Una investigación a nivel internacional analiza el genoma de más de 100.000 personas

Identifican 89 variantes genéticas que elevan el riesgo de sufrir un ictus
La investigación abre la puerta a nuevos tratamientos dirigidos


28 sept. 2022 17:50H
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Asentar las bases biológicas del ictus empieza a ser una realidad gracias a los resultados de un estudio a nivel internacional, publicado en la revista Nature. Después de analizar el genoma de más de 100.000 pacientes que habían padecido un ictus y más de un millón y medio de controles sanos, se han encontrado hasta 89 genes implicados en el riesgo de desarrollar un ictus de los cuales 61 se desconocía su existencia.

Otro aspecto para destacar del estudio es que, además de ser el más amplio y completo hasta la fecha, analizó diferentes etnias en lugar de centrarse en muestras procedentes de Europa. Así pues, los investigadores, de los cuales han participado miembros del Instituto de Investigación del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, confirman que el uso de distintas poblaciones facilita encontrar nuevos factores genéticos.

Los investigadores también analizaron datos de 52.600 personas con enfermedad cardiometabólica y demostraron que la suma de los factores de riesgo genético permitía predecir el futuro riesgo de ictus, independientemente de los factores de riesgo clínicos.

Además, los resultados publicados en Nature permiten no solamente predecir qué pacientes tienen un alto riesgo de padecer ictus y tomar de inmediato las medidas necesarias, sino que permite a los especialistas conocer los pilares biológicos de la enfermedad. Si hasta ahora los procesos inflamatorios o de coagulación tenían un papel importante en la enfermedad, la investigación ha permitido conocer que la hipertensión arterial o la formación de vasos sanguíneos tienen un rol más importante en el riesgo de ictus.

Potenciales tratamientos dirigidos contra el ictus


Al conocer mejor los mecanismos implicados en el desarrollo del ictus, se abre la puerta a ofrecer nuevos tratamientos dirigidos, evaluar la eficacia de fármacos ya aprobados para otras patologías que puedan servir para tratar a estos pacientes y hacer prevención en aquellas personas con alto riesgo por sus características genéticas.

Estos resultados aportan información muy importante que es útil no sólo para predecir qué personas presentan un alto riesgo de ictus y así poder tomar las medidas preventivas necesarias, sino que también ofrece información relevante que contribuye a conocer mejor las bases biológicas de la enfermedad. Además, estos datos permiten plantear la utilización de nuevas terapias mediante fármacos no empleados hasta ahora en el ictus.
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