El reciente tiroteo en un hospital estadounidense reaviva el debate entre los profesionales sanitarios

Médicos y enfermeros descartan vigilantes armados para un SNS más seguro
Gabriel del Pozo (CESM) y Manuel Cascos (Satse).


3 jun. 2022 9:00H
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POR ADRIÁN MATEOS | OLALLA BATRES
Apenas días después de la masacre perpetrada por un joven en un colegio de Texas, otro individuo armado con un rifle ha vuelto a sembrar el terror en suelo norteamericano. Concretamente, en un hospital de Tulsa, en Oklahoma, donde cinco personas fueron asesinadas por este pistolero antes de que se quitara la vida. El escenario que impera en ciertos territorios de EEUU es difícilmente comparable al de España, donde este tipo de sucesos resultan prácticamente inimaginables debido al rígido control de las armas. Sin embargo, organizaciones de médicos y enfermeros vienen denunciando una escalada de violencia verbal y física en los centros sanitarios.

Tanto la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) como el Sindicato de Enfermería (Satse) coinciden en la necesidad de reforzar la seguridad de los hospitales españoles a través de mecanismos legales y jurídicos. En este sentido, fuentes de la asociación enfermera consideran que la solución al repunte de agresiones a sanitarios debe canalizarse a través de una norma estatal “que obligue a todos los servicios de salud” a desarrollar “actuaciones en materia de prevención, información y atención a los agredidos”.

En palabras de Gabriel del Pozo, secretario general de CESM, aunque “no se puede comparar la situación” que atraviesan en EEUU, la violencia en los hospitales españoles “también existe”. “Y los profesionales no tienen garantizada su seguridad”, advierte. En este sentido, coincide en que la administración “debe adoptar medidas para que los médicos tengan una respuesta inmediata en caso de que sean agredidos”.

Medidas para aumentar la seguridad en hospitales


Ni los dirigentes de Satse ni los de CESM están a favor de “militarizar” los hospitales facilitando armas de fuego a los responsables de seguridad, aunque estos últimos consideran que “sería bienvenido el apoyo de policías” en las inmediaciones de los centros.

En cualquier caso, las demandas de ambas organizaciones se centran en la prevención. En el caso de Satse, la solución pasa, entre otros factores, por generalizar los sistemas de vigilancia durante las 24 horas del día en los pasillos y en las salas de espera, así como instalar dispositivos sonoros de alarma en las consultas e iluminar “de forma óptima cualquier estancia del centro”.

“Satse resalta también la necesidad de aportar a los profesionales sanitarios los datos, conocimientos y habilidades necesarias para desarrollar su actividad con mayores garantías de no sufrir daños. Así, propone, por ejemplo, adquirir y mantener una formación adecuada en defensa personal contra los actos de violencia”, indican fuentes de esta asociación, que recalcan que en la actualidad el PP está tramitando en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley que incluye algunas de estas medidas.

En la misma línea, Del Pozo aboga por la instalación de arcos de seguridad en las entradas de los centros sanitarios para evitar el acceso con armas u objetos peligrosos, así como el recrudecimiento de las sanciones hacia los agresores. El responsable de CESM denuncia que medidas como la del botón antipánico no ofrecen garantías a los facultativos, “a los que solo les queda la opción de alertar a sus compañeros”.

¿Cuántas agresiones a sanitarios se producen en España?


Son algunas de las propuestas de médicos y enfermeros ante el repunte de las agresiones. Según un estudio del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (Cgcom), solo en 2021 se detectaron 612 casos de ataques a sanitarios, un 39 por ciento más que en el ejercicio anterior. Más de la mitad, el 51,1 por ciento, los padecieron profesiones de Atención Primaria.

Los datos del Cgcom revelan que el 35 por ciento de las agresiones a médicos fueron motivadas por “discrepancias con la atención recibida”, mientras que el 14 por ciento se debieron al tiempo que tardaron en ser atendidos. Las discrepancias personales (12 por ciento), los informes “no acordes a sus exigencias” (10 por ciento), el hecho de no recentar “lo propuesto por el paciente” (9 por ciento), el mal funcionamiento del centro (6 por ciento) y asuntos relacionados con el covid (5 por ciento) se encuentran también entre los principales motivos de ataques a sanitarios.
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