A pesar de las estimaciones, los tutores piden respeto y consideración con las estimaciones de Carlos Moreno, “ya que tiene mucha más información sobre todo el proceso de la troncalidad”



24 sept. 2015 10:22H
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José A. Puglisi. Bilbao
Seis años. Ese es el tiempo estimado que trascurrirá antes de que los alumnos de Medicina se presenten por primera vez a un MIR troncal. “La primera convocatoria estaría en septiembre de 2020, por lo que la primera prueba para un MIR troncal se celebraría durante enero de 2021”, ha asegurado Eduardo Fernández, subdirector médico y jefe de Estudio del Hospital Universitario de Alava, en el taller ‘Condiciones para la gestión de la troncalidad’ que se ha celebrado en el XII Encuentro de Tutores y Jefes de Estudio de Formación Sanitaria Especializada ‘Formar para transformar’.

Eduardo Fernández, subdirector médico y jefe de Estudios del Hospital Universitario de Alava; y Ana Sáez, jefe de Estudios del Complejo Hospitalario de Navarra.

En el cronograma presentado en el taller, la incorporación de los alumnos de Medicina al sistema troncal estaría prevista en mayo de 2021, por lo que se prevé que la primera graduación de la generación troncal ocurra entre 2025 y 2026, dependiendo de la duración de la especialidad. En este sentido, se mantiene en línea con lo anunciado por algunas sociedades científicas y el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM), donde se desestima la posibilidad de que la troncalidad sea implementada en 2017, según anunció Carlos Moreno, director general de Ordenación Profesional del Ministerio de Sanidad.

“Creo que hay que valorar con respeto y consideración el anuncio realizado por Moreno, ya que tiene mucha más información sobre todo el proceso de la troncalidad”, ha sentenciado a Redacción Médica Ana Sáez, jefe de Estudios del Complejo Hospitalario de Navarra. En este sentido, ha asegurado que “lo más importantes es que todas las partes involucradas se preparen para asumir el reto que representa la troncalidad”. Entre las labores pendientes, está la formación y motivación de los tutores.

“La elaboración de un programa de integración docente común sería la clave para formar a los tutores. Al mismo tiempo, se les puede estimular a través de la propia formación y con diversos incentivos, como los económicos”, determina Sáez. Por lo tanto, el objetivo final es tener un tutor que, además de motivado, cuente con un perfil centrado en la docencia, formación e investigación.

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