La Revista

El mejor MIR de 2010 compaginó Medicina con el grado superior de piano y participa en el desarrollo de 'apps'

Sergio Vañó, dermatólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid.


14 ene. 2017 20:00H
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POR SANDRA MELGAREJO
Hizo Medicina por vocación y porque “no tenía otra escapatoria”: su padre es médico nuclear; su madre, radioterapeuta; y su hermano, radiólogo. Para colmo, se casó con una oftalmóloga. “Los médicos somos algo endogámicos”, reconoce. Dotado para la música, sus profesores de piano le recomendaron que dejara Medicina, pero consiguió acabar las dos carreras y ahora ameniza las horas de descanso de los congresos médicos si se aloja en algún hotel con piano. Sergio Vañó, dermatólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, disfruta tanto con un clásico de Beethoven o de Chopin como con una nueva aplicación para su smartphone, y afirma que la música le ha ayudado a tener la mente ordenada y a ser más sensible.

¿Cómo son sus reuniones familiares con tanto médico? ¿Consiguen hablar de otras cosas aparte de la Medicina?

La verdad es que no, son algo monotemáticas, pero es divertido porque compartimos muchas experiencias. Tenemos especialidades muy diversas, así que las charlas son bastante variadas.

¿Por qué eligió especializarse en Dermatología?

Cuando empiezan la carrera, muy pocos médicos tienen claro lo que quieren hacer. De hecho, yo no lo tenía. Mi interés por la Dermatología surgió cuando terminé Medicina y pregunté en diferentes hospitales por algunas especialidades que me gustaban. Vi que era una especialidad integral y muy completa, ya que el propio médico puede realizar el proceso diagnóstico, terapéutico y quirúrgico, y que tiene aspectos muy interesantes a nivel de investigación. Además, es muy agradecida, en el sentido de que el perfil del paciente, por lo general, no es grave y es bastante reconfortante poder mejorar mucho su calidad de vida de forma rápida.

Sergio Vañó fue reconocido con el Premio Sanitas al mejor MIR de 2010.

Fue el mejor MIR de España en 2010. ¿Fue un reconocimiento importante para usted?

Es el reconocimiento a un trabajo bien hecho y a un sacrificio, tanto curricular como de tiempo. Es gratificante, pero no hace que te relajes, sino todo lo contrario: te estimula para seguir desarrollándote en tu ámbito profesional.

Terminó Medicina y la carrera de Música a la vez. ¿Es cuestión de organizarse o tiene una mente privilegiada?

Empecé Música sin saber muy bien hasta dónde podría llegar. Cuando acabé el grado medio de piano estaba empezando Medicina y los profesores de piano me dijeron que, si quería hacer el grado superior, tenía que dedicarme íntegramente a la música y me sugirieron que dejara Medicina, ante el gran disgusto de mis padres. Tomé la decisión de seguir con Medicina porque es mi vocación, pero me daba pena dejar el piano, así que me propuse continuar ambas carreras. Fue una buena decisión porque, aunque dediqué unas horas extras durante esos años, pude acabar las dos. Aparte de que pueda ser algo lúdicamente agradecido –en los congresos, cuando hay un piano en el hotel, toco para los compañeros–, la música te ordena la mente y te aporta un plus de sensibilidad y de control de las habilidades que me ha sido muy útil en la práctica médica.

¿La música le ha hecho mejor médico?

Me ha permitido controlar las emociones. Y no me refiero solo a controlar los nervios en una charla o en un congreso, sino a ser capaz de transmitir a los pacientes determinada información y empatizar con ellos. Me ha ayudado a desarrollar esa capacidad emocional que los hombres tenemos menos desarrollada que las mujeres.

¿Dejaría la Medicina si tuviera una buena propuesta para dedicarse a la música?

A día de hoy, no.

¿Cuáles son sus compositores preferidos?

Suena muy típico, pero, realmente, para mí los mejores son Beethoven y Chopin. Los considero espectaculares.

¿Cuál es el tempo de la sanidad española?

Sería un adagio, que es un tempo lento, que puede considerarse suficiente, pero realmente tendríamos que entrar en un presto y acelerar mucho determinados procesos, especialmente los de innovación e investigación. También necesitamos dar un poco de velocidad a algunos aspectos administrativos para poder mejorar el proceso asistencial.

Tanto la música clásica como la Medicina son dos ambientes algo elitistas, ¿no le parece?

Depende… Cualquier persona puede disfrutar de la música, solo requiere ilusión y algo de habilidad para tocar un instrumento. En el ámbito de la Medicina, el perfil del médico está cambiando. Clásicamente, era muy serio y estricto, no permitía participar al paciente la toma de decisiones, sino que se las imponía. Ahora tenemos un perfil mucho más empático y colaborador con el paciente, más de igual a igual. Los pacientes agradecen que no les trates con autoritarismo, sino como si fueran familiares o amigos.

Vañó ha participado en el desarrollo de aplicaciones médicas dermatológicas.

¿Qué le parece la forma de divulgar la música clásica que lleva a cabo el pianista James Rhodes?

Es muy interesante. La música es una herramienta para transmitir emociones y hay diferentes formas de hacerlo, más clásicas o más lúdicas, pero lo realmente importante es que haga reflexionar al oyente.

Rhodes lleva el nombre en cirílico del compositor Rachmáninov tatuado en el antebrazo. Como dermatólogo, ¿qué opina de los tatuajes? ¿Lleva alguno?

No llevo, pero no me disgustan. Solo hay que hacérselos con sentido común, en un lugar en condiciones para evitar complicaciones y, sobre todo, teniendo en cuenta que son permanentes.

Coordina la Unidad de Tricología y Trasplante Capilar del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. ¿Qué opina de las personas que tratan de ocultar su alopecia con peinados tipo ‘cortinilla’? 

Para muchos pacientes, la alopecia puede ser un inconveniente menor, pero para otros supone el principal problema de su vida. De hecho, una de cada 20 mujeres se plantea no recibir quimioterapia contra el cáncer de mama por miedo a desarrollar una alopecia que, la mayor parte de las veces, será temporal. Así que habría que conocer la historia de cada persona: si se peina así por una razón cosmética, le podría aconsejar otras formas mejores de disimularlo;  pero si tiene un problema muy importante, realizarse ese peinado puede ayudarle a mejorar su autoestima y ser capaz de hacer vida normal.

¿Se puede confiar en un político o en un periodista que intenta ocultar su calvicie de una forma tan evidente?

Todos tenemos algún talón de Aquiles cosmético o algún complejillo que no queremos que los demás vean. El problema de la alopecia es que está a la vista de todo el mundo, pero yo no basaría la confianza en alguien en ese aspecto.

Repasemos algunos trasplantes capilares famosos: Hilario Pino, Iker Casillas, Diego Simeone, José Bono, John Travolta, Silvio Berlusconi, Wayne Rooney… ¿Qué tienen todos en común?

El trasplante capilar es la intervención quirúrgica estética más frecuente en los hombres. El pelo tiene unas implicaciones cosméticas muy importantes. Hay hombres que llevan muy bien su calvicie y se rapan, pero pasar de no tener pelo a tenerlo rejuvenece diez años. Lo que todos estos personajes tienen en común es que han buscado un cambio cosmético que les produzca un aspecto más joven de una forma relativamente rápida.

Son, sobre todo, actores, deportistas y políticos. ¿Ha detectado algún otro grupo profesional que demande este tipo de intervención?

Esos casos son los que más se conocen porque son personas expuestas públicamente. Pero un perfil muy típico es el de un hombre de entre 35 y 45 años que se ha separado matrimonialmente y que dedica parte de sus recursos a mejorar su estética.

Por no revelar su alopecia, el tenista Andre Agassi jugó con peluca. Ahora habría tenido una buena solución para su problema…

Habría que valorar su caso porque, si no recuerdo mal, su alopecia era muy extensa. Hay que trasplantar pelo de la nuca del propio paciente al área donde tiene alopecia, por lo que, si no hay suficiente materia prima, no se puede hacer. Pero, bueno, un retoque seguro que le habría mejorado.

Viajar, sobre todo con sus hijos, es una de las aficiones del dermatólogo madrileño.

¿El pelo trasplantado se cae?

El pelo trasplantado se adquiere de una zona que es genéticamente resistente a la alopecia. Por lo tanto, se suele decir que es un pelo que dura para siempre.

Analicemos el caso Donald Trump. Como dermatólogo, ¿qué opina de ese pelo y de ese color de piel?

Para gustos los colores, nunca mejor dicho (risas). Como dermatólogo, le diría que con esa piel tan clara debe protegerse estrictamente del sol y evitar quemaduras.

¿Qué le parecen las cabinas de rayos UVA?

Tienen el riesgo de que, a la larga, pueden aumentar el riesgo de cáncer de piel. Lo que la gente no sabe es que es el factor conocido que más envejece la piel. De hecho, hay personajes famosos que se han expuesto a muchos rayos UVA y que tienen una piel que correspondería a una persona 15 o 20 años mayor.  No hay ningún problema en broncearse al sol con sentido común, pero no es bueno recibir radiación ultravioleta de forma artificial todo el año porque no es fisiológico y, además de aumentar el riesgo de cáncer de piel, envejece.

Tuvimos una ministra de Sanidad muy fan de los rayos UVA. ¿Las autoridades sanitarias deberían cundir con el ejemplo?

Sí, pero sucede lo mismo con los dermatólogos que llegan muy morenos después de vacaciones. Aunque hay personas que se ponen muy morenas exponiéndose solo tres o cuatro días al sol, coincido en que hay que mostrar y difundir el ejemplo de educación sanitaria y que no estaría muy bien visto que yo pasara consulta con la cara quemada.

¿Es cierto que si te quitas una cana te salen siete?

No, podéis estar tranquilos, se pueden quitar porque no se reproducen.

¿Tener canas es un seguro de que no se te va a caer el pelo?

Es otro mito. La cana es un signo de envejecimiento del pelo y, para que aparezca, ese pelo tiene que haber llegado vivo a su fase de envejecimiento, es decir, tiene que haber aguantado hasta los 40, 50 o 60 años en la piel del cuero cabelludo del paciente. Si un paciente tiene alopecia, el pelo se le cae, así que no da tiempo a que se encanezca. Pero no es que la cana sea un pelo más resistente.

Usted todavía no peina canas, así que quizá sea pronto para planteárselo, pero ¿le gustaría que sus hijos siguieran con la tradición sanitaria familiar?

Sí, aunque hoy en día seguramente habrá otras actividades laborales con más proyección, especialmente en el ámbito de la tecnología.

En unos años dejarán de existir muchas de las profesiones actuales, pero parece que los médicos siempre serán necesarios.

Eso espero. Una de las principales críticas que se hace al uso de la tecnología en salud es el miedo a que pueda sustituir al médico y empeore la relación médico-paciente, pero en mi experiencia profesional ha sido todo lo contrario: las tecnologías son una herramienta muy útil, no solo para optimizar el trabajo que realizamos día a día, sino también para mejorar la relación que tengo con los pacientes y, sobre todo, la comunicación con ellos.
EN CORTO
Un libro de cabecera.
El médico, de Noah Gordon.

Una película.
Cadena perpetua, de Frank Darabont.

Una canción.
With or without you, de U2.

Una ciudad para vivir.
San Francisco.

Una ciudad para viajar.
Oporto.

Un objeto imprescindible.
El smartphone.

Un personaje de tu vida.
Mis hijos. Han sido el cambio más importante a nivel vital.

Un personaje histórico.
Ludwig van Beethoven.

Equipo de fútbol.
Real Madrid.

Un lema.
Uno de Mahatma Gandhi: “Vive como si fueras a morir mañana pero aprende como si fueras a vivir para siempre”.

¿Qué le hace feliz?
Pasar el día rodeado de la gente que quieres haciendo cosas que te gustan y que sabes que van en beneficio de los demás.

Le interesan mucho las nuevas tecnologías, ¿por qué?

Cuando empecé la residencia, hace una década, utilizábamos la PDA para controlar las dosis de fármacos y, poco a poco, fui viendo las ventajas que podía tener el uso de las tecnologías en la práctica clínica asistencial diaria y con los pacientes. Después llegaron los smartphones, las aplicaciones y los sistemas de telemedicina, con los que hemos podido desarrollar proyectos muy interesantes, ayudando incluso a países del tercer mundo. Hoy en día no podría concebir la práctica médica sin la ayuda tecnológica; me ha permitido interactuar con profesionales sanitarios alejados geográficamente y mejorar mi relación con los pacientes.

La teledermatología ya es una realidad, ¿qué futuras aplicaciones cree que tendrán las nuevas tecnologías en su especialidad?

Una de las áreas que más se desarrollará en los próximos años será el big data, que va a aportar mucha información para conocer aspectos de la evolución de la enfermedad, de respuesta a tratamientos, etc. Además, se seguirán desarrollando las aplicaciones médicas, tanto para profesionales sanitarios como para pacientes. Ya hemos realizados varias experiencias, como la app FotoSkin, que han ayudado a mejorar la salud de la población y, en particular, a mejorar el screening del melanoma.

¿Hay algo que ahora mismo parezca ciencia ficción pero que crea que va a ser una realidad?

La realidad virtual será una de las grandes novedades. Permitirá transmitir imágenes e información y, por ejemplo, ya se está trabajando en ojos biónicos para que los pacientes ciegos puedan adquirir cierta capacidad visual. Las tecnologías no tienen límite y realmente no podemos imaginar lo que en van a poder ofrecer al sistema sanitario en los próximos años. Hace 30 años era impensable que pudiéramos disponer de sistemas de telemedicina o que pudiéramos centralizar en un mismo dispositivo la cantidad de herramientas y datos que tiene un smartphone. Junto a los antibióticos y la anestesia, la tecnología es uno de los hitos más importantes de la sanidad en los últimos siglos.
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