Hugo Berenguel acaba de terminar Bachillerato y ha decidido seguir los pasos de su padre y estudiar Medicina

Alejandro Berenguel lleva más de 25 años de carrera en Medicina y ahora su hijo va a empezar a estudiarla. Ambos comparten sensaciones en Redacción Médica
Alejandro Berenguel junto a su hijo Hugo Berenguel


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Alejandro Berenguel es cardiólogo en la Unidad de Cardiología Preventiva del Hospital Universitario de Toledo. También vocal de la Sociedad Española de Cardiología (SEC). Él no tuvo referentes directos a los que mirar, pero sí una vocación indudable por la Medicina. Tanta, que ni siquiera recuerda haber querido dedicarse a otra cosa. Ahora, 28 años después de haberse graduado en la carrera de sus sueños en la Universidad de Navarra (UNAV), este aniversario viene marcado por un acontecimiento especial: el fin de la etapa escolar de su hijo Hugo, que acaba de terminar el Bachillerato Internacional y está a tan solo unos meses de seguir sus pasos e iniciar su carrera en Medicina.

“Tras dos años muy intensos, especialmente los últimos seis meses, ahora mismo estoy disfrutando de volver a tener tiempo libre”, cuenta a Redacción Médica. Sin embargo, también confiesa estar experimentando muchas emociones. “Es una ‘tensa calma’, a la espera de saber qué me depara el futuro y dónde voy a terminar. Es una suma de sensaciones: emoción, intriga, sentido de la responsabilidad ante lo que viene. Pero hay una que está por encima de todas: la sensación de deber cumplido, de un trabajo bien hecho”, confiesa. Por el momento, todavía no sabe dónde va empezar la etapa que se abre en el próximo mes de septiembre, pero entre sus opciones principales se encuentra Pamplona, con la Universidad de Navarra, la institución en la que se formó su padre, quien no puede esconder el orgullo que siente por su hijo.


El ejemplo, la mejor forma de inculcar la pasión por la Medicina


Alejandro asegura sentir una “inmensa emoción, sobre todo porque haya elegido, sin ninguna presión por nuestra parte, la profesión más bonita del mundo. Una profesión que a mí me ha hecho, y me hace cada día, inmensamente feliz”. En este punto, el cardiólogo explica que siempre quisieron que su hijo escogiera su camino y descubriera cuáles eran sus inquietudes. Sin embargo, su hijo siempre mostró una gran predilección por el tema biosanitario, por lo que tampoco le sorprendió que finalmente decidiera estudiar Medicina. De hecho, él cree que probablemente su ejemplo ha podido influenciar de alguna manera. “Me ha visto admirar y respetar mi profesión y a mis pacientes. Me ha visto disfrutar de mi trabajo, no llegar quemado a casa hablando mal de él, a pesar de las dificultades con la que muchas veces nos encontramos. Dicen que trabajar en lo que te gusta no es trabajar. Supongo que es lo que él ha visto”.

Hugo no le quita la razón. “Veo día a día cómo disfruta de su trabajo, sin malas caras por muy tarde que vuelva, trabajando los domingos con el ordenador preparando sus charlas y sus clases”, relata. “Seguro que le debe merecer mucho la pena, para que 30 años después siga poniendo la misma pasión en su trabajo”, añade. Ahora bien, de todo lo que ha visto en casa, lo que más le ha llamado la atención es “la capacidad de poder influir en la vida de la gente, en su calidad de vida”. Pero esto no es todo, “si además, puedes contribuir a la creación de conocimiento, investigar, aportar tu granito de arena a la ciencia médica creo que debe hacerte sentir muy orgulloso de tu trabajo”, reflexiona.


La elección de la especialidad, aún en duda


Sin embargo, en su caso, la idea de estudiar Medicina no siempre estuvo clara, sino que se fue forjando con el paso de los años. “Tuve claro que lo que más me gustaba eran las ciencias de la vida, la biología, la química…”, asegura. No obstante, hubo un tiempo en el que quiso ser entrenador de delfines. “El paso de ahí a la medicina supongo que me lo dio la maduración”, dice. “A medida que estudiaba más cosas en el colegio, más dudas me surgían y más preguntaba a mi padre. Poco antes de empezar el bachillerato recuerdo una conversación con mis padres diciendo que lo tenía claro y que me gustaría estudiar Medicina. Recuerdo su cara de orgullo”, afirma.

A día de hoy, a escasos meses de  empezar a formarse, su padre ya sueña con el momento de trabajar con él. Por ello, al preguntarles sobre la posibilidad de que Hugo también decida especializarse en cardiología, ambos tienen claro cuál va a ser la respuesta del otro. Pero esta vez, la forma en la que contestan es diferente. Alejandro manifiesta un rotundo “si” a la idea de que su hijo siga también sus pasos en este sentido. ”No solo porque sea la especialidad más bonita que existe sino, sobre todo, porque la mejor herencia que le puedo dejar es mi bagaje, mis experiencias, mis conocimientos, mi asesoramiento….Tener la oportunidad de compartir con él mis últimos años de vida profesional sería un regalo para mi y una gran ayuda para él”. dice. Por su parte, Hugo prefiere ser más cauto. ”Creo que es pronto para saberlo. Pero sin duda, la influencia de lo que más has visto y conocido de cerca puede tener su peso. Desde luego, la Cardiología debe ser una especialidad muy bonita y completa…¡Pero espero que mi padre no se enfade si decido decidirme por otra especialidad!”, concluye.
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