Galicia, País Vasco y Cataluña aportan sus experiencias al plan de la Unión



28 may. 2013 18:37H
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Javier Barbado. Madrid
La Unión Europea aspira a integrar la telemedicina en la asistencia cotidiana del enfermo crónico y, para ello, la Comisión cofinancia el programa ACT (del inglés Advancing Care Coordination and Telehealth Deployment, traducido como Atención Integral al Paciente Crónico y Tele-health), que coordina Philips Healthcare en Böblingen (Alemania) y en el que participan, por el momento, seis regiones de países de los Estados miembro, entre ellas País Vasco, Cataluña y, recién incorporada, Galicia (el resto son Groningen en los Países Bajos, Lombardía en Italia y Escocia en Reino Unido, aunque el proyecto aspira a aglutinar a no menos de una veintena). El plan dispone de un presupuesto de 2,7 millones de euros, comenzó su curso en febrero de este año y se divide en tres fases que concluirán dentro de 32 meses, según ha explicado este martes la responsable de la Unidad de Telemedicina de la compañía coordinadora, Cristina Bescós, en la sede de la Organización Médica Colegial (OMC).

De izq. a dcha.: Julio García Comesaña; Esteban de Manuel, Joan Escarrabil; la directora de Comunicación de la Agència d'Informació, Avaluació i Qualitat en Salut (Aiaqs) de Cataluña y Cristina Bescós, antes de presentar el programa en la Organización Médica Colegial.

El objetivo del ACT –ha explicado esta directiva– no reside en llevar a cabo un estudio de campo al estilo del ensayo clínico clásico, sino en indagar en el uso que se hace de la tecnología en la asistencia diaria del enfermo crónico en esas seis regiones comunitarias, y, tras definir una serie de indicadores y afinar los métodos de evaluación sobre el terreno, plasmar una serie de recomendaciones y objetivos en una guía clínica o “libro de recetas” que se difunda en los países de la Unión.

“Múltiples iniciativas han acercado la tecnología a la asistencia sanitaria hasta el momento; sin embargo, a la hora de exportar esos proyectos a gran escala la mayoría ha fracasado” –ha aclarado Bescós–; de ahí que este programa se proponga integrar “y no solo añadir” la tecnología al abordaje de la enfermedad crónica, y, en concreto, se centra para ello en tres de las más prevalentes: la insuficiencia cardiaca, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y la diabetes mellitus (en la actualidad, se contabilizan en Europa diez millones de enfermos de corazón, 20 millones con alteraciones respiratorias y 60 millones con diabetes, y se prevé que estas cifras se doblen de aquí a 20 años).

El ACT forma parte de la Asociación Europea de Innovación sobre Envejecimiento Activo y Saludable (European Innovation Partnership on Active and Healthy Ageing –EIP-AHA–), iniciativa de la Comisión a partir de su estrategia en innovación que busca aumenta la media de vida saludable en dos años para 2020. De acuerdo con Bescós, el ACT lo configura un consorcio de 14 socios que incluyen las seis regiones europeas y líderes médicos comunitarios especializados en la atención del crónico, además de la colaboración de hospitales, universidades y otras instituciones.

La participación española

En el caso del País Vasco, la estrategia autonómica en el campo de la cronicidad explica su implicación en el proyecto, y, según ha explicado el director del Centro de Investigación en Cronicidad (Kronikgune), Esteban de Manuel, la aportación al programa ACT partirá de los proyectos desarrollados en Osakidetza dirigidos al paciente pluropatológico y a la asistencia de la insuficiencia cardiaca, la diabetes, la EPOC y también a la implicación del enfermo en su cuidado. “Nos hemos unido al programa por la necesidad de anticiparnos al problema, de afinar en la atención de las necesidades de los crónicos, asegurar la continuidad de los planes iniciados y fomentar una asistencia compartida” por los diversos agentes sociales y sanitarios, ha resumido.

Por su parte, Galicia ha estado representada en la presentación del programa por el subdirector general de Ordenación Asistencial e Innovación Organizativa del Sergas, Julio García Comesaña, quien ha informado de que, en este momento, la autonomía trabaja con “cuatro o cinco proyectos asociados al pacientes crónico” y ha insistido en la idea de que no se trata de sumar recursos tecnológicos al ámbito de la asistencia médica a distancia sin más, sino en que el paciente los asimile e integre en su vida cotidiana.

En cuanto a Cataluña, el director de la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitaria (Agencia de Qualitat i Avaluació Sanitàries), Joan Escarrabil, ha resaltado el “impacto social” de las enfermedades crónicas como lo demuestra, a su juicio, que la Organización de Naciones Unidas (ONU) dedicara una Asamblea General a este asunto el pasado mes de noviembre, “algo que solo se ha hecho en su momento con el sida”, y explicó que la comunidad catalana añadirá al programa su experiencia con la configuración de “rutas asistenciales” en cuatro patologías específicas: EPOC, insuficiencia cardiaca, diabetes y depresión, así como dos proyectos orientados al paciente con enfermedad avanzada (entendiendo por tal al que se prevé que fallezca antes de un año) y al enfermo crónico complejo.

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