La Revista

El epidemiólogo Ildefonso Hernández comenzó como médico rural y, entre otros cargos, ha sido director de Salud Pública

"Me hubiera gustado ser bailarín de ballet clásico o periodista"
Ildefonso Hernández, durante uno de sus viajes.


13 may. 2017 20:00H
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POR SERGIO LÓPEZ
Se puede decir que Ildefonso Hernández, uno de los epidemiólogos más reputados de España, ha hecho casi de todo en Sanidad. Antes de pasar por el Ministerio de Sanidad como director general de Salud Pública, este catedrático de la Universidad Miguel Hernández fue médico de pueblo, hizo urgencias de calle y fue técnico de Salud Pública, según él mismo enumera. Especialista en Dermatología en sus inicios, fue durante una estancia en el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta (EEUU), a principios de los 80, cuando decidió evolucionar desde esta disciplina a la Epidemiología. La oportunidad de saltar a la primera línea de la Administración sanitaria se la dio el ministro Bernat Soria en 2008 y la de dejar un legado, Trinidad Jiménez, a quien le reconoce el “arrojo” que tuvo al sacar adelante la “ambiciosa Ley antitabaco” que elaboró su dirección. Poco después, la siguiente ministra socialista, Leire Pajín, no le renovó la confianza. Hernández no le discute las razones pero sí “las formas”. Hoy compatibiliza la docencia con una prolífica actividad como investigador y con su participación en la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas) y la Federación Mundial de Asociaciones de Salud Pública.
 
Es presidente saliente de Sespas y portavoz de esta Sociedad para el cambio climático, ¿dónde se encuentran la salud pública y el cambio climático?
 
Cualquier política que mejore la movilidad y apueste por transportes no motorizados tiene ventajas económicas, medioambientales y de salud. Todo lo relacionado con el empleo verde y la generación de energías limpias redundan en un entorno más saludable para las personas. Esa es la razón de que a los salubristas nos preocupen tanto las políticas medioambientales; aparte de que si dejamos que avance el cambio climático, se prevén efectos muy negativos que van desde la seguridad alimentaria a la proliferación de nuevas enfermedades. El cambio climático es un tema capital para la salud pública y, de hecho, en el Ministerio de Sanidad se creó un Observatorio de Cambio Climático y Salud que, sin embargo, como otras tantas políticas, se ha dejado de financiar.

Ildefonso Hernández, durante su época de director general; durante un reunión de la OMS. Aparece entre la presidenta de la Organización, Margaret Chan, y el representante de Etiopía.

¿Son conscientes los políticos de las consecuencias que puede tener para la salud el cambio climático?
 
Quizá suene un poco presuntuoso, pero diría que las políticas inteligentes requieren políticos que piensen en el largo plazo. Las buenas políticas medioambientales, de innovación, educación y salud tienen en común eso: el largo plazo. Un buen sistema educativo tiene efectos positivos para la población, pero estos son visibles solo en 10 o 20 años. España está saliendo de la crisis, pero lo está haciendo mal, porque los Presupuestos Generales del Estado, de forma inconcebible, no están considerando la innovación y la investigación. ¡Es un suicidio!

Se le considera el padre de la Ley Antitabaco. A día de hoy, ¿cómo valora su implantación?
 
Los primeros informes ya mostraban los enormes beneficios de esta Ley para la población. No sé si se han seguido analizando desde el Ministerio sus beneficios. A veces lo dudo, porque el Gobierno está muy inmóvil en las cosas de salud pública y me temo que ya no tiene en la agenda la lucha contra el tabaco. España estuvo en la vanguardia mundial en salud pública con esa ley y ahora ha perdido paso y se está quedando atrás por su inacción. Quedan asignaturas pendientes aún, como el etiquetado, pero esta ley ha sido enormemente beneficiosa. Además, es una ley que la población quería. Si hay algo por lo que la gente me felicita por la calle, es por esto. Es una de las mayores alegrías que he tenido en mi vida.

"El paso por el Ministerio fue apasionante, pero poco saludable. Entraba cuando solo estaban vigilando un par de guardias civiles y salía por la noche"



¿Fue lo mejor de su paso por el Ministerio?
 
Se hicieron otras cosas que no tuvieron tanto alcance, pero que llevaron mucho tiempo y esfuerzo. La Ley General de Salud Pública proponía una arquitectura normativa para la reducción de las desigualdades sociales en salud, pero fue cercenada ya desde las últimas fases de su redacción. Desde que Leire Pajín me lateralizó hasta que entró en vigor, la ley perdió como 70 artículos y quedó mucho menos ambiciosa de lo que se planteó inicialmente, pero, aun así, seguía siendo un instrumento válido.
 
Se queja de que el Gobierno actual no está incumpliendo esta ley. ¿En qué puntos la incumple?
 
De arriba a abajo. No está desarrollando la Estrategia Nacional de Salud Pública, ni el Plan de Vigilancia Epidemiológica. El Centro Nacional de Salud Pública no está ni se le espera. El Gobierno actual ha hecho colgar la estrategia de promoción de la salud de las enfermedades crónicas. ¡Si no les gusta Ley General de Salud Pública, que la deroguen! Pero esta inacción… en salud pública, la inacción es negativa. Para avanzar en salud pública necesitamos normas, necesitamos actividad legislativa. El ‘statu quo’ nos viene muy mal. Pero aquí cuando alguien se mueve, en seguida le critican: “ya están poniendo un impuesto sobre no sé qué”, “ya están limitando el tráfico”... no, perdón, estamos salvando vidas.
 
EN CORTO
Un libro
'El primer hombre' de Albert Camus.
 
Una película
'Alguien voló sobre el nido del cuco', de Milos Forman.
 
Una canción
'Alenar', de María del Mar Bonet.
 
Una ciudad para vivir
Cádiz o Puerto de Santa María.
 
Una ciudad para viajar
Más que las ciudades, me interesan los territorios: Australia.
 
Un objeto imprescindible
Algo para leer: un periódico, un libro…
 
Un personaje de tu vida
Mi mujer.
 
Un personaje histórico
No soy de personajes históricos. Me interesan más las historias de personas anónimas luchadoras y que están en pie.
 
Un equipo de fútbol
No soy futbolero; si fuera de alguno, del Cádiz, que tiene una afición muy divertida.
 
Un lema
Un poema de Joan Maragall: “Esfuérzate en tu quehacer / como si de cada detalle que piensas, / de cada palabra que dices, / de cada pieza que colocas, / de cada martillazo que das, / dependiese la salvación de la humanidad. / Porque depende, créeme”.
 
Qué le hace feliz:
Compartir buena comida, buen vino y buena conversación, con la gente que estimo.
¿Qué se lleva de su paso por la política?
 
El paso por el Ministerio fue una época apasionante, pero no es saludable vivir así mucho tiempo. Entraba en el Ministerio cuando solo estaban dos guardias civiles vigilando y me iba por la noche. Te metes en una especie de ‘tobogán’ en el que hay poco tiempo para reflexionar. Además percibí que es cierto que los políticos están distantes de la sociedad. Deberían intentar evitar esas burbujas que se crean alrededor suyo. Deberían hablar más con los sanitarios y con los expertos en un entorno que les permita escuchar críticas… sobre todo para aprovechar la enorme inteligencia sanitaria que existe en España, que no se aprovecha lo suficiente. A pesar del hachazo a la investigación de los últimos años, las capacidades de investigación sanitaria del conjunto de los profesionales y de las empresas de la sanidad son muy buenas.
 
¿Cómo vivió su salida del Ministerio, con Leire Pajín?
 
Las formas fueron deprimentes. Nadie me dirigió la palabra para explicarme las razones. Es bastante ilustrativo de ciertas formas en la política que habría que evitar.
 
¿Qué le satisface más? ¿La investigación, la docencia o la posibilidad de hacer cosas desde las instituciones?
 
Uf… no puedo elegir. Yo a veces digo que volvería a la clínica, que es una de las cosas más bonitas que he hecho en mi vida. Ser académico y dar clases en la Universidad es uno de los mayores placeres que tengo. Ahora estoy, por ejemplo, con un grupo reducido de alumnos de Medicina, dándoles la asignatura de Promoción de la Salud. Enseñamos a los estudiantes a trabajar con los medios de comunicación, o a enviar cartas a los ministros, o a la prensa. Y también trabajamos a través de la radio.
 
¿La radio?
 
Sí. Tengo un programa en la radio de la Universidad y llevo a los alumnos para entrevistarlos. Ellos preparan temas y los explican en antena. Por ejemplo, “refugiados y salud”, el martes que viene.
 
¿Y la investigación?
 
Con la investigación quizá no estoy tan satisfecho como con los otros ámbitos. Creo que los investigadores nos estamos alejando un poco de los objetivos que deberíamos tener. La ciencia debería medirse por su impacto en la población, pero hay una deriva que la está llevando a cuantificar cosas que no son importantes. Parece que nos estamos haciendo selfies todo el día: de currículum, de artículos publicados… pero avances significativos no hay tantos. Deberíamos pensar, cuando investigamos, en qué aplicación real va a tener. No es que critique la ciencia básica, pero no nos vendría mal una ciencia con más orientación social. De lo que yo produzco, a veces lo que más me gusta no es lo que publico en las mejores revistas científicas; sino los artículos que he publicado en la prensa o en revistas que algunos considerarían de bajo nivel. Lo que más me preocupa ahora no es la investigación en sí, sino cómo se traslada de la forma más efectiva a la sociedad. 
 
¿Cómo le llegó la vocación por la Medicina?
 
Yo creo que uno o dos meses antes de tener que elegir. En COU me gustó mucho la Biología y por eso me decanté por la Medicina, pero, vaya, me hubiera gustado hacer muchas cosas más.
 
¿Como cuáles?
 
Bueno, si tuviera condiciones para ello me hubiera gustado ser bailarín del Ballet Clásico Español, pero no tenía condiciones (ríe). Periodista, por ejemplo, me hubiera gustado ser, lo que pasa es que no sé escribir.
 
¿Qué hace con su tiempo libre?
 
No es que tenga demasiado tiempo libre, pero me lo reservo para mí. Me gusta mucho jugar al tenis. De hecho, después de esta entrevista, he quedado para jugar. Me gusta mucho leer, caminar, ir en bicicleta, navegar… y, desde hace un año me he aficionado a observar pájaros; aparte de por el hecho en sí mismo de contemplar las aves -que son magníficas-, porque vas al campo a unas horas en las que vuelves un poco a la belleza que uno apreciaba de niño en la naturaleza.
 

"La Ley antitabaco ha sido enormemente beneficiosa y una de las mayores alegrías de mi vida. Si hay algo por lo que me paran por la calle para felicitarme, es por eso"


¿Le ayuda la naturaleza a volver a sentirse niño?
 
Yo pasé mi infancia en Mahón, aunque nací en Barcelona. Mahón, al ser una ciudad pequeña, te permite estar muy cerca del campo y lo vives mucho… y eso de pasear por el campo a unas horas a las que el silencio es atronador le permite a uno reflexionar y sentirse sobrecogido por la belleza del paisaje.
 
Tengo entendido que ha viajado bastante, de los lugares que ha visitado, ¿cuál le ha llamado más la atención?
 
La inmensidad de las zonas deshabitadas de Australia, donde estuve hace poco, me impresionó. También la zona de Entre Ríos, en Argentina. Donde ahora me gustaría viajar es a la zona más austral de América y ver las grandes extensiones al sur de Argentina y Chile.
 
¿Qué le sorprendió de su estancia de cuatro meses en el Centro de Control de Enfermedades de Atlanta?
 
Lo magnífica y lo amable que es la gente y la facilidad para aprender y compartir ideas.
 

La navegación es una de la aficiones de Ildefonso Hernández.

¿Qué diría que es lo mejor y lo peor de la sanidad de ese país?
 
El elemento más positivo de EEUU es que se valora y se promueve la excelencia, pero creo que hasta eso se está degradando. Se ha demostrado cómo académicos reconocidos han firmado artículos que no habían escrito y ni se han retractado ni han dimitido. Aparte de eso, lo peor de EEUU es lo que ya es sabido. En el hospital en el que yo estuve, pasabas de la parte pública a la privada por un puente cubierto que cruzaba una calle. Según entrabas en el otro lado, mejoraba la ventilación y la iluminación y pasabas a otro mundo. Estuve tomando muestras de herpes genital en otros hospitales públicos y lo que veías, por ejemplo en las urgencias, era como lo peor que se ve en las películas.
 
¿No estarán los anglosajones copiando lo peor de nosotros y nosotros lo peor de los anglosajones?
 
(Ríe) Bueno, creo que todos nos tenemos que mirar esto de que sea la codicia lo que mueva el mundo, porque yo creo que no acaba de funcionar. España está empezando a parecerse al mundo anglosajón en sus índices de desigualdad y yo creo que deberíamos mirar, más bien, hacia los países nórdicos. Afortunadamente, en algunos sitios de Europa, como Alemania, se sigue manteniendo la excelencia y las malas prácticas se censuran.

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