La intención del Ministerio de Hacienda es abonar la paga extraordinaria “a todo el mundo” y “si puede ser” ya en la nómina de enero, aunque ha reconocido que existe algún “problema de tipo técnico”



2 oct. 2014 12:23H
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Redacción. Madrid
La devolución a los funcionarios del 25 por ciento de la paga extraordinaria que se les suprimió en el año 2012 se producirá finalmente en metálico, y no mediante aportaciones a sus planes de pensiones como se anunció inicialmente, según ha señalado el secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, durante su comparecencia ante la Comisión de Presupuestos del Congreso de los Diputados de este jueves.

Antonio Beteta, secretario de Estado de Administraciones Públicas.

Y la fecha elegida para hacerlo será el primer trimestre de 2015, momento en el que los funcionarios públicos del Estado disfrutarán de esta cuarta parte de la paga extraordinaria de Navidad devengada hace dos ejercicios, según ha hecho saber Beteta, quien ha destacado “trabajo bien hecho por las administraciones públicas” en los últimos años ha dado al Gobierno este “pequeño margen presupuestario”.

Esta devolución en metálico costará al Ejecutivo de Mariano Rajoy unos 230,8 millones de euros en el próximo ejercicio, el 0,5 por ciento del gasto en personal de la Administración Central para 2015. Así figura en el proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) para ese año, en el que se detalla que, sumando esta partida, el gasto en personal se incrementará el próximo año un 1,6 por ciento, hasta superar los 16.000 millones de euros.

La decisión no se toma para evitar el fallo del TC

En su turno de réplica, Beteta ha rechazado la “presunción” de que esta decisión se toma para evitar un fallo del Tribunal Constitucional (TC) contra la supresión de la paga extraordinaria, y ha defendido que la medida responde a “un compromiso adquirido de que cuando mejorara la situación presupuestaria se iría avanzando en la devolución”.

Posteriormente, en declaraciones a los medios, ha precisado que la intención del Ministerio es abonar la paga extraordinaria “a todo el mundo” y “si puede ser” ya en la nómina de enero, aunque ha reconocido que existe algún “problema de tipo técnico” ante algunas situaciones concretas de funcionarios que han cambiado de administración, se han jubilado o incluso han fallecido.

Última congelación salarial

Con respecto a la congelación salarial incluida en el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado (PGE) de 2015, Beteta ha expresado su confianza en que “muy probablemente será la última que ocurra” y ha recordado en cualquier caso que la tasa de inflación es “prácticamente neutra”.

Esto “mitigará sin duda la pérdida de poder adquisitiva” de los empleados públicos que, además, se beneficiarán -como el resto de ciudadanos- del “aumento de la renta disponible” que propiciará la reforma fiscal ya desde la nómina de enero “por la vía de menores retenciones”.

Comprende la frustración

Pese a todo, el responsable de Administraciones Públicas comprende el “sentir y la frustración, incluso la sensación de hastío” que tienen “muchos” empleados públicos tras las “sucesivas” congelaciones salariales y otras medidas que les han afectado en los últimos años, y ha reconocido que los funcionarios “han sufrido de modo especial la necesidad de ajuste presupuestario y consolidación fiscal”.

“El Gobierno asume esta realidad y la comprende, aunque la crisis exige prudencia y cautela, ya que el objetivo de déficit aún no se ha cumplido. Hemos hecho grandes avances, nos encontramos cada vez más cerca, pero todavía queda camino por recorrer”, ha recordado.

Y es que, a su juicio, “una de las causas que motivó el déficit” excesivo fue el “crecimiento de estructuras burocráticas administrativas que no se correspondían con las necesidades reales de la sociedad”, como demuestra el hecho de que entre 2004 y 2012 los empleados públicos se incrementaran un 14,14 por ciento frente al 9,41 por ciento que aumentó la población.

“Esta situación se tradujo en un incremento muy notable en gastos estructurales presupuestarios de personal, que cuando los ingresos crecían no planteaban problemas, pero sí cuando empezaron a decrecer exponencialmente”, ha señalado.

Menos funcionarios

Y dado que “más no significa mejor” y que “tener más empleados públicos no es en absoluto sinónimo de tener una mejor administración sino que hay que tener el número adecuado para prestar los servicios públicos”, el Ejecutivo ha “adecuado” durante los últimos años la plantilla pública a las “necesidades de la sociedad”.

Según el secretario de Estado, desde enero de 2012 hasta enero de este año el número de funcionarios se ha reducido en 134.714 personas (-5,02 por ciento) hasta situar la plantilla pública en algo más de 2,55 millones de trabajadores, de los que el 62,9 por ciento son funcionarios, el 24,4 por ciento es personal laboral y el 12,69 por ciento restante son interinos.

En concreto, la Administración General del Estado (AGE) ha reducido su plantilla un 3,96 por ciento (-23.059 trabajadores), las comunidades autónomas un 4,97 por ciento (-67.237 empleados), los ayuntamientos un 6,1 por ciento (-36.438 funcionarios) y los “tantas veces denostadas” cabildos, diputaciones o consejos insulares un 16,02 por ciento (-11.366 personas). Por tipos de contrato, en los dos años mencionados se han eliminado 68.154 empleados funcionarios, 40.803 trabajadores laborales y 25.757 interinos.

Según ha subrayado Beteta, “la reducción del déficit ha ido también de la mano de este componente importante del gasto público, que es el de personal”, que se ha reducido gracias a las jubilaciones “esencialmente”. “Es falsa la afirmación de que las mayores reducciones han sido fruto de los despidos. La reducción de personal en su inmensa mayoría ha sido fruto de la jubilación”, ha insistido.

Finalmente, el secretario de Estado ha asegurado que la disminución de la plantilla pública ha provocado también un “dato insólito” como es el “incremento de la productividad en el sector público y, en consecuencia, de su competitividad”. Asimismo, se ha reducido “singularmente” el absentismo, que actualmente “es perfectamente comparable con el del privado, algo que no ocurría antes”.

“Estoy convencido de que 2015 será un año de inflexión en el ámbito de la función pública, avanzando hacia otra época. En 2015 alumbraremos un nuevo escenario definido por la implementación de la evaluación del desempeño, el desarrollo del Estatuto Básico del empleado público y, si las circunstancias y el consenso lo permiten, una nueva Ley de la Función Pública de la Administración General del Estado y el Estatuto del Directivo. Todo en beneficio de la función pública”, ha zanjado.

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