Juan de Dios Molina Martín, vicepresidente de la SEPC, psiquiatra del Hospital Universitario 12 de Octubre de Madrid.
Eficaz contra la
depresión, el
trastorno obsesivo compulsivo, los
trastornos adictivos o los síndromes depresivos asociados a enfermedades neurodegenerativas, la
neuromodulación es ya una aliada de psiquiatras y neurólogos en el abordaje de los
trastornos mentales. Con el propósito de homogeneizar y estandarizar su uso en todo el Sistema Nacional de Salud (SNS), la Sociedad Española de Psiquiatría Clínica (SEPC) creaba la
primera Guía de Práctica Clínica sobre estimulación magnética transcraneal (TMS) y estimulación transcraneal por corriente directa (tDCS).
Un documento pionero en nuestro país, con más de 100 recomendaciones para un
uso seguro, eficaz y equitativo, con el que se espera consolidar la integración de estas técnicas dentro del
abordaje terapéutico de los trastornos psiquiátricos. Y es que, a pesar de la rápida eclosión de estas técnicas -dada su robusta evidencia en depresión-, "
todavía no existía en España un marco común para orientar ni a los profesioanles ni a los gestores", explica Juan de Dios Molina Martín como vicepresidente de la sociedad y coordinador científico de la guía.
Por ello, y ante la variabilidad observada tanto en las prácticas relacionadas con este campo como en el acceso a estas, la entidad comenzaba a trabajar hace dos años para poner los mimbres de este itinerario compartido, destinado a establecer una "hoja de ruta para que la implementación de la técnica fuera real en un sistema de salud" como el nuestro. "La tendencia internacional es un poco a integrar todas las técnicas estas en servicios públicos, pero con un criterio de equidad y de evidencia", resalta este psiquiatra del Hospital Universitario Doce de Octubre de Madrid.
Formación y acreditación
Desde la SEPC, tenían muy claro que dicho documento debía contener
elementos diferenciales respecto al resto de guías internacionales para adaptarse a la realidad nacional. Es por ello que, esta primera 'tabla de mandamientos' incluye
directrices para planificar la financiación pública y con los que esperan "ayudar a reflexionar sobre cómo hacer para que no haya desigualdades a la hora de poder acceder a estos recursos, que son caros y que, al final, van a depender de los hospitales de referencia". Así, este marco incluye datos de eficacia y seguridad, pero también
evidencia sobre coste-efectividad, resultados reportados por pacientes y criterios de calidad asistencial.
Otro de los puntos clave que figura en la guía tiene que ver con la
formación y la acreditación necesaria de los profesionales expertos en este tipo de técnicas, capaces de
modular circuitos neuronales específicos mediante estimulación no invasiva, con el objetivo de aliviar síntomas.
El documento no solo incluye la evidencia consolidada hasta el momento, sino también las "
limitaciones en la información que se tienen a la hora de manejarlas de manera práctica a nivel técnico" y por ende, los objetivos prioritarios hacia los que debe focalizarse la investigación.
Hasta 40% de remisión en depresión
En este sentido, Molina Martín, considera que el futuro pasa por "intentar facilitar información e investigación para aspectos que tienen que ver con personalizar los protocolos en función de biomarcadores, investigar en tratamientos combinados de la neuromodulación con la psicoterapia y con la farmacoterapia o incluso plantear modelos híbridos, por ejemplo, de estimulación eléctrica domiciliaria supervisada".
Otra de las metas, detalla, será delimitar en qué lugar debe posicionarse la técnica en otros puntos del proceso asistencial, "no necesariamente en patología resistente" y más allá de la depresión, donde estas técnicas habrían mostrado, especialmente en los casos resistentes, "unas tasas de respuesta cercanas al 50 o al 60 por ciento y de remisión completa en torno al 30 o 40 por ciento".
Un objetivo supeditado a la creación de estudios farmacoeconómicos, advierte el experto, ante el alto coste que rodea a las técnicas de neuromodulación. "Ese precisamente es el quid de la cuestión, cómo organizar y cómo, en función de la evidencia que va apareciendo, situar en el proceso asistencial el tratamiento".
En cualquier caso, el objetivo no es otro que ofrecer a los pacientes "alternativas eficaces y seguras", especialmente a aquellos que no responden a los tratamientos convencionales, garantizando, además, criterios “homogéneos de calidad y equidad” en todo el territorio.
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