A pesar de que “El Periscopio” sigue activo a diario, la prioridad en otras cuestiones no me permite detenerme como sería mi deseo a escribir y analizar muchas de las múltiples noticias que están surgiendo desde la reciente vuelta de verano. Entramos en un periodo de campaña electoral, la sanidad es siempre “muy jugosa” desde el punto de vista del voto y eso ofrece sin duda mucho juego a todos, especialmente a los candidatos y representantes de todas las formaciones políticas, sin excepción.
 
En estos días se ha producido  una noticia relevante, que por la satisfacción que me ha generado no puedo dejar de comentar, al menos para destacarla y que no quede por su extraordinaria infrecuencia como una más, porque demuestra que cuando uno tiene interés real en que las cosas funcionen de verdad,  prioriza el bien común y las necesidades sanitarias por encima de los intereses políticos partidistas y es capaz de tener la generosidad y la humildad de renunciar a parte de sus pretensiones,  los pactos, aunque sean de mínimos, siempre son posibles.
 
Destacaba el titular de Sanitaria 2000 “la unanimidad histórica para profesionalizar la gestión sanitaria” en la Comunidad de Madrid a raíz de una moción presentada por el grupo socialista para profesionalizar la gestión del Servicio Madrileño de Salud basado en 5 propuestas, cada una de ellas a cuál más lógica; todas necesarias si lo que se pretende es estar en disposición de garantizar una estabilidad en el gobierno de las instituciones sanitarias de la Comunidad aun teniendo en cuenta la deseable  alternancia política de nuestro sistema democrático.
 
Decía el portavoz de Ciudadanos que los 4 grupos políticos presentes en el consistorio (PP, PSOE, Ciudadano y Podemos), “han hecho gala de la renuncia a sus puntos máximos para lograr un mínimo común denominador” y ni que decir tiene que la actitud del consejero de Sanidad y la del portavoz del PP, que en una legislatura difícil – no olvidemos que desde la investidura se han “tumbado” la práctica totalidad de las propuestas realizadas por el partido que gobierna -,  han priorizado el interés de la sociedad madrileña y han cedido, ante una propuesta de la oposición, en aquello que les correspondía para que la  pudiera salir adelante por el bien de los ciudadanos.
 
Habitualmente, en cada uno de los foros de debate del sector cada cual, como es razonable, suele tratar de defender sus propios intereses, pero todos los agentes coinciden siempre, con independencia de su signo político e ideología, en que es necesario un pacto político de mínimos que permita un marco de actuación estable en el que moverse. La Comunidad de Madrid está demostrando que es posible y seguro que lo es porque no hay elecciones autonómicas a la vista que afecten a las decisiones que se puedan tomar y eso permite que los dirigentes políticos se centren más en los intereses de los ciudadanos que en los de su propio partido, dado que cuando “suenan los tambores de la campaña preelectoral”, los partidos políticos y sus dirigentes se olvidan de cualquier cosa que no sea la caza y captura del voto de los electores.
 
“Chapeau” por la Comunidad de Madrid y por sus políticos porque esta actitud, sin duda, repercutirá en tener una sociedad articulada cuyos representantes políticos procuren y se esfuercen en ofrecer una mejora constante de las estructuras, gestión, procesos y resultados sanitarios que incidan en avances notables para la calidad de vida de sus ciudadanos. Quedamos a la espera de comprobar si pasada la campaña electoral de “las generales” puede cundir el ejemplo a nivel nacional para de esta forma tratar de tener un sistema sanitario más justo, eficiente, accesible y equitativo para todos los españoles en un momento crítico para el futuro de nuestro sistema sanitario por cuestiones de solvencia y sostenibilidad.

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