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El presidente de ANDE señala al cine y la ópera como vías de escape dentro de una vida de gestión y docencia

El presidente de ANDE, Jesús Sanz.


11 jun. 2016 20:00H
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Un estilo de juego a veces define una vida. El presidente de los directivos enfermeros se vio reflejado de adolescente en la actitud del jugador de fútbol culé fallecido este año y esa misma identidad lo desenmascara en su filosofía. La que lo ha llevado a perseverar en los estudios universitarios (hasta tres carreras y un doctorado) y en el liderazgo entre sus colegas al frente del Hospital Clínico de Valladolid, durante trece años, y de la propia ANDE, durante doce. Tras revalidar esta condición, ejerce a diario como gerente de la Clínica Odontológica de la Universidad Europea de Madrid, donde imparte clase, y reconoce que le queda poco tiempo para la familia, los amigos, el cine y la ópera, a fin de cuentas lo que de veras le hace feliz.

¿Dónde transcurre su infancia?

Nací en Tudela de Duero el 11 de septiembre de 1956, donde teníamos una casa familiar de mis abuelos. Pero mi infancia transcurrió en Valladolid, donde estudié e incluso pasé los primeros años de experiencia profesional hasta 1997.

¿Qué le marcó de ese periodo?

Tengo la sensación de haberlo pasado bien. Se pasaba mucho tiempo en la calle cuando no estabas en el colegio, en mi caso en el Barrio de las Delicias de Valladolid. Vivía en una molinera –como allí se le llama–, una casa de una sola planta provista de un patio enorme.

Sanz, junto a su esposa y sus dos hijas.

¿De qué vivía su familia?

Mi padre era ferroviario y, mi madre, ama de casa. Todavía viven, con sus enfermedades crónicas, eso sí, y, si de he ser sincero, he estado más vinculado a mi madre. Soy el mayor de tres hermanos (dos chicos y una chica) y mantenemos una buena relación familiar.

¿Pasó una adolescencia turbulenta?

No recuerdo la experiencia unida a esa palabra. La turbulencia, en todo caso, fue interior, el ver que uno ha de hacerse un espacio e integrarse en otros ambientes. La recuerdo inmerso en un grupo de amigos muy bien definido en el barrio, donde nos movíamos en un entorno cercano y amable. Así que la asocio a los amigos, el estudio y las inquietudes propias de la edad como a qué me iba a dedicar.

Hablamos de los primeros años setenta: ¿no le influyó el ambiente religioso y político del país?

Claro. Estaba en un grupo formado por catequistas, realidad de la que luego me alejé un poco con el tiempo. En cuanto a lo político, verdaderamente no tomé conciencia de lo que era la realidad de España hasta que cumplí los 18 años en 1975. En esos años empieza a haber movilizaciones de estudiantes y trabajadores, sucede el asesinato de Carrero Blanco [1973]… y es en ese momento, cuando se precipitan esos acontecimientos, cuando se toma conciencia de la situación política.

Tomó conciencia, pero ¿no tomó partido?

En aquella época, no. Quería que llegase la democracia y, lógicamente, me identificaba con los movimientos que había en ese sentido (había muchísimos partidos). Pero toda mi vida sí que he tenido un planteamiento progresista de cómo debe organizarse la sociedad y de cuáles son las medidas sociales que deben implementarse.

¿Socialdemócrata?

Precisamente ahora no conviene llamarlo así. En estos días de debate se manipula esta clase de términos.

El PSOE se deshizo en la etapa de que hemos hablado de la etiqueta de marxista. ¿Usted lo era?

No, en absoluto. Yo, en aquel momento, no era marxista, sino que me situaba en una posición de centro o socialdemócrata, y es en la que me he mantenido toda la vida.

Fue padre muy joven…

Sí, con 25 años tuve a la mayor, en 1981, y a la pequeña, en 1992. Pero la realidad social era otra en los años ochenta. Entonces uno tenía ganas de abandonar la casa de los padres con rapidez. Concluí Enfermería y tenía novia desde hacía unos años –la conocí en el hospital–, disponía de un sueldo y me casé.

Sus hijas, ¿han seguido su huella profesional?

No, pero sí relacionadas con el ámbito sanitario. La mayor es trabajadora social y la pequeña está estudiando Medicina.

¿Por la Iglesia?

Sí, sí, por supuesto: es lo que tocaba en ese momento: 1979. Ya había llegado la democracia, de todos modos.

¿Le ilusionaron las primeras elecciones democráticas en el 77?

Era ilusionante para todos. Y me sigo emocionando cada vez que acudo a unas elecciones y cojo la papeleta. Para mí es un asunto importantísimo en la vida de cualquier ciudadano, aunque tal vez se deba a la intensidad con la que lo vivíamos. Pero es algo que he tratado de transmitir a mis hijas: la responsabilidad ciudadana de entregar nuestro voto y confianza a aquéllos partidos y personas que queremos que nos gobiernen.
Al frente de la Clínica Odontológica de la UEM
El liderazgo universitario glosa la faceta que ha predominado en el presidente de ANDE. Director de escuelas de Fisioterapia y de Podología durante nueve años en la Universidad Europea de Madrid, se incorporó después como gerente de la clínica odontológica, donde recibe a La Revista de Redacción Médica. Se trata de un amplio espacio provisto de aulas, decenas de recintos para prácticas y asistencia a unos 300 pacientes diarios con 2.500 profesionales.
¿Tiene claro su voto para el 26-J?

Sí, lo tengo perfectamente delimitado.

La Universidad ha resultado nuclear en su vida, ¿verdad?

Así es. Cuando terminé el COU [Curso de Orientación Universitaria] empecé Económicas. Pero ese año, 1974, como saben los menos jóvenes, la Universidad de Valladolid llegó a cerrarse porque, en el desfile de principios de curso, un grupo de estudiantes protestó con el lanzamiento de huevos en presencia del rector.

Después, no puedo decir que tuviera una vocación clara por la Enfermería, sino que fue más bien ésta la que vino a mi encuentro. Vi las alternativas tras descartar Empresariales, y pensé en ser enfermero teniendo la suerte de que ese curso fue el primero en el que, en esa Universidad, los hombres empezamos a hacer las mismas prácticas que las mujeres futuras enfermeras.

Eso fue una tremenda suerte porque me permitió descubrir la profesión. Me sentí muy identificado: me encantaba hacer las prácticas, la relación con los pacientes, la oportunidad de realizar los cuidados… Fueron años muy felices. Al terminar, me incorporé a trabajar en una Unidad de Medicina Interna, después en la Coronaria.  Muy gratificante.

Con una de sus hijas, en un acto académico de la UEM.

Cursó también otras carreras.

Una constante en mi vida ha sido mejorar mi formación e intentar crecer en la profesión además de como persona. Cuando terminé Enfermería, hice Fisioterapia, que entonces era una especialidad (y que hube de convalidar para ser diplomado), y me planteé doctorarme incluso antes de incorporarme a la Universidad. Pensaba que era necesario investigar para crear un cuerpo doctrinal que me posicionase mejor en el oficio.

Después me interesé por la Antropología, que era una buena opción porque no había que empezar la carrera desde el principio (en esa línea son muchas las enfermeras que han cursado estudios de Psicología, Sociología o Historia). Me interesaba el hecho cultural y confirmé con esa disciplina mis expectativas al respecto. Hice los cursos de doctorado y escribí la tesis. Fue un periodo de cinco años pero lo conseguí.

¿Cómo aparece su talento como directivo?

El 27 de junio del 84 me ofrecen la posibilidad de acceder a la Dirección de Enfermería del Hospital Universitario Clínico de Valladolid. Y he tenido la suerte de seguir en el ámbito de la gestión desde entonces.
Pero en un momento determinado, llegué a tener la responsabilidad sindical del hospital, y si uno desarrolla una actividad adicional a la profesional en su lugar de trabajo (y distinta a la equivalente de ahora, pues no había liberados y se tenían que compaginar las dos tareas) eso se tiene en cuenta.

¿Recuerda quién le propuso como director de Enfermería del hospital?

Sí, por supuesto: Manuel Martín Parra. Trabajamos trece años juntos, él como gerente y yo como director de Enfermería, y se puede imaginar lo entrañable y duradero de la relación de amistad que hemos mantenido.

¿Cómo se gesta la asociación que ahora preside, ANDE?

Se constituye como pro-asociación en 1987. Varias personas figuran en sus orígenes, como Matilde Cortés, entonces directora de Enfermería en La Paz, y Epifanio Fernández, director de Enfermería en el Hospital Santa Cristina más otros directivos de Madrid. Tuvieron una reunión con el ministro Julián García Vargas, y, a raíz de ella, nace la idea de ANDE. Contactan conmigo, con Juan Paricio en Aragón [vicepresidente segundo de ANDE], con Alfredo Moreno [exdirector de Enfermería del Lucus Augusti de Lugo]… Damos los pasos, se conforma el colectivo y se hacen las dos primeras jornadas, entonces llamadas de Supervisión, y tuvieron tal éxito que nos demostró que ANDE era algo demandado entre las enfermeras.

¿Fue el presidente desde el principio?

No. En 1989 se hacen las primeras elecciones; hasta 1997, que vine a Madrid, fui el vocal por Castilla y León junto con mi puesto en el Clínico de Valladolid (la presidenta era Martínez Cortés y, después, Mariana Creus). Cuando ésta deja la presidencia, me presento y soy elegido. Así que estuve en la pro-asociación y en el grupo fundacional, también en una vocalía y en la Secretaría hasta llegar adonde estoy ahora.

¿Cómo ve la sanidad española en vísperas de la cita electoral?

No es fácil responder a eso. La crisis ha debilitado mucho al sistema sanitario: a los profesionales, a las prestaciones de los ciudadanos, a las inversiones… Y eso no es bueno. Ha habido una movilización ciudadana por garantizar una sanidad pública para todos. Y esto ha moderado, políticamente, las ideas privatizadoras. Soy un defensor de la sanidad pública, pero creo que puede coexistir perfectamente con la privada, es decir, son complementarias.

¿Más allá de los meros conciertos?

Habría que examinarlo en cada comunidad autónoma. No creo que deba debilitarse la pública para potenciar la privada, pero hay entornos en los que la colaboración entre ambas más allá de los conciertos acerca la sanidad a la población. Para eso está la planificación estratégica conociendo cada autonomía su realidad territorial.

EN CORTO
Libro de cabecera
'
Palabra sobre palabra', de Ángel González, y 'Total leadership', de Stewart Friedman.

Película preferida
'Blade Runner', de Ridley Scott.

Canción favorita
'
Mediterráneo', de Joan Manuel Serrat.

Una ciudad para vivir
Valladolid.

Una ciudad para viajar
Estambul.

Objeto imprescindible
Una navaja suiza o, mejor, una libreta y un bolígrafo.

Un personaje de su vida
Mi madre.

Un protagonista histórico
Nelson Mandela.

Un equipo de fútbol
Real Valladolid y Barça.

Un lema vital
Compromiso, trabajo y hacer fácil la vida de los demás. Coraje para vivir, prudencia para sobrevivir y generosidad para compartir.

¿Qué le hace feliz?
Los amigos y la familia.
¿Cuál es su opinión personal de las dos grandes fuerzas enfermeras del sector: el sindicato Satse y el Consejo General de Enfermería?

Soy profundamente respetuoso con las instituciones, y creo que es necesario que existan tanto el Colegio como los sindicatos: cada uno juega su papel, y yo puedo estar en desacuerdo con algunas decisiones tanto de Satse como del Colegio que afectan a la profesión.

¿Por ejemplo?

La Mesa de la Profesión Enfermera. Compárela con los representantes de su equivalente médico. En una foto de ambas, vemos que en esta figuran todos: Consejo, sindicatos, alumnos, asociaciones científicas… Y la enfermera, solamente por Satse y el Colegio. Los médicos, a pesar de sus diferencias, no han dudado en unificarse para dar la cara por la profesión. Eso me parece un tremendo error. Lo he hablado tanto con Máximo González Jurado como con Víctor Aznar, así que lo digo tranquilamente.

Aparquemos el trabajo. ¿Dedica tiempo a otras cosas?

La verdad es que no tengo mucho tiempo libre. Me lo absorben la clínica odontólogica de la Universidad Europea de Madrid, donde estamos, y el máster que dirijo en el campus en colaboración con Sedisa [Sociedad Española de Directivos de la Salud]. E imparto, en el Grado de Enfermería (durante un trimestre y solamente a un grupo) la asignatura Gestión de Cuidados. Eso me obliga a preparar las clases los fines de semana, pero siempre he pensado que, si está en la Universidad, tiene que pisar el aula.

Seguro que cultiva alguna afición de todos modos.

Soy un aficionado compulsivo al cine. Me gusta mucho y voy siempre que puedo, a veces incluso cada semana. Me gusta mucho la ópera, a la que también asisto regularmente. Y, desde luego, pasear y estar con los amigos. Para la lectura no me queda mucho tiempo, pero aprovecho los pequeños ratos. Y eso sí, como soy muy aficionado al fútbol, no pierdo la oportunidad de ver a mis equipos favoritos?

¿Que son?

Fútbol Club Barcelona y el Real Valladolid. Mi corazoncito está en el equipo pucelano, aunque ahora esté en segunda división.

¿Y el Barça?

Me llegué a hacer aficionado del Barça cuando Johan Cruyff era jugador.  Descubrí un equipo que jugaba de una determinada manera que me atraía, un estilo de juego distinto menos basado en los resultados y que jugaba con inteligencia, lo que nos ha llevado a sufrir en muchas temporadas pero también a disfrutar muchísimo.
Así que me hice seguidor y me sigue gustando cómo juega, y también es verdad que no son pocas las chanzas con los compañeros al vivir en Madrid y ser del Barcelona. Pero eso lo hace todo más animado.

¿Piensa jubilarse para disponer de ese tiempo que le falta?

Supongo que lo haré al cumplir los 65. Uno ha de cumplir su trayectoria profesional y dar el relevo a las nuevas generaciones. No entra en mi esquema mental seguir trabajando en el oficio después de esa edad, pero sin duda haré otras actividades como aspectos vinculados con ONG, seguir estudiando… todo ello desde una perspectiva más lúdica y de compromiso.
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