La Revista

Un profesor de Enfermería diseña un juego a forma de habitación de escape para enseñar a sus alumnos

El profesor Urquiza (con bata) capturado tras uno de los juegos


18 feb. 2017 20:00H
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POR CARLOS COROMINAS
Haz un electro. Tic tac. ¡Así no! Tienes que colocar los electrodos bien. Tic tac. Ya tienes la clave para acceder al ordenador. Tic tac. Quedan 12 minutos. Ahora, la extracción sanguínea. No te equivoques. Sigue así. Necesitamos la contraseña. Tenemos 6 minutos y medio ¿Qué puede estar obstruyendo esa vía respiratoria? ¿Es una llave? 2 minutos. Date prisa. Si no la coges a tiempo, no saldremos de aquí. Si no la coges a tiempo, moriremos.

Si la coges a tiempo, podremos abrir la puerta y, si somos los más rápidos, tendremos tres respuestas para el examen de febrero. Lo de morir es más bien metafórico porque nadie muere en el juego del profesor Urquiza. En realidad, se trata de una forma para motivar a los alumnos de segundo de Enfermería y ayudarles a afianzar conocimientos.

Cansado de aburrir con las clases de siempre, este joven profesor de Enfermería de la Universidad de Granada lleva pensando cómo enganchar a sus alumnos con clases más divertidas desde que comenzó su carrera docente hace dos años. Su propia experiencia reciente como estudiante le había hecho ver que pasar el día entre seminarios es desmotivador. Para tratar de romper el tedio, diseñaba cuestionarios, juegos y dinámicas en clase, pero no lograba dar con un método definitivo. Hasta que conoció las habitaciones de escape.

Urquiza en su despacho mientras diseña la actividad.

José Luis Urquiza descubrió estos juegos gracias al comentario de su hermano en una cena de Navidad: "Son como un videojuego, pero en la vida real". Consisten en una especie de gymkana, pero que se desarrollan en el interior de una estancia. Cada prueba da una pista para resolver la siguiente, hasta que se consigue la clave para abrir la puerta de la habitación y escapar. De ahí el nombre.

Desde entonces él y su familia se han enganchado y han visitado todas las habitaciones de escape que han encontrado cerca de su Granada natal. Experiencias que le han servido para diseñar su propio juego en el que los estudiantes tienen que aplicar los conocimientos adquiridos en clase para ir superando pruebas y conseguir la llave que les permite salir del aula.

El malvado Dr. Urquiza

Para hacer más divertido el juego, se ha inventado una trama en la que los alumnos se convierten en espías. Su alter ego es el malvado Doctor Urquiza, un médico que ha diseñado la Necrostatina, un fármaco que mata a quien lo toma y le convierte en un maniquí de prácticas ultrarrealista que vende a las universidades, obteniendo jugosos beneficios. Urquiza dice que el hecho de que el malo sea un médico no tiene nada que ver con la rivalidad tradicional entre médicos y enfermeros, sino que se dio por casualidad. Para darle más intriga a su juego, ha elaborado un tráiler que bien podría ser el de una película de terror con toques de Indiana Jones, aunque en el aula de Urquiza no haya serpientes.

El juego que atrapó a los Obama
La popularidad de las habitaciones de escape está creciendo en los últimos años. El hecho de que sea un juego colaborativo en el que todos los miembros de un grupo persiguen un objetivo común fortalece los lazos entre ellos. Un detalle ideal para los gurús del coaching y para crear sesiones de fortalecimiento de equipos. De hecho, muchas empresas que organizan estas experiencias incluyen una sección de team building en sus ofertas. Su fama es tal que incluso la familia Obama aprovechó las últimas navidades para jugar en una habitación de escape en Hawaii. En el juego, el expresidente y su familia eran agentes secretos que tenían que lidiar con un grupo terrorista. Consiguieron es capar apenas a 12 segundos de que se acabara el tiempo marcado. 
Los alumnos, reunidos en equipos de cinco, deben conseguir el diario del villano que prueba sus crímenes y salir de la habitación antes de media hora, momento en el que un mecanismo libera la Necrostatina y les convierte en maniquíes. Para ello van superando pruebas en las que ponen a prueba sus conocimientos. 

Aunque, dentro del aula los alumnos colaboran entre sí, Urquiza hace que los equipos compitan entre ellos. "Tenía que pensar cómo hacer que no se chivaran las respuestas a las pruebas entre los diferentes equipos y la mejor manera era picarles", explica. Así que estableció un sistema de recompensas: el equipo que resuelve las pruebas en menos tiempo tiene tres puntos más en el examen de febrero; el segundo, tiene dos y el tercero, uno.

Satisfacción de los alumnos

Urquiza se muestra orgulloso de su propuesta y cree que los alumnos "han flipado con la iniciativa". Para estas afirmaciones se basa en unas encuestas de satisfacción que le rellenaron después de la actividad.

Los propios alumnos confirman que el método de la habitación de escape les ha funcionado. Almudena Bazán, estudiante de Enfermería en la Universidad de Granada que ya no tiene clases con Urquiza, dice que el juego les motivó a estudiar un mes y medio antes de los exámenes: "Nos picábamos a ver quién ganaba".

Además, Bazán destaca que la presión de tener que resolver las pruebas en menos de media hora les prepara para la práctica asistencial: "Sabemos que es un juego y que no es lo mismo que cuando tengamos la vida de una persona en nuestras manos, pero se te hace el cuerpo". Su grupo, Las enfermeras con arte, se quedó a las puertas de recibir un punto extra en febrero, ya que consiguieron quedar las cuartas.

Vídeo resumen de la habitación de escape de Urquiza.

La misma opinión sobre la presión tiene Esperanza Ruiz, otra angitua alumna: "Nos ayuda a acostumbrarnos a gestionar el tiempo tanto para los exámenes como para nuestra profesión".

Urquiza afirma que ya se han interesado por el proyecto varios compañeros docentes que le han pedido información. Ahora está pasando la iniciativa al papel para pedir financiación a través de la próxima convocatoria de Innovación Docente de la Universidad de Granada para mejorar las pruebas y el equipamiento que usa en su habitación de escape.

Las dos estudiantes coinciden en que sería positivo que más profesores utilizaran dinámicas similares y que se extendieran este tipo de actividades para reducir la carga de los seminarios y hacer las clases más amables.

Aunque ninguna de las dos consiguió puntos extra para el examen de febrero al no quedar entre los tres primeros, sí que les ayudó para preparar la asignatura. Ruiz reconoce no habría empezado a estudiar tan pronto: "Lo habríamos dejado para el final, como hacemos con el resto de asignaturas". Además, agradece lo que aprendió en la habitación de escape porque "ver las cosas físicamente te ayuda en el examen porque lo relacionas con el juego y te acuerdas". Aunque no sirva para salvar el mundo, capturar al doctor Urquiza parece que al final sí tiene premio. 


 
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