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El número 1 del MIR 2016, decidirá por qué especialidad se decanta igual que eligió carrera: encerrado en una habitación



16 abr. 2016 20:00H
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Carlos Bravo ha entrado en el mundo de la Medicina por la puerta grande. Los 575 puntos que obtuvo en el examen MIR le sitúan como la mejor nota de la última edición y, por ende, como el ‘objeto de deseo’ de cualquier hospital español. Él, sin embargo, se lo toma con calma y ni siquiera tiene claro qué especialidad elegir. Las prisas no van con este murciano, aficionado a la ópera y la enología, que optó por ser médico en lo que él mismo califica de “impulso” y que ha descubierto en el camino la importancia del lado más humano de la profesión.  

¿Cómo y cuándo comenzó su pasión por la Medicina?

Mucha gente asegura que lo sabía desde niño, pero ese no es mi caso. Cuando estudié bachillerato, participé en las olimpiadas regionales de Biología en Murcia. Obtuve el primer puesto y me clasifiqué para las nacionales, en donde también quedé en una muy buena posición. Posteriormente, gané la medalla de oro en las Olimpiada Iberoamericanas de Biología. Después de este trayecto biológico, dudé entre tres carreras: Biología, Farmacia y Medicina.

Terminé escogiendo Medicina en un acto impulsivo. Me encerré solo en una habitación con la matrícula y la de Farmacia, que eran las dos entre las que dudaba, y no salí hasta que había escogido una. Evidentemente, Medicina.

¿Es la misma técnica que prevé emplear para escoger su especialidad del MIR?

Eso parece. Una vez que realicé el examen he venido postergado la elección de la especialidad. Al igual que a la hora de elegir carrera, hay gente que sabe desde muy pronto que quiere ser cardiólogo o neurocirujano, pero tampoco ha sido mi caso.

Cuando empecé el grado pensé que aún tendría tiempo para elegir, pero luego decidí que escogería tras hacer el MIR. Ahora, que estoy en ese punto, sigo sin tenerlo claro. Al final creo que tendré que terminar haciendo algo similar: encerrarme en una habitación con los programas de Cardiología, Neurología, Hematología y Dermatología y toma una decisión definitiva.

A pesar de que su padre es médico y su madre enfermera, Bravo se fijó en la Biología antes que en carreras sanitarias.

¿Considera que la pasión por la ciencia es una herencia recibida?

Mi familia está ligada al ámbito de las Ciencias de la Salud. Mi padre es médico de Familia y mi madre farmacéutica. Sin embargo, mis abuelos provienen del campo y se dedicaron a la agricultura y el comercio. No creo que se trate de una predisposición que se herede, sino de aquello que adoptas del ambiente en el que vas creciendo.

Nieto de agricultores, ¿sabe cómo cuidar de su propia planta?

La verdad que no soy muy hábil ellas. De hecho, cuando estaba preparándome el MIR en Oviedo me llevé una, un bambú, y estuvo a punto de morirse. La señora de la limpieza era la única que se encargaba de regarla, por lo que veo que no he heredado esa capacidad (sonríe). Pero sí disfruto mucho de la naturaleza, así como de ir al campo o la sierra. Especialmente en Murcia, donde hay unos paisajes maravillosos.

¿Por qué escogió la Universidad de Navarra en lugar de alguna de las dos facultades de Murcia?

Es una decisión relacionada con las olimpiadas de Biología. En su momento, cuando estudiaba bachillerato, no tenía previsto ir a Navarra, pero uno de los premios de ganar las olimpiadas era ir a la Universidad de Navarra para recibir un curso de técnicas de laboratorio.

El curso duró una semana, pero estuve gran parte del tiempo dentro de la universidad y me alojé en un colegio mayor que, posteriormente, sería el que utilizaría al cursar el grado. En ese tiempo quedé muy impresionado con sus instalaciones, las asignaturas de la carrera y su propia oferta docente. Cumplía con todas mis expectativas.

El antiguo vicepresidente del CEEM, Domingo Sánchez, también proviene de Lorca. ¿Es esta ciudad el nuevo epicentro de las jóvenes promesas de la Medicina?

Más que un tema regional creo que se trata de algo a nivel nacional. Los médicos españoles tienen prestigio dentro y fuera de nuestras fronteras. También es verdad que los murcianos somos personas curiosas, de mucho movimiento y darlo todo, pero no me atrevería a decir que es un mérito de esta sola región. No obstante, me alegra saber que haya otros murcianos que están destacando.

¿Cuáles fueron los momentos que más disfrutó durante la carrera?

He tenido dos momentos clave. El primero, cuando comencé. Los primeros semestres son muy emocionantes, porque es
todo nuevo y tienes que irte adaptando al nuevo sistema de estudio y de evaluación. El segundo fue entre tercer y cuarto año, cuando se salta de las asignaturas científicas a las puramente médicas. Se hace una aproximación más práctica a los conocimientos, que provocó un cambio en mi mentalidad.

Sin embargo, la época que recuerdo con mayor nostalgia fue el momento en que cursé un ciclo formativo en mi facultad, titulado ‘Itinerario de investigación biomédica’. Era un programa que se ofertaba a muy pocos estudiantes. Me ofreció la posibilidad de pasar cuatro años en el laboratorio de investigación en un centro adscrito a la universidad.

¿Qué asignatura es la que, bajo su punto de vista, menos le ha servido durante las prácticas o para presentarse al MIR?

Es difícil de saber. Cuando uno piensa que algo no valdrá, termina resultando información que utilizas más que otra que, inicialmente, tenías en mejor estima. Es cierto que, cuando empecé, pensaba que aquellas que eran menos científicas y más relacionadas con las humanidades serían menos útiles. Pero con el paso del tiempo me he dado cuenta que no es así, ya que la ciencia tiene un carácter humanitario intrínseco.

El número 1  del MIR 2016 recuerda con especial cariño
su etapa de prácticas en laboratorio.

¿Y las asignaturas a las que más ha sacado provecho?

Hay varias de esas, pero creo que la clave para formarse como médico está en las que se adquieren durante los primeros tres años y están relacionadas con la anatomía y el funcionamiento del ser humano, así como aquellas que tienen que ver con la fisiología de la enfermedad. Si uno no entiende las bases científicas, difícilmente podrá saber qué está haciendo o colaborar con la elaboración de conocimiento.

Además de conocimientos médicos, ¿qué otras cosas o experiencias se llevó durante su paso por la universidad?

Una visión mucho más completa de la Medicina en comparación a la que tenía cuando empecé el grado. Antes de entrar, tenía la impresión de que era la Biología del ser humano, un poco influenciado por las ciencias más básicas. Pero con el paso del tiempo, el estudio y las prácticas, pude comprobar que era mucho más: un conocimiento que se adquiría como una ciencia, pero cuya ejecución es un arte que viene influido por las experiencias personales y la deontología personal.

Además, en el Colegio Mayor participé en algunas comisiones, específicamente las centradas en arte y vinos. Hicimos excursiones por Navarra, y fue una experiencia en la que gané dos nuevas aficiones, como son la ópera y la cata de vinos.

Si pudiera comparar su trayectoria en la facultad de Medicina con una obra de arte, ¿cuál sería?

Los primeros tres años del grado los compararía con ‘Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp’, realizada por Rembrandt, porque precisamente esta disciplina es la que está en el centro del aprendizaje. La segunda etapa sería más como la obra de un médico auscultando a un niño, cuyo nombre no recuerdo, pero que representa esa visión más humana de la Medicina. 

Bravo destaca el apoyo que siempre ha recibido de sus más allegados. En la imagen, junto a su madre.

¿Cuál es la anécdota que más recuerde durante su paso por la facultad de Medicina?

Cuando comencé en el centro de investigación hice una novatada, al mezclar en una cubeta de laboratorio hielo seco, que es dióxido de carbono a menos cinco grados, con un chorro de agua del grifo. Llené todo el laboratorio de humo, lo cual terminó llamando la atención de todos los científicos. En ese momento fue muy embarazoso, pero ahora es un agradable recuerdo para mí. Y, seguramente, también para ellos.

¿Y durante las prácticas clínicas?

El primer paciente al que le hice su historia clínica se llamaba José, estaba muy nervioso y le expliqué todo el procedimiento de aprendizaje. Él lo aceptó de buena manera y entre la entrevista y la exploración estuvimos unas dos horas, donde establecimos un buen vínculo. Años después, durante otra práctica, tuve la oportunidad de volverles a ver en el hospital y me alegró mucho saber que me reconocieran y se acordaran de mí.

¿Qué sacrificios personales le ha supuesto la preparación del MIR?

No afectó a mi vida personal. Todo mi entorno estaba muy comprometido con lo que estaba haciendo. Me sentí apoyado en todo momento. Cuando los domingos descansaba, salía con mis compañeros para pasear por la ciudad, ir al cine o nos íbamos a otros puntos más lejanos de Asturias, donde cursé la academia.

en corto
Libro de cabecera
‘La abolición del hombre’ , de C. S. Lewis.

Película preferida
'Star Wars'.

Canción favorita
Mejor una ópera: ‘La traviata’, de Verdi.

Ciudad para vivir
Murcia.

Ciudad para viajar
Nueva York.

Objeto imprescindible
El reloj.

Un personaje de su vida
Mis padres.

Un protagonista histórico
Ramón y Cajal.

Un equipo de fútbol.
Ninguno, no me gusta.

Un lema vital
“Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro"

¿Qué le hace feliz?
Trabajar
¿Cuál ha sido su mayor estímulo para estudiar 42 horas semanales durante meses?

La preparación al MIR la comprendí como un maratón en el que no tenía que hacer grandísimos esfuerzos, sino mantener la constancia. Me lo tomé como una oportunidad para crecer y superarme a mí mismo. Ahora, que ya estoy dentro del MIR, me lo planteo como el próximo reto que afrontar.

Medalla de oro en la Tercera Olimpiada Iberoamericanas de Biología, Premio Talento al mejor expediente de la Universidad de Navarra, Premio Extraordinario Fin de Carrera y número 1 del MIR. ¿Cuál es el siguiente reconocimiento que le gustaría alcanzar?

No pienso en los objetivos como recompensa. Pero sí me gustaría que, si se me recompensa por algo, sea por haber hecho alguna formación completa. Que no pese solo el aspecto más técnico, sino también el más humano.

¿Cuáles son sus miedos ante el comienzo del MIR?

Así como ocurrió al entrar a la universidad, adaptarme al cambio. El primer año será el de mayor estrés. Tengo que adaptarme a una ciudad distinta, a un nuevo régimen y a la adquisición de unas habilidades, además de asumir las responsabilidades que ahora tendré con el paciente y con la sociedad.

¿Se siente preparado para afrontar las temidas guardias de hasta 32 horas?

En realidad no creo que nadie esté preparado para afrontar una guardia. Por ahora no he pensado en eso, ya que en principio estarán tutorizadas y la responsabilidad será compartida. No tengo un miedo especial, pero tampoco es que me hagan mucha gracia.

¿Cómo se imagina su vida después del MIR?

Me gustaría imaginármelo trabajando. La actual situación laboral hace que terminar la residencia con una plaza de empleo sea una gran ventaja. El objetivo número 1 será verme trabajando.
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