Un estudio revela que el aumento del carbón negro en el medio ambiente afecta al sistema circulatorio cerebral

Otra razón para evitar la contaminación: aumenta el riesgo de sufrir ictus
La investigación analizó partículas de menos de 2,5 micras y carbón negro


21 feb. 2018 18:40H
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POR REDACCIÓN
La contaminación de los motores diésel tiene una relación directa con el riesgo de sufrir un ictus aterotrombótico. Lo revela un estudio del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM), el Hospital del Mar y el Institut de Salut Global Barcelona (ISGlobal), que acaba de publicar la revista Enviromental Research. El trabajo, liderado por Jaume Roquer, jefe del Servicio de Neurología Clínica del Hospital del Mar y director del Programa de Investigación en Procesos Inflamatorios y Cardiovasculares del IMIM, y Rosa Maria Vivanco, investigadora del mismo programa, ha analizado datos de casi 3.000 pacientes atendidos en el Hospital del Mar por un ictus entre los años 2005 y 2014.

El estudio ha analizado la posible influencia de dos contaminantes, las partículas de menos de 2,5 micras (PM2.5) y el carbón negro -hollín-, en el riesgo de sufrir un ictus. Estudios anteriores ya habían demostrado el incremento de la mortalidad por ictus a largo plazo a causa de la contaminación atmosférica y la relación entre los altos niveles de hollín en la atmósfera y las muertes por patologías cardiovasculares.

Ahora, los investigadores han podido comprobar cómo la presencia en el aire que respiramos de este elemento, procedente de la mala combustión de los motores diésel, actúa a corto plazo como desencadenante de un tipo concreto de ictus, el aterotrombótico, provocado por el desprendimiento de las placas de ateroma, que están formadas por colesterol, calcio y otras substancias que se acumulan en las arterias y provocan la oclusión del vaso.

Jaume Roquer ha querido destacar que esto demuestra “que el efecto nocivo de los contaminantes ambientales para la salud de la población va mucho más allá de su impacto sobre los problemas respiratorios y el cáncer". "Hemos demostrado que el aumento del carbón negro en el medio ambiente también afecta al sistema circulatorio cerebral incrementando el riesgo de sufrir un ictus", señala. 

Un incremento del riesgo del 20 por ciento

El estudio no ha encontrado ninguna relación entre los niveles de partículas inferiores a 2,5 micras y los casos de ictus. Un hecho que, según Rosa María Vivanco, “no quiere decir que no exista, simplemente, no lo hemos podido demostrar en nuestra área de influencia”. En el caso del carbón negro, el análisis de los datos indica una clara relación entre los niveles en la atmósfera y el riesgo de sufrir un ictus aterotrombótico. Así, por cada incremento de 1,7 µg/m3 (microgramos por metro cúbico) de su concentración en el aire, el riesgo de sufrir un ataque durante las 24-72 horas siguientes crece el 20 por ciento. Esto se debe al hecho que la exposición al hollín generado en los motores diésel provoca un incremento de las partículas inflamatorias en nuestro cuerpo, “un estado pro trombótico”, según Vivanco.


El hollín provoca un incremento de las partículas inflamatorias en el cuerpo


"Se trata de casos de personas que, de forma subyacente, ya sufren la enfermedad ateroesclerótica, en las cuales la contaminación funciona como un desencadenante, es decir, la contaminación desencadena una serie de reacciones inflamatorias en el cuerpo que pueden acabar provocando el desprendimiento de la placa de ateroma que lleva a la oclusión de un vaso cerebral, y por lo tanto, aumentar el riesgo de sufrir un ictus”, añade.

Para llegar a estas conclusiones, el IMIM y el ISGlobal han trabajado con los datos de 2.740 pacientes atendidos en el Hospital del Mar en el periodo 2005-2014 y registrados en el registro Basicmar (con datos de todos los pacientes tratados en el centro por un ataque isquémico transitorio o un ictus isquémico). A partir de los datos de calidad del aire registrados en la única estación de Barcelona que controla los niveles de hollín, situada en Palau Reial, y utilizando herramientas de geolocalización para situar a los pacientes, han podido analizar la influencia de este contaminante en los casos de ictus. También han investigado la posible influencia del ruido y las zonas verdes en el riesgo de sufrir un ataque de este tipo, pero los datos no son concluyentes.

Más daños

En los últimos meses no han dejado de demostrarse los daños que produce la polución a la salud de las personas. Un estudio realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de México (UNAM) revelaba hace semanas que la contaminación ambiental, sumada al consumo de bebidas gaseosas, influyen en el funcionamiento del páncreas y del pulmón, hasta el punto de causarles daños severos. 

Otra investigación, realizada también en Barcelona, esta vez por expertos del Ciber de Enfermedades Cardiovasculares (Cibercv) y del Hospital Universitario Vall d’Hebron, resolvía que los días en que los niveles de contaminación atmosférica son más elevados en el área metropolitana de la ciudad se producen más infartos con elevación ST, más casos de fibrilación ventricular y más mortalidad por infarto

En diciembre, un estudio publicado en The BMJ exponía que la contaminación del aire del tráfico tiene un impacto perjudicial sobre la salud de los bebés, en Londres, antes de que nazcan. Y, por supuesto, a los pulmones. En el mismo mes, un estudio del Imperial College London y la Universidad de Duke describía cómo los beneficios cardiorrespiratorios que aporta la actividad deportiva se anulan si se practica en una zona de alta contaminación.


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