Los neumólogos apuntan a la prevención de las exacerbaciones como estrategia terapéutica



17 abr. 2015 12:53H
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Redacción / Imagen: Cristina Cebrián. Madrid
Más de un 40 por ciento de pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) presenta fenotipo exacerbado, es decir, registra dos o más agudizaciones moderadas o graves al año que precisan tratamiento con corticoides sistémicos y antibióticos.

Esta realidad clínica, demostrada por dos estudios mencionados por Myriam Calle, del Hospital Clínico San Carlos de la capital, preocupa cada vez más a los neumólogos, según ha subrayado en la actividad Un paciente, una enfermedad, un tratamiento, que, con el apoyo de GSK, se ha celebrado en el marco del XX Congreso de Neumomadrid.

Carlos Villasante, Myriam Calle, Marc Miravitlles y Julio Ancochea.


Las agudizaciones en EPOC son cada vez más frecuentes y obligan al neumólogo a un análisis integral del paciente para precisar el mejor tratamiento, ante la evidente complejidad de una enfermedad cuyo impacto en los sistemas sanitarios es cada vez mayor.

“Debemos ser capaces de prevenir las agudizaciones”, ha reclamado Calle ante la evidencia de que, en sus episodios más graves, se asocian de forma directa con un aumento de la mortalidad. Las estrategias específicas para reducir el alcance de la EPOC agudizada pasan por identificar y actuar sobre los factores desencadenantes y elegir el tratamiento farmacológico óptimo, con la doble broncodilatación como terapia más renombrada.

Diferencias entre exacerbaciones según los pacientes

“No todas las exacerbaciones son iguales. De hecho, nos encontramos ante un cajón de sastre”, ha puntualizado Calle, que ha reclamado poder disponer de biomarcadores que permitan un mejor conocimiento de la EPOC.

En la actividad también ha participado Marc Miravitlles, del Hospital Vall d’Hebrón de Barcelona, con una aproximación a la EPOC sintomática, describiendo la disnea y sus consecuencias y mostrando cómo a mayor hiperinsuflación pulmonar, con tos y sensación de falta de aire o ahogo, menor actividad física en el paciente, lo cual permite concluir que “el caminar (más o menos) es un marcador de gravedad y un indicador global que permite precisar el diagnóstico”.

Además de advertir sobre la comorbilidad de la EPOC, en forma de depresión, o su influencia en malos hábitos domésticos, como ver demasiado la televisión como respuesta al descenso de la actividad física, Miravitlles ha defendido los broncodilatadores de larga duración y ha insistido en la necesidad de educar al paciente para presentarle el ejercicio como una parte esencial de su terapia.

Adherencia al tratamiento en el asma

En la última parte de la actividad, moderada por Julio Ancochea, del Hospital de La Princesa, se han analizado los avances en la adherencia al asma de la mano de Carlos Villasante, del Hospital La Paz. A su juicio, la falta de adherencia “es una nueva enfermedad” que provoca agudizaciones y, desde luego, a menor adhesión al tratamiento, mayor riesgo de intubación, visitas a urgencias y hospitalizaciones.

La adherencia no solo se apoya en el cumplimiento del tratamiento, sino en la concordancia entre médico y paciente para fijar, juntos, la terapia más adecuada. “También es preciso evitar desencadenantes y agravantes”, ha precisado Villasante, convencido de que la educación al enfermo es fundamental en el manejo del asma. “Es una enfermedad crónica, pero la percepción sobre su gravedad y sintomatología varía mucho de un paciente a otro”, remachó.

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