Los investigadores Berta Segura y Ricardo Gargini, del Instituto de Investigación del Hospital 12 de Octubre.
Un estudio del
Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid ha revelado un hallazgo clave en la comprensión del deterioro cerebral:
a los 57 años se produce un cambio importante en el funcionamiento del sistema inmune que afecta directamente a la salud de este órgano crucial. Así, los investigadores Ricardo Gargini y Berta Segura, del departamento de Anatomía Patológica, que han participado en este descubrimiento publicado en
Ebiomedicine, señalan que existe un vínculo directo con
enfermedades neurodegenerativas como el
alzhéimer y los tumores cerebrales
, lo cual
"podría transformar el desarrollo de
nuevas estrategias terapéuticas".
Concretamente lo que ocurre es que hay una disfunción de la
barrera hematoencefálica que protege el
sistema nervioso central. Esto se debe a que a esa edad, el cerebro experimenta cambios significativos, abriendo la puerta a "células inmunitarias defectuosas": A partir de los 57 años, asegura Gargini, "la conexión entre el sistema inmune y las células de los vasos sanguíneos se altera y afecta al
funcionamiento del cerebro".
Células malignas a partir de los 57 años
Este fenómeno provoca un deterioro cognitivo acelerado y favorece la aparición de patologías neurológicas. "Entonces, se proyecta un poco el deterioro cognitivo, digamos la muerte de las neuronas y también favorece la cuestión patológica", sigue explicando Gargini. Por esta razón, este hallazgo está vinculado a la
progresión del alzhéimer y a los tumores cerebrales y, además, el estudio ha identificado e
l papel de las células mieloides supresoras TREM2+/TIM3+. Desde el Instituto de Investigación i+12, Segura detalla que son "células del sistema inmunológico que ya están presentes en el cerebro y que tienen una
funcionalidad fisiológica normal y sana".
"Va a sentar las bases para que otros investigadores puedan desarrollar medicamentos más genéricos para el cerebro"
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Sin embargo, estas células que normalmente cumplen una función defensiva, a partir de los 57 años cambian su comportamiento y
"adquieren una funcionalidad maligna". Así, en vez de atacar cualquier tipo tanto de enfermedad como patógeno para eliminarlo, empiezan a cambiar un poco de fenotipo y lo que hacen es que, en el caso de que se desarrolle alguna patología o infección de algún patógeno, "podrían ayudar a progresar la enfermedad en sí".
Fallo de las nuevas terapias
Una de las aportaciones más novedosas del trabajo es el hallazgo de un
mecanismo común entre el cáncer cerebral y la neurodegeneración, aseguran los investigadores. "Este descubrimiento nos hace entender un poco por qué fallamos en el desarrollo de las terapias nuevas", dice Gargini, que señala que el problema es que se une "una patología como el tumor con la neurodegeneración, que son totalmente distintas y que en cualquier situación clínica o médica o de hospital se van a tratar de forma diferente".
"Nosotros hemos sido capaces de unirla en función del defecto que genera en el cerebro. Esto nos da una herramienta principal para encontrar
factores comunes en el deterioro del cerebro. No de la patología en sí misma, sino en esa patología y en otras". Algo que, opina, se trata de "un entendimiento novedosísimo" que "va a sentar las bases para que otros investigadores sigan esta línea y puedan
desarrollar medicamentos un poco más genéricos para el cerebro que para patologías tan específicas".
Tratamientos genéricos para el cerebro
La investigadora Segura ha destacado además la función de la proteína TIM-3 cuya inhibición podría "rejuvenecer esas células inmunes", devolviéndolas así su capacidad para "volver a reconocer y eliminar patógenos, células dañinas o proteínas agregadas que están e
n los procesos neurodegenerativos y ayudar a eliminarlas". Aunque Gargini indica que los ensayos clínicos de anticuerpos que actúan sobre esta proteína aún "son muy iniciales". "Creemos que en los próximos años los
anticuerpos con TIM-3 van a dar muchísimo efecto biológico para ayudar a pacientes con problemas de patología del sistema nervioso central de forma muy potente", asegura el investigador.
Gargini también piensa que en el futuro podrán "ser capaces de ver algún tipo de célula en la sangre que correlacione este efecto en el cerebro" y así, "no tener que hacer,
un análisis invasivo de los pacientes tanto por extracción de líquido cefalorraquídeo como la extracción de muestras del cerebro, que son procesos bastante agresivos". Aun así, reconoce que una de las limitaciones del estudio es que "todavía no ha identificado si estos marcadores se pueden ver en sangre".
En cuanto a la prevención, los investigadores insisten en que
mantener una vida saludable con una alimentación equilibrada, ejercicio físico, buen descanso y control del estrés es fundamental para el buen estado del sistema inmunológico y retrasar la disfunción cerebral asociada al envejecimiento. "
Parece un consejo repetido, pero cada vez hay más evidencia de que un estilo de vida sano protege al cerebro de manera decisiva", concluyeron.
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