muy sensibles. Pero el caso de las enfermeras, insisto, me parece paradigmático; o sea, la dureza del trabajo de una enfermera es una cosa que cualquiera lo comprende, cualquiera que haya tenido contactos, y todos tenemos contactos, por desgracia, con situaciones extremas de familiares, amigos…

Dicho esto, es evidente que los médicos han tenido un protagonismo en este asunto tremendo, a mi juicio prejudicial. O sea, me parece bien que aprovechen la situación y el foco, como lo aprovechamos todos, pero evidentemente una pandemia no puede ser dirigida por médicos. Los que tienen que dirigir las crisis en la sociedad, y crisis de esta magnitud, son los políticos, porque la política es lo más importante de nuestro mundo. Al final todo depende de la política.

Evidentemente el político no puede aspirar a tener la exactitud de un científico, pero sí la responsabilidad de tomar decisiones que incorpore el punto de vista científico, el punto de vista económico, todos los puntos de vista vigentes en la sociedad, y el político tiene que tomar esas decisiones porque para eso está encargado, es el que gestiona. Y un político debe saber muy bien que para un epidemiólogo, por ejemplo, el ideal, casi un ideal seductor, es ese infantilismo del Covid cero, por ejemplo, que se ha puesto en práctica con resultados desastrosos en muchos países. Nueva Zelanda, por ejemplo, ha rectificado. Tanta propaganda que hubo además con la mujer que lo dirigía: "Claro, como es una mujer lo hace bien"; esas estupideces…

Entonces, claro, los epidemiólogos tienen su caballo. Yo por ejemplo me he tenido que controlar muchas veces porque creo que todos los males del mundo vienen del periodismo, porque estoy acostumbrado a ver al mundo bajo el prisma de un periódico. Los epidemiólogos están acostumbrados a ver el mundo a través del virus y, evidentemente, ellos luchan por que los virus desaparezcan. Hay que tener mucho cuidado porque luego están los psiquiatras, que dicen que los confinamientos que los epidemiólogos pidieron han provocado estos efectos secundarios. Entonces, todo esto es muy difícil, todo esto es dificilísimo porque hay intereses contrapuestos, pero alguien tiene que tomar esas decisiones de una manera colectiva y nosotros tenemos un encargo que es el de los ciudadanos a los políticos: gestióneme esto y hágalo bien.

"Que la libertad está por encima de la vida lo dicen quienes no pierden la vida por ello", explica Espada.


Leí que a su juicio el pueblo español había sido más sumiso que responsable con el tema de las mascarillas o al respetar las diferentes restricciones que se habían ido implantando durante este año y medio ya de pandemia. Por tanto, ¿qué reflexión le otorgan los profesionales sanitarios que hayan podido, o que siguen por ejemplo insistiendo en que hay que llevar la mascarilla; es decir, que son excesivamente cuidadosos o conservadores con el levantamiento de restricciones?

La vida es lo más importante que hay, evidentemente, no hay otro valor por encima de la vida, esa tontería de: la libertad está por encima de la vida. Eso lo dicen quienes no la pierden.

Por lo tanto, estoy dispuesto a admitir que evidentemente la vida es el valor. Ahora bien, decir a un señor que no salga de casa, prohibírselo, es una decisión hard (dura); no es una decisión cualquiera, es una decisión que ha de estar basada en criterios científicos indiscutibles. Y criterios científicos quiere decir no aquello que nos parece que... Sino aquello que efectivamente es con el nivel de conocimientos que tenemos en el momento que tomamos la decisión porque la ciencia, como usted sabe, a nuevos datos, nuevas decisiones. Pero claro, qué certidumbre había de que encerrando a los niños en las casas, poniendo el acento en el lavado de manos y no en la circulación del aire en los lugares interiores, sacando al perro y dejando a los niños, y cerrando los parques como cerraron… Vamos a ver, ¿cuáles eran las evidencias científicas de todo esto? Y, por supuesto, sin uso de mascarilla que luego se ha convertido en un fetiche. ¿Había certidumbre científica de eso? No. ¿Es posible que los epidemiólogos nos digan ahora que el virus se transmitía por el aire pero que no lo sabían, que no lo supieron hasta un tiempo después, cuando sabían que era, por ejemplo, un virus respiratorio y que los virus respiratorios se transmiten por los aerosoles y todas esas cosas y no por el contacto?, ¿no sabían esto?

En fin, la gripe no es una enfermedad como el Sida, o sea, yo comprendo que con el sida hubiera perplejidad, es una enfermedad que coges por una actividad sexual, no es una cosa muy común. Quiero decir con esto que cuando tú tomas medidas de ese calibre tan drástico, tienes que estar muy seguro científicamente.

Aún nadie sabe ni puede decir… Bueno sí, esa persona que está al frente del Gobierno de España y que dijo una vez a boleo que él había salvado en persona un millón de vidas, o yo no sé qué barbaridades dijo.

La verdad es que lo que no se sabe hoy, es si el tipo de confinamiento que hubo en algunas sociedades, por ejemplo la española, que fue el más duro, en realidad no contribuyó a la multiplicación del virus. Porque si ahora estamos poniendo el acento en que la gente no esté junta en sitios, ¿cómo estaba la gente en las casas hace un año y medio? ¿Había mascarillas en las casas? ¿Se guardaba la distancia de seguridad entre abuelos y nietos? No, lo único que hacías era lavarte las manos.

"La vida es el máximo valor: a la gente hay que vacunarla, quiera o no"



Quería hablar ahora de derechos individuales y colectivos, y ahí entro en un tema muy debatido en estos últimos meses que son los famosos antivacunas. El que tiene el fármaco en la mano en un país desarrollado como el nuestro y lo rechaza por teorías no muy contrastadas. ¿Eso es un mal de niños ricos, es un mal de haber entendido mal el derecho individual, o usted cree que debe prevalecer el derecho individual, incluso cuando no se fundamenta la razón, sobre el derecho colectivo?

En absoluto, esto es un ejemplo buenísimo porque me permite justamente dar la otra cara de lo que le acabo de decir. Sobre el uso de la mascarilla, no hay evidencias sólidas, científicas… de hasta qué punto evita el contagio. He mirado los pocos estudios que hay sobre este particular y desde luego no son concluyentes.

Sobre el movimiento del virus, los epidemiólogos más honrados saben que no saben nada; no saben cómo el virus se mueve.

Mire, la certeza principal de esta epidemia es que nosotros hemos conseguido dar con un antídoto, del cual lo único que no sabemos es la duración de la protección con exactitud, pero sabemos con razonable aproximación que no produce efectos secundarios graves ni generales. Y sabemos, como demuestra lo que ha pasado en los lugares donde la vacunación se ha producido, que acaba razonablemente con la transmisión del virus y acaba casi absolutamente con su gravedad. Por lo tanto, es que aquí no hay discusión posible, esta es una certeza. Mañana usted puede decir que cuando se cumplen 35 años de cuando te pusieron la inyección, te mueres. Pues efectivamente, no lo sabíamos, pero lo que sabemos ahora es lo que sabemos. Los derechos colectivos son una de esas trampas dialécticas, ¿de qué están hechos los derechos colectivos? Están hechos de derechos individuales sumados. En eso que llamamos derecho colectivo hay muchos derechos individuales, pueden ser contradictorios. Entonces, ¿cómo se evalúan esos derechos?, ¿por la suma? No, por lo que sabemos; y como sabemos que efectivamente eso evita la muerte y hemos consensuado en nuestras sociedades que la vida es el máximo valor, la resultante de las dos cuestiones es evidente: a la gente hay que vacunarla quiera o no.

Con ello no quiero decir que los tengamos que meter en un campo de concentración o pasar por las armas de la vacuna; quiero decir que a mí me parece muy bien lo que ha hecho Draghi en Italia: "¿Usted quiere ir a trabajar, quiere llevar una vida normal? Vacúnese, si no, tendrá que llevar la vida de un apestado". Me parece muy bien. Es que me parece que incluso eso respeta lo que usted llama los derechos individuales. "¿Usted quiere ser un apestado en la vida?".

Mire, yo en Cataluña he elegido ser un apestado moral porque mi lucha contra el nacionalismo es pública y notoria, lo que quiero es que me dejen ser un apestado. Oiga, mire, es que a mí eso no me interesa, me parece el peor virus de la humanidad". La mayoría de mis compatriotas consideran esto una locura. Yo les agradezco que no me hayan metido en un campo de concentración, no me hayan matado, no me han encarcelado…

Para Arcadi Espada, "la salud como verdad es un bien público".


Uno de los dramas que han llevado esta situación con el tema de los antivacunas, es que desde algunos Colegios Profesionales se siguen manteniendo los grupos de Medicina Integrativa u homeopatía. ¿Se debe seguir sosteniendo, no sé si por corporativismo, dentro de la ciencia posiciones acientíficas pero con ese barniz inherente de objetividad?

Es un auténtico escándalo: intelectual, moral, gremial y político. Que la homeopatía goce del prestigio que goza, y no solamente en España, hay países como Francia donde todavía está mucho más extendida. Eso es un escándalo. Me parece que la homeopatía está al mismo nivel que la astrología; es decir, son entretenimientos de las sociedades como antes bailaban la danza de la lluvia. Naturalmente, la religión tiene su estatus en el mundo moderno, como lo tiene la novela, las ficciones… que consuelan, pero no pueden aspirar a convertirse en patrones de lo racional. O sea, ¿usted quiere homeopatizarse? Págaselo.

La gente anda ahora contrariada, quizá ha tomado dimensión la importancia del derecho a la salud; el caso es que por un lado en política se está diciendo que la sanidad pública debe ser el fin último y lo más financiado por los impuestos; otras posiciones hablan de seguros de salud privados, de una convivencia entre la iniciativa pública y privada. No sé si, tomando un poco el título del libro, los ciudadanos pueden tener o deberían tener al menos una sola verdad o certeza sobre lo que debe de representar el sistema sanitario para una sociedad y para ellos mismos como individuos.

La salud como verdad es un bien público y tiene que ser públicamente protegida, y naturalmente si uno necesita hacerse un TAC o una operación en un plazo determinado, el sistema público tiene que responder, y yo en eso tengo una visión no muy experta pero sí muy contundente. Una sociedad sin un sistema público de salud potente y que sirva a las necesidades de los individuos es una sociedad fallida.

O sea que usted la idea de que la sanidad hay que sacarla de la derecha o de la izquierda por ser un bien común, ¿la comparte?

Por supuesto.

¿O considera que por el mero hecho de que la izquierda potencie los impuestos y la derecha apueste por rebajarlos, se puede entrar en un terreno pantanoso de la sostenibilidad del modelo?

Es que eso de los impuestos… Vamos a ver, en América, hay Américas, pero en América, como sabe usted, se paga en general menos impuestos aparentes que en Europa porque, entre otras cosas, las oscilaciones que ha tenido sistema de salud público americano se pagan de otra manera. Nosotros destinamos un dinero a la sanidad que ellos no destinan. Yo no puedo decir que el sistema este funciona mejor que el otro, no tengo la menor idea; yo lo que sé es que evidentemente la salud es un bien público y tiene que ser protegida con los instrumentos públicos.

Si hay países que dicen "muy bien, público pero necesitamos una gestión privada porque hemos visto que funciona mejor en áreas determinadas", no tengo ni la menor idea de eso ni puedo hablar porque no soy experto. Yo hablo solamente de lo que conozco o de lo que creo conocer. Por lo tanto, lo único que le puedo decir sobre este asunto son cosas elementales. Por supuesto que hay que quitar eso de la izquierda y la derecha como hay que quitar tantas cosas de esa pugna completamente teatral que a veces se vive. Giovanni Sartori, un politólogo italiano al que aprecio, siempre decía que entre la izquierda y la derecha, elijan ustedes lo correcto.
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