Un estudio muestra que las mujeres que habían vivido más expuestas a los rayos UV-B presentaban un 45% menos de riesgo

Un clima soleado protege frente al desarrollo de esclerosis múltiple
Helen Tremlett.


9 mar. 2018 11:50H
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Las personas que viven en áreas donde están expuestas a más rayos solares, específicamente los rayos UV-B, tienen menos probabilidades de desarrollar esclerosis múltiple (EM) más adelante en la vida, según un estudio publicado en la edición digital de Neurology, la revista médica de la Academia Estadounidense de Neurología. La exposición en la infancia y la edad adulta también puede reducir el riesgo.

Mientras que los rayos UV-B pueden provocar quemaduras solares y desempeñar un papel en el desarrollo del cáncer de piel, también ayudan al cuerpo a producir vitamina D. Los niveles más bajos de esta vitamina se han relacionado con un mayor riesgo de esclerosis múltiple. "Aunque estudios previos demostraron que una mayor exposición al sol puede contribuir a un menor riesgo de esclerosis múltiple, nuestro estudio fue más allá al observar la exposición durante la vida de una persona -explica la autora del estudio Helen Tremlett, de la Universidad de British Columbia en Vancouver, Canadá-. Descubrimos que el lugar donde vive una persona y las edades en las que está expuesta a los rayos UV-B del sol pueden tener un papel importante en la reducción del riesgo de esclerosis múltiple".

Para esta investigación, los autores identificaron participantes del Estudio de Salud de Enfermeras, que incluyó 151 mujeres con esclerosis múltiple y 235 mujeres de edad similar sin EM. Casi todas las mujeres, el 98 por ciento, eran blancas y el 94 por ciento dijo que tenía una piel de pálida a media. Las participantes vivían en todo Estados Unidos en una variedad de climas y ubicaciones. De aquellas con EM, la edad promedio de inicio fue de 40 años. Todas las mujeres habían completado cuestionarios sobre el verano, el invierno y la exposición al sol de por vida.

Grupos según la exposición a rayos UV-B

Los investigadores dividieron a las mujeres en tres grupos que representan la exposición a los rayos UV-B bajos, moderados y altos en función del lugar donde vivían, específicamente observando la latitud, la altitud y la cobertura de nubes promedio para cada ubicación. Además, se exploró la exposición estacional al sol, con una alta exposición al sol de verano definida como más de 10 horas por semana y más de 4 horas por semana en el invierno.

Los científicos descubrieron que las mujeres que vivían en climas más soleados con la mayor exposición a los rayos UV-B presentaban un 45 por ciento menos de riesgo de desarrollar esclerosis múltiple en todos los grupos de edad de inicio pre-EM en comparación con aquellos que vivían en áreas con la menor exposición a rayos UV-B. Al observar grupos de edad específicos, aquellos que vivían en áreas con los niveles más altos de rayos UV-B entre las edades de 5 a 15 años tenían un riesgo un 51 por ciento menor de EM en comparación con el grupo más bajo. Un total de 33 de 147 personas con EM, o el 22 por ciento, tenían una alta exposición entre las edades de 5 a 15 años, mientras que 61 personas, o el 41 por ciento, registraban baja exposición.

Mejor una exposición en edades tempranas

Además, aquellas que pasaron más tiempo al aire libre en el verano a las edades de 5 a 15 años en lugares donde la exposición a los rayos UV-B fue la más alta presentaban un riesgo 55 por ciento menor de desarrollar la enfermedad en comparación con aquellas en el grupo de menor exposición. "Nuestros hallazgos sugieren que una mayor exposición a los rayos UV-B del sol, una mayor exposición al aire libre en verano y un menor riesgo de esclerosis múltiple pueden ocurrir no solo en la infancia, sino también en la edad adulta temprana -apunta Tremlet--. Los métodos que aplicamos para medir la exposición al sol también podrían usarse en estudios futuros".

"Además, nuestra investigación demostró que aquellas que sí desarrollaron EM también tuvieron una exposición reducida al sol o al aire libre más tarde en la vida, tanto en verano como en invierno, lo que puede tener consecuencias para la salud", continúa Tremlett.

Una limitación del estudio es que las participantes fueron quienes aportaron la información sobre su exposición y los recuerdos de cuánto tiempo pasaron al sol, especialmente en la juventud, que pueden diferir del tiempo de exposición real. Sin embargo, la información relacionada con la exposición a UV-B se captó usando el lugar de residencia, que es menos probable que esté influenciado por dichos factores. Otra limitación fue que casi todos los participantes del estudio eran mujeres y blancas, lo que significa que los resultados pueden no aplicarse a otras poblaciones.
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